Mientras que «Buenos Aires Revelada» (el reciente libro de Pablo Fernandez publicado por la editorial Olivia) celebra la belleza de la arquitectura de los barrios porteños, su ojo fotográfico también capturó la contracara de la ciudad: el patrimonio en peligro de extinción.
Más allá de las 110 fachadas seleccionadas para su ópera prima, existe una lista de tesoros arquitectónicos que están perdiendo su batalla contra el tiempo y la especulación inmobiliaria.
La debacle de la Casona Beiró
Ubicada en José Luis Cantilo y Marcos Paz, en Villa Devoto, la casona en ruinas tiene un valor histórico-político por haber pertenecido a Francisco Beiró, dirigente de la Unión Cívica Radical, quien fuera diputado, ministro y vicepresidente electo en la fórmula de Hipólito Yrigoyen en 1928.
Construida a principios del siglo XX, su estilo ecléctico no solo evoca una época, sino que lleva el sello de su dueño en los detalles: las iniciales «FB» forjadas en el escudo de las rejas.
A pesar de su trascendencia, el inmueble se convirtió en víctima del loteo y, finalmente, del abandono tras ser vendida en 2007. Aunque la Junta de Estudios Históricos de Villa Devoto logró en 2008 que fuera catalogada con Nivel de Protección Estructural (Ley N° 2858/08), la tutela fue ineficaz.
Durante más de una década, los proyectos legislativos para su conservación no prosperaron, y hoy la vivienda presenta un estado de deterioro tan avanzado que «algunos advierten que, a raíz de su evidente estado de abandono, el inmueble ya es irrecuperable», sostiene Fernández.
Firma de autor en riesgo
El peligro también acecha a obras que llevan firmas reconocidas, como la de Alejandro Bustillo. Este maestro de la arquitectura argentina fue responsable de íconos de nuestro patrimonio, como el Hotel Llao Llao en Bariloche y la casa matriz del Banco de la Nación Argentina.
Viamonte 2749 lleva la firma de Alejandro Bustillo.En Viamonte 2749, entre Pueyrredón y Boulogne Sur Mer, hay un chalet de inspiración Tudor que fue proyectado en 1917 por Bustillo junto al arquitecto e ingeniero Luis Dates.
“Afortunadamente, este inmueble cuenta con protección estructural por el valor arquitectónico de su fachada y la singularidad en su diseño. Ojalá que el Gobierno porteño efectivice esa tutela, colaborando activamente en la restauración que merece», dice Fernández.
Agrega además que sus octogenarios dueños no cuentan con los recursos económicos suficientes como para realizar esa restauración y suma un dato nada menor: “la casa está protegida pero en venta”.
Casos sin amparo
La lista de Fernández se completa con ejemplos de abandono con destino casi sellado.
En Amenábar y Zabala, en Belgrano, la fachada tapiada es apenas un cascarón vacío, el vestigio de lo que fue una vivienda. Cuenta Fernández que su interior ya fue «completamente demolido y transformado en un terreno baldío,» esperando la desaparición total.
Coronel Díaz 1884, tapiada hace años.Otro caso es el de la Av. Coronel Díaz 1884/86, en Palermo. La propiedad construida en 1930 está tapiada desde hace años. “Conserva todavía parte de su belleza pasada, a la espera de una (a esta altura milagrosa) restauración, ya que el Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales de la Ciudad desestimó su protección”, evidencia el autor del libro Buenos Aires Revelada.
Sobre el autor
Pablo Gabriel Fernández es licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA) y profesor en la misma carrera de la Facultad de Ciencias Sociales. Trabaja en la Defensoría del Pueblo de la Ciudad y recorre desde hace años los barrios porteños fotografiando fachadas.
En su cuenta de Instagram pablofe70, que ya tiene más de 107.000 seguidores, se define “sibarita, obsesivo, melómano, aficionado a la fotografía urbana y docente de @comu.uba”.
Amenábar y Zabala, inaccesible.Fue quizá esa obsesión la que lo llevó a subir una fachada por día en su cuenta. Y que, más tarde, dio vida a su primer libro: “Buenos Aires Revelada. Fachadas de la ciudad cotidiana”.




