Barcelona
Lluís Permanyer es ya patrimonio de esa Barcelona en la que militó durante seis décadas dedicadas al periodismo y a mejorar, desde la crítica cívica, la ciudad que tanto amaba y que estaba en deuda con él. Una deuda que se saldará dentro de muy poco. Así lo ha confirmado hoy el alcalde Jaume Collboni durante la celebración de un acto homenaje al escritor y periodista de La Vanguardia fallecido el 23 de octubre que dejó pequeño el Saló de Cent del Ayuntamiento. El primer edil ha anunciado la próxima concesión de la Medalla de Oro, la máxima distinción de la ciudad al cronista –no oficial, él nunca quiso aceptar ese título– de Barcelona.
El acuerdo cuenta con la mayoría casi absoluta del Ayuntamiento. Es fruto de un pacto entre los grupos del PSC, en el gobierno, y Junts, BComú, ERC y PP, todos ellos en la oposición. La Medalla de Oro, un galardón que ha sido otorgado a muy pocas personas, no será probablemente el único reconocimiento de la ciudad a quien desde las páginas de este diario y en sus más de 80 libros publicados tanto hizo por ella. El propio Collboni se ha comprometido ante la esposa de Lluís Permanyer, Assumpció Gausa, y sus hijos Marc y Aleix a hacer realidad a corto plazo una de las eternas reivindicaciones del periodista: un monumento en un lugar destacado del Eixample dedicado al ingeniero y urbanista Ildefons Cerdà. Y aún podría haber una guinda a esta retahíla de reconocimientos a juzgar por la sonora ovación con la que la platea ha saludado la propuesta de Tomàs Alcoverro, uno de los compañeros de redacción del joven Permanyer, para que el Consistorio dé su nombre a una calle o plaza de Barcelona.
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El acto del Saló de Cent se ha convertido en uno de los más emotivos que han tenido en este histórico recinto en los últimos años. Han contribuido a ello las intervenciones del propio alcalde, del escritor Jordi Amat, los periodistas Tomàs Alcoverro, Lluís Foix y Llàtzer Moix, las interpretaciones al piano de Clara Bes, los poemas de Joan Salvat-Papasseit y Josep Maria de Sagarra recitados por el actor Lluís Soler, los parlamentos de Aleix y Marc Permanyer y las imágenes proyectadas que han resumido la extensa y rica trayectoria vital y personal de este barcelonés, este irrepetible “senyor de l’Eixample”, al que un día Sergi Pàmies definió acertadamente como el “inspector cívico” por su afán de denunciar, siempre con propósito de enmienda, aquellas cosas que no funcionaban o que restaban calidad a la ciudad. Un hombre que paseaba con la cabeza bien alta por la ciudad y que era capaz de ver, anotar y advertir a las autoridades de aquellas cosas que los demás no saben ver.
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Para estas fechas estaba prevista la presentación del último libro de Lluís Permanyer y, de hecho, el acto de hoy ha servido para presentar esta obra que el maestro dejó terminada antes de su repentino fallecimiento. Se trata de Testimonis de tot el món sobre Barcelona, un minucioso trabajo de investigación y recopilación de citas y opiniones sobre la ciudad bimilenaria al que el autor dedicó más de tres décadas. En 1993, cuando la capital catalana se puso en el escaparate internacional tras la celebración de los Juegos Olímpicos, Lluís Permanyer publicó ya una primera versión de esta antología que ampliaría en el 2007 en una segunda entrega y que ahora ofrece su versión definitiva –con la esperanza de que dentro de unos años alguien tome el relevo– en este libro editado por el Ayuntamiento de Barcelona. Y, como siempre en toda la extensísima bibliografía de Permanyer, desde el amor profundo, a en ocasiones doliente, por su ciudad.
Lluís Permanyer, del que podemos disfrutar todavía las próximas semanas, en las páginas de Vivir, de los deliciosos artículos inéditos que dejó escritos antes de su muerte, es un autor que relata como nadie la historia de una ciudad bimilenaria, una historia que, por sí misma, como ha señalado Jordi Amat, puede explicar la de toda nuestra civilización.



