Las relaciones de pareja no siempre terminan de un día para el otro. A menudo, la ruptura se va gestando con sutileza, con silencios, con cambios imperceptibles al principio.
Para la psicóloga Silvia Severino, experta en relaciones de pareja, hay un patrón bastante claro que emerge cuando una persona ya se está preparando para dejar la relación.
Hay un patrón bastante claro que emerge cuando una persona ya se está preparando para dejar la relación. Foto Shutterstock.Según su análisis, basado en su experiencia clínica y su divulgación en redes, ese proceso no suele ser repentino, sino gradual, y deja huellas reconocibles antes de la separación definitiva.
Detectar estas señales no es una forma de condenar a la pareja o crear una paranoia, sino una invitación a mirar con honestidad lo que ocurre en el vínculo.
Conocerlas puede permitir actuar a tiempo, con claridad emocional, ya sea para dialogar, buscar ayuda, replantear o aceptar lo que se viene.
Las tres señales que anticipan una separación
De acuerdo con Severino, cuando alguien comienza a desconectarse emocionalmente —sin decirlo aún— aparecen casi siempre tres señales, en un orden que suele repetirse: primero, el humor cambiante; luego, el distanciamiento emocional; y finalmente, los reproches constantes.
1. Humor cambiante
Una de las primeras grietas aparece en el ánimo: la persona alterna momentos de cercanía con episodios de frialdad. Un día puede mostrarse cariñosa, atenta, accesible; al siguiente, distante, evasiva, indiferente.
Según Severino, estas oscilaciones no responden necesariamente a conflictos concretos, sino a una desconexión interna, una lucha emocional. Es una señal de que algo ya cambió por dentro, aunque aún no se haya puesto en palabras.
La persona alterna momentos de cercanía con episodios de frialdad.
2. Distanciamiento emocional
Poco a poco, la comunicación se reduce. Las conversaciones dejan de fluir, los mensajes se vuelven escuetos, los planes compartidos decaen, los detalles cotidianos desaparecen.
La persona deja de involucrarse en el vínculo, espera que el otro sostenga la relación. A veces lo hace por miedo a asumir la culpa; otras veces, por simple apatía.
En ese distanciamiento de la pareja, hay una señal de que la separación ya no es apenas una idea blanca, sino que ya se trata de un proceso en marcha.
3. Reproches continuos y deslegitimación emocional
Finalmente, cuando se intenta hablar o expresar preocupación, la persona ya alejada tiende a minimizar, a culpar, a justificar sus propios sentimientos cargando la culpa al otro: “Exagerás”, “te lo tomás mal”, “eres sensible de más”.
Esa estrategia sirve para distanciarse definitivamente sin tener que dar explicaciones. Es el paso final antes de concretar la separación.
Este patrón —humor cambiante, distancia emocional, reproches/culpas—, según Severino, es repetido en muchas rupturas. No es infalible, pero sí un indicador fuerte de que la otra persona ya empezó un proceso de despedida emocional, aunque no lo haya comunicado aún.
Por qué ocurre: lo que dice la psicología detrás de la desconexión
La psicología de las relaciones señala que las separaciones suelen ser consecuencia de un desgaste emocional que puede incubarse largo tiempo sin manifestarse directamente.
La monotonía, la pérdida de sintonía, los proyectos de vida opuestos, la rutina, los resentimientos no resueltos o el miedo al conflicto pueden generar una desconexión gradual. En muchos casos, la persona que decide irse inicia ese proceso emocional de desapego mucho antes de hacerlo consciente.
Al no haber un “gran episodio” que explique el final, la ruptura aparece como final lógico de una serie de desconexiones invisibles: la comunicación baja, el vínculo se enfría, la intimidad se diluye.
La monotonía puede generar una desconexión gradual.Por eso, la psicología de pareja insiste en la importancia del diálogo, la presencia, la escucha activa y la honestidad emocional permanente.
Severino advierte que muchas rupturas “no por sorpresa” son un claro resultado de que las personas no atienden esas señales a tiempo.
Y, en consecuencia, muchas personas quedan confundidas, heridas, sin entender qué falló, cuando en realidad la ruptura venía gestándose desde varias semanas o meses atrás.
Qué podés hacer si reconocés alguna señal en tu vínculo
Identificar signos de alejamiento no significa que la separación sea inevitable —cada relación es diferente—, pero puede servir como alerta. Según Severino, algunas recomendaciones cuando aparezcan estas señales:
- Abrir un canal de comunicación honesta: preguntar, expresar dudas, pero sin acusaciones ni reproches. A veces la otra persona ni sabe que ya empezó a distanciarse.
- Poner límites emocionales: si hay reproches constantes o trato evasivo, cuidar tu bienestar, no tolerar la manipulación emocional.
- Evaluar si el vínculo tiene posibilidades reales: con el tiempo pueden surgir nuevas compatibilidades, o puede quedar claro que los caminos ya no convergen.
- Buscar apoyo externo si hace falta: hablar con un psicólogo, amigos o familiares hace que se pueda ver la situación desde afuera y ayuda a clarificar lo que las emociones empañan.
- Priorizar el autocuidado emocional: aunque duela, cuidar tu salud mental es fundamental; aceptar que quizá el final está en proceso puede ser el primer paso para cerrar con dignidad.
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La separación no suele ser un estallido: es un proceso silencioso
La lectura de las señales descritas por Silvia Severino pone en evidencia algo esencial: muchas separaciones no estallan, se cocinan. El vínculo se enfría lentamente, la desconexión emocional se instala, el desgaste pasa inadvertido. Por eso, la psicología sugiere mirar con atención esos cambios sutiles: humor, diálogo, distancia, reproches.
Reconocerlas no equivale a manipular, es entender que las relaciones también evolucionan y a veces se desvanecen. El objetivo no es “atrapar” o confrontar, sino comprender, protegerse, actuar con claridad.
Y, si el final llega: que lo haga sin doloroso desconcierto, sino con honestidad, conciencia y respeto. Porque, como dice Severino, muchas veces la separación ya empezó antes de que suene la palabra. Y saberlo puede cambiar todo.

