Tres siglos de historia de música sacra latinoamericana son una tarea necesaria y, a la vez, difícil de celebrar sin caer en el museo ni en la consigna. En la Basílica de Nuestra Señora de la Merced, con entrada libre y gratuita y una presentación a cargo del crítico Santiago Giordano, el Coro Nacional de Música Argentina y el Ensamble Interamericano Contemporáneo propusieron ese recorrido en homenaje al Papa Francisco, con dirección musical de Federico Ciancio.
El programa unió obras coloniales de Doménico Zípoli y Roque Ceruti —italianos que desarrollaron su actividad en territorio latinoamericano en el siglo XVIII— con un estreno contemporáneo: la cantata sacra Nican Mopohua, de Pedro Chemes, basada en el relato guadalupano trabajado en náhuatl y español.
El concierto «Tres siglos de música sacra latinoamericana – Homenaje al Papa Francisco». Foto de prensa gentileza Santiago García
El estreno de Pedro Chemes
En la tradición barroca, la palabra en la iglesia no era un accesorio: ordenaba la música y definía su retórica. Una cantata sacra, justamente, organiza ese vínculo entre texto y sonido en una forma narrativa, alternando pasajes de distintas funciones expresivas. El estreno de Chemes entendió ese principio con notable naturalidad.
La obra fue poco pretenciosa en el mejor sentido: no buscó lo rimbombante ni el golpe de efecto, sino una música que sirve al texto sin volverse sumisa. Hubo desarrollo, hubo contrapunto, y hubo procedimientos contemporáneos —armónicos, glissandi, pizzicati bartokianos— integrados con criterio, siempre como parte del discurso y no como exhibición. El entramado entre canto, declamación y salmodia, sumado al tejido entre ambos idiomas, sostuvo una musicalidad continua y, sobre todo, una claridad rara: se entendió la narración sobre la aparición de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego sin que lo verbal aplastara lo musical.
El concierto en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced, con el Coro Nacional de Música Argentina y Ensamble Interamericano Contemporáneo. Foto de prensa gentileza Santiago GarcíaTambién estuvo muy logrado el trabajo temático: ideas breves, casi frugales, reaparecieron en momentos clave y dieron forma a la escucha. La armonía acompañó esa lógica con flexibilidad: a veces claramente funcional para sostener la palabra, a veces más desdibujada hacia recursos contemporáneos, y por momentos con un aire latinoamericanista sugerido, sin postal.
El ensamble sostuvo ese equilibrio con precisión; alternó acompañamiento y protagonismo con buen sentido de proporción, y mostró una calidad de afinación y articulaciones que ayudó a que la música respirara sin esfuerzo.
Las obras de Zípoli y Ceruti
Después del estreno, las obras de Zípoli y Ceruti confirmaron el peso del estilo italiano en la música sacra colonial en Latinoamérica, y ofrecieron un marco concreto para oír cómo funcionaban esas formas en la práctica. En Zípoli, la alternancia entre coro y solistas —Dixit Dominus (solistas y coro), Beatus ille servus (antífona para soprano), Fidelis servus (antífona para tenor) y Confitebor tibi Domine (alto y coro)— permitió escuchar voces del coro en primer plano y expuso una exigencia típica del barroco: las coloraturas, esas vocalizaciones rápidas sobre una sola sílaba.
El concierto del Coro Nacional de Música Argentina con el Ensamble Interamericano Contemporáneo. Foto de prensa gentileza Santiago GarcíaEl conjunto las sorteó con mayor o menor agilidad, pero sin perder el estilo ni la línea. En Ceruti, el villancico Hoy que Francisco reluce (coro y solistas) sumó un impulso más directo y una referencia a -nuestro- Francisco, apoyado en un ingenioso encadenamiento poético que empuja la continuidad del fraseo.
La cantata sacra Nican Mopohua, recién nacida en la Basílica de la Merced, se inserta en el arco de tres siglos de música sacra latinoamericana como un homenaje que, lejos de funcionar como decoración externa, permanece como una idea latente y viva, perceptible en la propia música de Chemes.
La frugalidad del material, la claridad del decir, el reconocimiento de las culturas originarias y de su dignidad, la noción de una Latinoamérica pensada como horizonte común y la restitución de una lengua originaria tocan un nervio evidente, especialmente sensible para el Papa Francisco, ferviente guadalupano. La virtud de la propuesta fue no declamar esos ejes: los volvió forma, claridad y medida. La reivindicación estuvo ahí, sostenida por la música.
Ficha
Tres siglos de música sacra latinoamericana – Homenaje al Papa Francisco.
Sala: Basílica de Nuestra Señora de la Merced, miércoles 17 de diciembre de 2025.
Intérpretes: Coro Nacional de Música Argentina; Ensamble Interamericano Contemporáneo.
Obras: Pedro Chemes, Cantata sacra Nican Mopohua (estreno); Doménico Zípoli, obras sacras para coro y solistas; Roque Ceruti, villancico Hoy que Francisco reluce para coro y solistas.
Calificación: muy buena.

