Con una voz íntima y obsesiva, Sutura narra el desplazamiento de una mujer que migra cuando su país deja de ofrecerle un lugar reconocible y convierte el cuerpo –marcado por cirugías cardíacas desde la infancia– en una zona de escritura y memoria. La historia, atravesada por una relación amorosa que promete libertad y deriva en encierro, avanza entre la precariedad material, la disociación afectiva y las estrategias de evasión que definen una experiencia migrante contemporánea.
La escritora Sofía Balbuena nació en la Argentina pero reside en España. Foto: gentileza.Publicado por Seix Barral, Sutura es el nuevo libro de la escritora argentina Sofía Balbuena, nacida en Salto en 1984 y radicada en Madrid, con formación en ciencia política y creación literaria entre Buenos Aires y Barcelona. En diálogo con Clarín, Balbuena reconstruye el origen fragmentario de la novela, reflexiona sobre la migración como privilegio y quiebre político, y piensa los vínculos —el amor, la amistad, el cuidado— como fuerzas que se reordenan con el paso del tiempo. La entrevista recorre además sus lecturas actuales y los proyectos en los que trabaja, entre ellos un ensayo sobre crítica literaria desde los feminismos.
–¿Cómo nació Sutura?
–Como novela, por aproximación. Es decir: justo todo lo contrario a un parto o a un evento ritual de cruce, a un momento exacto que podamos ubicar. Yo tenía unos pedacitos de texto todos desperdigados que fui juntando en el tiempo. Lo primero o lo principal fue la idea o la voluntad de construir una voz que le hablaba obsesivamente a un hombre. Una carta de amor, inspirada en Chris Kraus y su novela «Amo a Dick». Me interesaba contar eso: una mujer que se obsesiona y acosa a un hombre, porque puede. Después lo que tenía era un diario del trabajo de limpieza. Digamos que en el principio lo que más claro vi que podía ser material literario, cosas que podían ser interesantes para construir una novela, eran estos dos elementos. Y a partir de acá fui armando todo lo demás. Un poco alrededor de este primer acercamiento al texto. La cuestión de las cirugías del corazón, por ejemplo, como metáfora del texto, se armó muy sobre el final de la escritura. Te diría que el principio fue casi lo último que escribí.
–¿Por qué la protagonista se va a Barcelona?
–Porque puede. En primer lugar, porque tiene el dinero para sacarse un pasaje e instalarse en otro país. Luego, claro, tiene sus razones personales: la voluntad de estirar el tiempo de juventud que en Argentina parece a punto de extinguirse. Como si la narradora no se encontrara en el modelo de vida que empieza a instalarse en las amigas que tiene alrededor: la pareja, los hijos, la casa. Esto en ella está vinculado a una separación, pero casi que más incluso a un cambio o un quiebre en el momento político del país. Cosa que en Argentina cada cierta cantidad de años, pasa. Con grados de violencia variables, diferencias significativas y tal. No quiero poner en pie de igualdad una migración de privilegio –como la de la narradora– con un exilio político o económico, con un desplazamiento forzado; son cosas diferentes. Pero ya viviendo en España entendí que había en el país camadas de argentinos que habían llegado en momentos distintos: el exilio argentino por dictadura, la crisis del 2001 o también con el fin del segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
–¿Cómo transcurre su vida como migrante?
–Entre la precariedad y la disociación, te diría. Una especie de nube de vapor mezcla de productos de limpieza y endorfinas. Creo que algo que llegué a entender del texto es que, en buena medida, ella se deja arrastrar hasta obsesionarse con un tipo para no mirar tan de cerca cómo está viviendo. Entonces es decir que sí a todos los planes, salir de fiesta con gente más joven, ir corriendo todo el tiempo el límite. Creo que esa es de las cosas más propias, mías que hay en Sutura: los mecanismos de la evasión. Se va a vivir a otro continente para estirar el tiempo de juventud y pasan los años medio que en esta nube en donde todo es confuso y las cosas no cristalizan hasta mucho después. Como si la vida fuera a acomodarse o mejorar solo con dejar que el tiempo pase en la inconsciencia.
–¿Por qué puede considerarse una trampa lo que parecía amor a primera vista?
–Todas las cosas en el tiempo son trampas. Es decir, incluso las cosas que una puede identificar como buenas o deseables en sí, presentan contradicciones, dificultades, costados oscuros a medida que se desarrollan en el tiempo. El amor no es la excepción. Un amor nunca viene nada más con la parte buena, todo se complejiza cuando se alarga. Creo que la idea era un poco que eso que para alguien que viaja es una anécdota espectacular, cuando se convierte en tu vida pues pierde el brillo, se opaca. Se espesa y, también, se amarga.
–¿Qué rol cumplen las amigas?
–Un poco vienen a ecualizar la narración y a poner en su lugar aquello que ella quiere jerarquizar por encima de todo. Si la narradora quiere que él sea el centro de su vida y el tipo no se deja, pues no le queda otra que empezar a prestar atención a otros vínculos. Desarrollar otras formas de amor, conexión y, sobre todo, cuidados. Siento que aún contra su voluntad, es la amistad el vínculo que se impone como más durable, más fuerte. Incluso en su relación con él.
–¿En qué estás trabajando ahora?
–En un ensayo sobre cómo ejercer la crítica literaria desde los feminismos. Para decirlo mal y pronto un ensayo narrativo, hiper personal, sobre cómo hablar de los libros de compañeras escritoras que no nos gustan. A ver si hay una manera de decir esto la verdad no me gusta, no me parece, no me interesa o no me cierra sin caer en el error político –y a menudo violento– de criticar gratuitamente la figura de la autora. Creo que pasa mucho esto de que decimos barbaridades injustificadas, en voz baja, para que no nos escuchen las personas interesadas. A mí pues me gustaría por un lado volver al texto, hablar de los textos y también intentar decir lo que de verdad pensamos con respeto y cuidado. Proponer nuevos términos para esta conversación.
La escritora Sofía Balbuena nació en la Argentina pero reside en España. Foto: gentileza.–¿Qué te gusta leer y por qué?
–Yo es que leo mucho y de todo. Leo mucho por trabajo también y ahí elijo menos aunque cada vez elijo más. Disfruto mucho de los libros chiquitos, los ensayos o el pensamiento enredado en lo cotidiano. Me dedico bastante a eso: al estudio y la construcción de los libros chiquitos, la narrativa personal, los libros de no ficción. Pero también me encantan los novelones. Terminé hace un par de meses La picadura de abeja de Paul Murray que me volvió loca. Últimamente también ando muy in love con los cómics. Estoy leyendo y comprando a razón de dos por semana. Me copa mal la intersección entre imagen-viñeta y texto y me vuelve loca cómo eso forma un nuevo lenguaje a su vez. Recomiendo, si se me permite, Domingo flamenco de Oliver Schrauwen. Una obra maestra total.
Sofía Balbuena básico
- Nació en Salto, provincia de Buenos Aires, en 1984. Es licenciada en Ciencia Política egresada de la Universidad de Buenos Aires, máster en Creación Literaria por la Universidad Pompeu Fabra y máster en Literatura Comparada por la Universitat Autònoma de Barcelona.
- Ha publicado el ensayo Doce pasos hacia mí (2022) en la Argentina y Chile, y el libro Borracha menor (2024) en España. Cuentos, ensayos y poemas suyos han aparecido en revistas de Estados Unidos, México y Argentina.
- En 2022 recibió la Iowa Arts Fellowship para cursar el Master of Fine Arts en Escritura Creativa de la Universidad de Iowa, del que se graduó en mayo de 2024. Trabaja como lectora, editora y scout literaria y dicta talleres de escritura y lectura. Vive en Madrid.
Sutura, por Sofía Balbuena (Seix Barral).

