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Duelo en tiempos digitales: cómo funciona el cementerio virtual que permite recordar a los seres queridos

«Por favor, necesito repintar las letras para que la sepultura de mi padre vuelva a ser legible. Y quisiera un recambio de plantas en el cantero de la cabecera. Muchas gracias». Gerardo Russki (53) acaba de contratar dos servicios para que acondicionen la lápida de su padre Luis. Pagó por el servició $80.000.

Si bien existe hace más de un año, la AMIA está dando a conocer el desarrollo de una plataforma innovadora: un “cementerio virtual”, que permite que miles de personas puedan rendir homenaje a familiares fallecidos, incluso cuando no pueden viajar para visitar sus sepulturas. «En casos como éste, la virtualidad es una herramienta maravillosa y muy necesaria», dice Russki, empleado administrativo.

En la Argentina son contados los casos que se dieron a conocer de este tipo de servicios fúnebres. El primero estaba en Pergamino y la página web es Paz Eterna, creada por Jorge Luis Calvigioni. El otro es en San Luis, donde el ex diputado Francisco Irusta impulsó una plataforma digital permitiendo a familiares de fallecidos crear perfiles con fotos, mensajes y recuerdos. El de AMIA es el más imponente, ya que abarca los cuatro cementerios de la colectividad del AMBA: Tablada, Ciudadela, Liniers y Berazategui.

Para Russki «es una necesidad este novedoso servicio en este momento de mi vida. Mi padre, que murió en 2012, está en La Tablada y no es sencillo trasladarse hasta allí. Yo me crié yendo a los cementerios, en mi familia era una costumbre, una tradición que yo heredé y practiqué hasta el año pasado, cuando me enteré la existencia de esta modalidad. Aclaro que no es lo mismo, por supuesto, pero ayuda mucho y alivia el alma», enfatiza.

Aclara el usuario que cuando se conecta con el cementerio virtual, no lo hace de manera automática. «No se trata de hacer un click, como si le diera enter a una noticia. No, para nada, es un espacio de recogimiento e introspección. Hace poco, en un aniversario de un familiar fallecido, estaba frente a la pantalla de la computadora con mi hijo, que venía pidiendo acompañarme al cementerio. Preferí por el momento, porque aún es chico, hacerlo por esta vía digital y fue movilizante».

Una vez que se entra a la página web de la  AMIA, el cementerio virtual ofrece un paquete de servicios para mejorar la sepultura del familiar fallecido.Una vez que se entra a la página web de la AMIA, el cementerio virtual ofrece un paquete de servicios para mejorar la sepultura del familiar fallecido.

La original herramienta reúne información de alrededor de 250.000 sepulturas de los cementerios comunitarios. «Teníamos que encontrar alguna solución a una tendencia que venimos notando hace un tiempo y se profundizó con la pandemia: la gente dejó de ir a los cementerios. Había una generación que era habitué e iba los domingos. Eso ya casi no existe. Ni hablar de los jóvenes a los que no les gusta hablar de la muerte. Creemos que esta plataforma será un puente para acercarnos a nuestros familiares que ya no están», explica Salvador Auday, director de sepelios de la mutual judía.

Al servicio virtual se ingresa por cementeriovirtualamia.org.ar y una vez dentro se tipea el nombre de la persona requerida a la que se quiere rendir homenaje. El internauta tendrá la posibilidad de contratar algunos servicios «estéticos» para aggiornar el sitio: una foto actualizada del lugar de la sepultura, repintar las letras, cambiar las plantas del cantero, limpieza del lugar, reacondicionamiento del jardín, colocación de una cabecera de acrílico y hasta una laja con una frase recordatoria. Los precios van desde $5.000 hasta $247.000, según la selección.

El ingreso al portal digital es sencillo: una vez dentro del sitio de la AMIA, se busca a la persona fallecida por su apellido y allí aparecerá la condición en la que está la sepultura.El ingreso al portal digital es sencillo: una vez dentro del sitio de la AMIA, se busca a la persona fallecida por su apellido y allí aparecerá la condición en la que está la sepultura.

No es necesario que sea un familiar directo el que ingrese. Basta con poner el apellido o la fecha de fallecimiento, un amigo o compañero, también, puede encender una vela virtual, colocar una piedrita simbólica, cambiar la foto del perfil o escribir alguna anécdota. «Sobre este punto, el sitio tiene un filtro que controla la información que se ingresa. Por ejemplo, detecta si el mensaje que se escribe tiene algún sesgo de maldad y lo rechaza automáticamente«, puntualiza Auday.

Vale el recuerdo para citar a Jorge Luis Calvigioni, desarrollador de aplicaciones, de Pergamino, que en 1999 creó el primer cementerio virtual del mundo. «Fue un comienzo muy explosivo, recién estaban empezando a tomar protagonismo las puntocom y yo no sólo buscaba una buena idea, sino que fuera de real utilidad. Recuerdo un título de un diario español que decía: ‘Un pincha discos es el pionero de los sepultureros virtuales’, haciendo referencia a que yo era DJ de una conocida disco pergaminense».

En el año 2000 la revista Foco le hizo una nota al argentino de Pergamino Jorge Luis Calvigioni, el creador del primer cementerio virtual del mundo.En el año 2000 la revista Foco le hizo una nota al argentino de Pergamino Jorge Luis Calvigioni, el creador del primer cementerio virtual del mundo.

Hace saber Calvigioni que el sitio quedó obsoleto y está en un impasse. «Tengo ganas de darle una vuelta de tuerca y relanzarlo. En su momento fue un boom, imaginate, los familiares usuarios se sentían muy cerca de sus seres queridos que ya no estaban. Había recibido una inyección y el plan de negocio era muy ambicioso, pero no pudimos cumplir las metas a corto plazo. La marca Paz Eterna se había registrado en 11 países, entre ellos Japón».

En Haifa, Israel, Graciela Scherman pondera la importancia de la plataforma. «Para mí fue un hallazgo este sistema, porque yo hace tres años que vivo en el exterior y sentía que me perdía aniversarios o esas fechas importantes de familiares que ya no están. Ahora, cuando me conecto, digamos que semanalmente, lo vivo como un ritual. ¿Qué significa? Que me preparo, que busco un lugar tranquilo de la casa, silencioso, en un momento del día que sienta que estoy a full pensando en mi padre, por ejemplo».

«Yo cuando me conecto, no hago click y listo, no… me preparo, busco un lugar tranquilo y silencioso y me pongo a hablar con mi papá», dice Graciela, desde Haifa.

Graciela, que es de encender velas, colocar piedras y escribir frases conmemorativas, confiesa que habla con esos familiares que están en otro plano. «Cada loco con su tema -sonríe-. Yo les hablo, les cuento cosas, el otro día hablando con mi padre le hice saber que mi hija se había recibido. Siento que hay algo más después de la muerte, no termina todo ahí, entonces lo que hago lo siento de verdad». Graciela se despide con una reflexión: «Este tipo de experiencias muestra cómo la tecnología puede ayudar a transitar el duelo y sostener los vínculos simbólicos a pesar de la geografía».

Marina Kusevitzky celebra «la chance» de poder tener «un acercamiento aunque sea virtual con mi papá». Se lo dice a Clarín desde Andorra, donde vive hace siete años. «Me conecto cuando tengo la necesidad, a veces sucede más a menudo, y a veces pasa más tiempo, pero es un mimo al alma que pueda sentir a mi viejo cerca estando en Europa y expresarle mis sentimientos a través de unas líneas», expresa evocando a Aldo Abraham, fallecido en 2021, de Covid.

Marina Kusevitzky subió al cementerio virtual una foto con su papá Aldo, que falleció en 2021. Marina Kusevitzky subió al cementerio virtual una foto con su papá Aldo, que falleció en 2021. «Gracias a la virtualidad, es una manera de sentirlo cerca estando en Europa».

«Yo viajé a la Argentina cuando se cumplió un año de su muerte y estuve en el cementerio de La Tablada y confieso que me resultó muy movilizante. Por supuesto que entrando al cementerio por internet no es lo mismo, no se palpa la presencia en vivo, pero ayuda a manejar la angustia cuando aparece. Enciendo una velita o le coloco una piedra, me abro y le escribo cuánto lo extraño y así vamos sorteando su ausencia. Mi mama Julia, que está en Andorra conmigo desde hace un año y que estuvo con papá 50 años, es la que más se conecta y advierto que esta modalidad es esencial y para ella es un canal de expresión».

Daniel Berliner visita a su recordado padre Max (foto) en La Tablada, pero remarca la importancia de la virtualidad. Daniel Berliner visita a su recordado padre Max (foto) en La Tablada, pero remarca la importancia de la virtualidad. «Entré a la web y me sorprendió la utilidad del servicio».

Recurrente visitador del cementerio, para Daniel Berliner ir al encuentro con su padre en La Tablada es un rito, «un motivo de celebración, yo voy porque me hace bien y salgo, digamos contento. ¿Sabés por qué? Porque mi papá está en un lugar rodeado por grandes. Está Norman Erlich, palabras mayores del humor, también Leibele Schwartz, famoso cantante litúrgico, y papá de Adrián Suar. Y enfrente de papá está la escritora e intelectual Manuela Fingeret». Berliner habla de su padre, el talentoso y recordado artista Max Berliner, que murió en 2019, a los 99 años.

Hombre de mente amplia, Daniel Berliner recibe con los brazos abiertos esta modalidad virtual. «Si bien yo tengo la costumbre de ir, cuando desde AMIA me comentaron la novedad del cementerio virtual me quedé sorprendido, me parecía una gran idea sobre todo para la gente que tiene imposibilidad para trasladarse o que se encuentra en el exterior. Siento que el cementerio, que para muchos es un tema tabú, se tenía que modernizar y qué mejor que siendo digital… Es una pegada la virtualidad».

Reconoce las diferencias entre ir personalmente y navegar por internet, sin embargo «cuando probé esta modalidad me sentí bien, me pareció sencillo, amigable y necesario. Como judío, soy de los que necesitan conectarse sin intermediarios, pero no tengo dudas que este tipo de virtualidad enseña, educa y abre cabezas. Por eso quiero aportar mi granito de arena para dar a conocer herramientas de esta magnitud».

Ante la consulta de una mirada profesional, la socióloga Carolina Duek reflexiona sobre las prácticas culturales asociadas y cómo las pantallas, en su rol, pueden reemplazar la presencialidad. «Estas prácticas virtuales tienen distintos niveles de efectos: el reparatorio, por empezar, para aquellos que viven en el exterior y también el ritual que significa ir a un cementerio. Pero me pregunto: ¿qué ocurre cuando a un lugar al que podrías ir, con mayor o menor dificultad, con mayor o menor logística de traslado, se elige hacerlo de manera remota?».

Duek piensa en «la ficción de la participación», un concepto que utilizara para hablar de la interacción entre la televisión y las redes sociales. «Cómo la tecnología plantea una posibilidad ficticia del reemplazo del cuerpo presente. Y no me refiero a la falta de dolor o empatía hacia el ser querido fallecido. Acá no se pone el sentimiento en tela de juicio, sino cuáles son los límites, si es que existen, respecto de las prácticas tecnológicos y el reemplazo de la presencialidad por la virtualidad».

PS

Redacción

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