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miércoles, febrero 5, 2025

Oscar Barroso: el adiós a un docente del fútbol

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Fue uno de los primeros DT recibidos en la Asociación del Fútbol Argentino. En 1971 llevó a Estrella de Berisso, la camiseta de sus amores, hasta la última etapa del Regional que otorgaba un ascenso al Nacional de Primera A. Trabajó siete años en las divisiones menores de Estudiantes al lado de grandes leyendas: Bilardo, Flores, Verón, Infante, Antonio y Cheves. En la Liga Amateur sacó campeones a Estrella y Fuerte Barragán. Antes de cerrar los ojos pudo ver en familia a la Selección Argentina campeona del mundo con una emoción sublime: en el plantel histórico de Qatar 2022 festejaba uno de sus ex dirigidos: Luis Martín. Falleció en la madrugada del primer día del año.


Se sacó el último traje, el más importante, el de la piel que viste al alma. La figura esperó el cambio de año para dar el salto, el más grande, el que pone fin a una vida de ochenta años.
Oscar Pedro Barroso había nacido el 29 de diciembre de 1942, en Berisso, se crió en la calle Londres y Habana, del barrio de la pasarela, por donde se veía el amor a primera vista: la cancha de Estrella. Allí, a los 6 años, sintió el festejo estruendoso del nuevo campeonato logrado en 1948 en la Liga Amateur Platense de Fútbol.
Estrella y esa cancha grande de Leveratto y Asunción, núcleo social en una vecindad solidaria y cálida, con cruza de sangre europea. En esa cuna futbolera Oscar mamó el fútbol en una “época de oro”, mismo sitio hoy transformado por tantos cambios: ya no está el campo de juego de dimensiones profesionales, sino una canchita de fútbol infantil donde juega Estrella. Cuando ya no estuviese físicamente, pidió a sus familiares que sus cenizas sean esparcidas en esa tierra.
“Mi ejemplo de vida ha sido mi padre Pedro”, dijo una vez, trayendo a la memoria a ese pampeano de General Pico, que vio futuro en los frigoríficos y durante treinta y cinco años estuvo «sacándole la carne al hueso” en el Armour y el Swift. Trabajaba incluso el día sábado, cuando jugaba Estrella y casi que no llegaba a ver al hijo.
Oscar era un pibe alto, que con su talante serio entraba a su mayor diversión, la cancha. En esa niñez solía meterse en los entretiempos a pelotear con algunos amigos. ¿Su ídolo, Oscar? «En Estrella yo vi jugar a Coquete Ojeda…. Creo que no llegó a profesional porque en Estudiantes estaba Infante”.
Si no había partido quizás la aventura mayor pasaba por ir a pescar al canal, con ese abuelo que se sabía a compinche: “Ey, Oscar, hoy no pican los bagres, pican las mojarras y se llevan la carnada”. De esto se acuerda uno de los amigos de siempre, Oscar Massa, “Cacho”, quien tuvo a cargo junto a Oscar la Cuarta División de 1964. Ese rol de Director Técnico que será profesión y empezó a marcar a los dos a partir de ese momento.

Oscar Barroso y Héctor Cacho Massa, en la Biblioteca «Pestalozzi», emblemática, que hoy permanece vigente en el Club Estrella de Berisso

Mientras seguía jugando en la Primera liguista, Barroso dirigía a los chicos apenas un par de años mayor que ellos. Los puso arriba en la tabla. “De esa Cuarta sacamos a Pipastrelli, que después jugó en la primera de Banfield”.
Una gran figura de Boca Juniors, el defensor correntino José María Silvero solía cenar en Berisso, donde hizo buenas migas con la gente de Estrella, que le ofreció tomar el primer equipo por un par de fechas. José, que ya se retiraba con la idolatría del pueblo Xeneize, hizo su primera experiencia como DT en esta Liga Amateur. Barroso integró el plantel y por decisión de José dejará de ser «número seis» para probarlo de “volante ventilador”, como se decía entonces.
Jugar en Berisso a principios de los 60 significaba vivir un clásico con mucha pica: Estrella y Villa San Carlos. Barroso disfrutó una memorable tarde. Se disputó un cuadrangular en cancha de Deportivo La Plata y una llave eliminatoria puso al clásico berissense como condimento de la Copa “Martín Alarcón”. La Villa con todos los titulares se las vio negras como la tarde lluviosa por el «cerrojo» y la fuerza juvenil de ese Estrella, que presentó un rejunte de Cuarta, Reserva y con el entrenador Olmi Filgueira de stopper. Lo ganaron en la agonía misma del partido, bajo la lluvia, 1 a 0, y todos volvieron caminando por avenida 1 (desde el actual Policlínico donde estaba la cancha) hasta la avenida 60, subiendo al tranvía 25 donde vivieron el viaje más lindo de sus vidas. Eso sí, la final de ese petit torneo contra el Deportivo La Plata (que eliminó a Everton) nunca se alcanzó a jugar.
Por esos años, el radicalismo triunfó en las elecciones y sobrevino un tiempo de bienaventuranza para el recordado Adril Jalil, alto dirigente de Estrella, adherido a ese partido, que entonces ayudó a referentes de Estrella a conseguir un trabajo en la repartición pública. Oscar tuvo así su empleo en la dirección de transporte del Ministerio de Obras Públicas, donde se jubilará con 46 años de servicio. “Por cuidar mucho ese laburo fue que Oscar no estuvo más arriba de lo que pudo llegar en fútbol», comentan en el ambiente.

«La Cebra», apodo popular de Estrella. En esta foto en la vieja cancha de calle Leveratto y Asunción, el primero desde la izquierda es Oscar Barroso

Los hinchas de Estrella empezaron a considerarlo un poco más cuando en 1967, ante la ida del técnico Jorge Appas, le encomendaron la Primera. Oscar tenía 25 años y lo que ya entendía era que al fútbol se gana no solo con buenos jugadores sino con trabajo semanal. Iba a ver al equipo de Osvaldo Zubeldía, a ese Estudiantes que goleó a Racing en la final del Metro 67. Oscar fue uno de los espectadores en el Gasómetro, ubicándose con varios amigos berissenses en la popular donde vio como ninguno el golazo de Raúl Madero, ese tiro libre con un chanfle de zurda que desató la fiesta.
Su Estrella vivirá en 1971 un tiempo de fervor y entusiasmo al participar del Regional de AFA, donde escribirá una de las páginas doradas de su centenaria historia. Por muy poco se les escapó el ascenso al Torneo Nacional A.
Oscar armó este once: «Quique» Pérez; Héctor Formeiro, Jorge Aguirre, Héctor Rey, Battilana o Langone; Martínez, «El Negro» Pintos, “Bicho” Cline y Angel “El Baba” Asborno; Carlos Coria, Luis Sosa y Osvaldo “Cicuta” Acosta. Otros jugadores fueron Raúl Salinas y Juan Carlos Ponce.
Durante la primera fase vencieron a Atlético Chascomús, Victoria de Roque Pérez y Cañuelas FC. Luego, afrontó un «doble partido» con Ever Ready de Dolores (0-3 en la ida, 3-0 en Berisso y el triunfo en los penales). Su héroe fue el arquero Peréz, que atajó uno de cinco, cuando existía el sistema de que cada equipo tiraba los cinco penales en seguidilla.
Llegó la última etapa, un cuadrangular cuyo ganador tocará el cielo con las manos. Pero al joven Barroso se le interpuso el interés de un club de Tres Arroyos que le desmembró la delantera, al llevarse a los tres delanteros titulares.
Los cuatro ganadores de distintas zonas de la Provincia: Huracán de Ingeniero White (zona sur), Club Del Progreso de Mercedes (norte), Rivadavia de América (oeste) y Estrella de Berisso (este).
El sueño de Primera A fue cumplido por el pueblo bahiense y aquel equipo portuario de Ingeniero White al que el destino (sorteo de por medio) llevó a debutar contra Boca en el mítico estadio La Bombonera.

Inolvidable. El equipo de Estrella en el Torneo Regional de la AFA. En 1971 casi pegan el salto histórico a la Primera división. En la foto, Barroso DT, de saco blanco y corbata

Quien siempre habló de capacitarse, en 1972 ya tenía su título en la carrera de Director Técnico que se dictaba en la sede de la Asociación del Fútbol Argentino. “Fue la segunda camada que logró recibirse”. DT nacional, recibido con figuras de la talla de Amadeo Carrizo, Carmelo Simeone y el «Marqués» Sosa.
Simultáneamente, en la Liga Amateur le confiaron la dirección de la Selección Mayor. “Fue un tiempo donde no había tanta competencia, participamos en un torneo nocturno donde no nos fue bien”, reconoció.
El tiempo lo encontró preparado cuando Estudiantes de La Plata le ofreció un empleo en el fútbol amateur a través de Julio Omar Cerisola, el coordinador general. La voz de Cerisola (que había dirigido a Barroso en Estrella) se escuchó en el teléfono que estaba en la Biblioteca de la institución berissense. Cerisola era un arquero recordado de los años cuarenta (suplente de Ogando) y precisaba de ayudantes para dirigir algunas categorías.
La “oficina” de Barroso pasó a ser la cancha auxiliar de 1 y 54, una experiencia larga, desde 1973 a 1981. En ese período las Divisiones Juveniles también tuvieron la batuta de dos grandes figuras como Héctor «El Negro» Antonio y Ricardo «El Beto» Infante. Además, compartió esos vestuarios del fútbol amateur con otros técnicos y ex figuras del campeón interncontinental, Eduardo Flores y Juan Verón. Y a otro hombre que hará sus primeras armas como técnico, Juan Canone.
“Pensaba en aprender. Me tocó estar cerca de Bilardo, hablábamos los jueves cuando estaba la práctica de fútbol y Carlos necesitaba jugadores juveniles”, contaba en una nota que mantuvo con este periodista en enero de 2020, en un homenaje a su trayectoria que difundió radio Provincia (programa “La Liga de los Clubes”).
En 1981, mientras el plantel superior estaba al mando de Carlos Pachamé y tras su salida con el reemplazante Ruben Cheves, el grupo de reserva estuvo a las ordenes de Barroso y de Humberto Zucarelli. Disputaron una final con Rosario Central, partido que terminó con festejo rosarino gracias a un gol de Omar Palma que desniveló 2 a 1 en cancha de Villa Dálmine. Ese subcampeón tuvo figuras que al año siguiente (con la vuelta de Bilardo) dieron al Pincha su segunda estrella en el fútbol argentino. En el ’81 fueron reservistas Carlos Bertero, Héctor «León» Vargas, José Daniel Ponce, Claudio Gugnali, Gustavo Rezza, Julián Camino, Armando Garmendia, Alfredo Llane, Cristian Guaita, Adriano Custodio Mendes, Eduardo Galicia, Domingo Ruiz Díaz, Carlos Wagner, Marcelo Gutiérrez, Julio Solis, Alberto Montes y los mellizos Gerbai.

La Reserva de Estudiantes de La Plata, subcampeona del Metropolitano 1981. La dirigiò en dupla Zucarelli y Barroso. Varios jugadores fueron campeones en 1982 con Bilardo

Cuando termina el ciclo en Estudiantes, fue un tiempo familiar, con el crecimiento de los hijos, Francisco y Hernán. Luego, con otro matrimonio, llegaron Leandro, Yanela y Agustina.
Estrella llama a Oscar, el club con aroma a café, a amistad, a jugadores que salen del barrio la Nueva York, Las 14, a los campitos del fondo, barrio Obrero y Villa Zula. Cuatro temporadas en Estrella, que ya era local en Trabajadores, sobre la céntrica avenida Montevideo ya que el escenario propio había pasado a la historia. En esos momentos se sumó José Talone como ayudante de campo, uno de los amigos de la infancia.
De 1984 a 1988 Estrella peleó arriba como de costumbre, incluyendo una final perdida en el ‘87 ante Villa Lenci. Pero en el ’88 se tomó la revancha y no dejó dudas: sobre 28 partidos ganaron 19 (67,85%) y convirtieron 62 goles (2,21 por partido). El sábado 17 de diciembre de 1988 se disputó el último partido del campeonato ante Curuzú Cuatiá y una gran cantidad de público (“con abrumadora mayoría de simpatizantes de Estrella”, describe la revista lugareña). Barroso repartió estas once camisetas: 1 Sergio Fiorino, 2 Marcelo Peroni, 3 Fernando Botto, 4 Juan Maldonado, 5 Miguel Rodríguez, 6 Aldo Cantero, 7 Mario García, 8 O. A. Garibaldi, 9 Roberto Casella, 10 Walter Amaya, 11 Carlos Trentín.
Al minuto de juego «Pinino» Amaya tocó para el «Bocha» Casella y éste mandó centro para que Trentín no perdone; en el segundo tiempo, a los 10 minutos Maldonado vio al arquero adelantado y de emboquillada empezó a desatar la fiesta, dejando el último grito para Casella, el goleador máximo. El 3 a 0 aseguró el primer puesto con 42 puntos, seguido por Villa Lenci con 40 y tercero quedó Curuzú con 34.
Lo evoca el defensor Sergio Correa: “Era muy serio, cuando volvió al club puso un pizarrón, empezó a escribir y a escribir, un dibujo por allá y cuando nos vio callados, dijo ‘¿entendieron?’ Nadie dijo nada. ‘Bueno, se ve que nadie entendió un carajo y volvió a hablarles en criollo. Con nosotros no pudo usar nunca el pizarrón”.

El campeón de la Liga Platense 1988 salió de Berisso. Dirigido por Barroso y con el ayudante José Talone (ambos, a la izquierda de la foto grupal)

En 1989 pasó por la Asociación Deportiva Berazategui, que armó el proyecto integral con José Silvero en Primera, y con Oscar “Puchi” Mendoza y Barroso en la formación. Viajaban desde La Plata toda la semana en un micro que pasaba lista a veinticinco jugadores amateur de nuestra ciudad. Hoy recuerda Mendoza a su amigo con el que “compartí muchísimos años, arrancando el contacto en Estudiantes durante la época de Héctor Antonio como coordinador general. Oscar era un ser humano excepcional, muy servicial y familiero”.
La década del noventa lo vio volver a la Liga. El Club Atlético Fuerte Barragán se empezaba a hacerse un camino en el fútbol. Había surgido de una liga independiente, CAFILA, y la dirigencia pensó en algo superior, ingresando a la Liga Amateur Platense donde sorprenden de entrada en 1991 y para el debut en en la A “quisimos tener a un director técnico a la altura de las circunstancias”, dice el ex presidente Miguel Pecorelli, que junto al preparador físico Guillermo Pallanza fueron a convencer a Oscar. El período de Barroso en esta institución con predio en la costera Punta Lara (el de Siderar) abarcó de 1992 a 1997. La corona siempre rondó cerca, solo se hacía cuesta arriba el tramo final. En 1993 los paró Trabajadores de la Carne. En 1994 afuera con Verónica. En 1995 el verdugo fue Unidos de Olmos.

Fuerte Barragán en 1992, estreno en la A del fútbol liguista. Fue el primer año de Barroso. Esa temporada jugaron con las camisetas originales de San Lorenzo de Almagro

Una anécdota de Jorge Sañisky, el técnico de aquel Olmos que eliminó por penales al Fuerte de Barroso en el amplio terreno de Punta Lara. “A Correa (ya estaba por retirarse) le di la cinta de capitán, él había sido jugador de Oscar en Estrella y en el Fuerte. Lo agarro en el vestuario: ‘Vaya y demuéstrele a Barroso que usted es mejor que todos los defensores que tiene él. ¡Así que hoy hermano, a meter más que nunca, eh!. Fue impasable, en un partido casi de ajedrez que teníamos siempre”. Después de ese orgullo en contienda deportiva, el «Ruso» opinó sobre el valor de su colega: “Hombre de gran sapiencia deportiva si los hubo y si los hay. Ha dejado enseñanzas en otros niveles superiores a la Liga Amateur”.
Pero la gloria será al año siguiente, en una noche perfecta en el viejo estadio “Jorge Luis Hirschi”. Después de ganar el Apertura les quedó el último escollo, Sport de Magdalena. Oscar tuvo a disposición a todos, entre ellos, dos destacados con paso profesional, el 10, Ubaldo Mareco (ex Estudiantes) y el 9 Luis Martín (ex Los Andes y trotamundos del fútbol del interior). Fue Martín quien liquidó esa final, el mismo que acaba de lograr la Copa del Mundo Qatar 2022, con Messi y compañía, siendo el preparador físico. Hace un tiempo «Luifa» le dedicó estas palabras a su entrenador: “Una persona con un nivel de humildad muy alto, con una ética increíble, sabía manejar situaciones difíciles, inculcando humildad, solidaridad y trabajo, ese es el legado más grande que hemos tenido. En cada juntada y asado del Fuerte aparecen sus enseñanzas. El campeonato ganado en cancha de Estudiantes no fue tan importante como el otro campeonato, de haberte tenido al lado. Legado que trasladamos a nuestros dirigidos o en la vida cotidiana”. Era el segundo título de Barroso en Primera divisió de la Liga, el 14 de diciembre de 1996, con estos titulares: Christian Rey; Pérez, Fabián Harambure, Hugo Ponce, Ariel Santillán; Christian Talone, Osmar Ledesma, Daniel Resiga, Ubaldo Mareco; Nicolás Regina y Luis Martín.

La camiseta que le dedicó el plantel de Fuerte Barragán al profe Martín, capitán del equipo dirigido por Barroso en los 90. El regalo lo llevaron a la Copa América de Brasil 2019

Silvero va a trabajar a Racing, que privatizado, con Daniel Lalín a la cabeza, formó un proyecto de Juveniles. En ese cuerpo técnico estuvo Barroso, junto a Mendoza (padre e hijo) y Roberto Zapata. Se abocó a la selección de jugadores, junto a una leyenda del fútbol mundial, Humberto “El Bocha” Maschio. El proyecto durará muy poco.
“Nada es absoluto, todo es relativo”, casi una frase de cabecera de Oscar.
El 8 de diciembre de 1999 asumió en Cambaceres, con el profesor Gastón Mendoza (actualmente con Martín Palermo).
A los 61 años, se puso el buzo de La Plata FC, proyecto que encaró el municipio platense.
Y el último club fue Estrella. “Donde empecé, terminé…”
Su conducta firme fue el imán de los amigos perdurables. Sembró y en tiempos de cosecha, cuando ya los roles se terminan, vio florecer pequeños gestos. La salud del maestro decayó y allí estuvieron muchos de sus jugadores, como Hugo Capel, quien hoy le da “gracias a Dios y a la vida por haber encontrado personas como Oscar. En donde nos tocó estar, siempre era el primero en llegar y el último en irse”. “Era un caballero del deporte”, afirmó Mario Fregossi, el árbitro con más experiencia de la Liga.
Tras 46 años de servicio se jubiló con el cargo de subdirector en la Dirección Provincial de Transporte de la Provincia de Buenos Aires.

El profesor Gastón Mendoza, junto a un ya experimentado técnico que asumía en Defensores de Cambaceres. Oscar dirigió la B Metropolitana a los 56 años de edad (foto: El Día)

El celular no era santo de su devoción. Pero el teléfono de la casa sonaba y el pasado volvía a hacerse presente. Cacho Massa, aquel con el que jugaba de chico en su primer amor blanco y negro a rayitas finas.
-Vivo justo enfrente a donde estaba la cancha de Deportivo, ¿te acordás cuando le ganamos a la Villa en esa cancha?
-Claro, Oscar, ¿y te acordás cuando jugábamos a las cabezas, y vos te ponías esa bincha que parecías un indio. Jugábamos en la vereda de casa, que por dentro era de madera y por afuera de chapa.
-Era jugar a las cabezas, a veces con dos toques, uno la adelantaba y el otro le daba con todo.
Oscar se reía mucho en estas últimas llamadas, durante la pandemia. Ese recuerdo cuando interrumpían la pelota para pegarse a la radio a las seis de la tarde en punto, porque empezaba “Tarzán”, y tras cartón “Poncho Negro”, y pegado “Zandokán, el tigre de la malasia”. Después seguían en la calle, «a las cabecitas», hasta que la luz del día los veía despedirse en un abrazo.

Amigos hasta el último día. Cacho Massa y Oscar Barroso, con una original camiseta de Estrella. Los dos trabajaron en Estudiantes, el club al que siguieron como hinchas

Como el abrazo final, el último con su pareja y una de sus hijas, viendo el domingo 18 de diciembre de 2022 el vaivén de goles de Argentina y Francia, aguantando en el corazón ya débil el 3 a 3 que no soportaba ni un querubín con la mejor salud. Oscar llegó a verlo, y a sentir el orgullo de que uno de sus muchachos del fútbol, Luis Martín, el 9 de Fuerte Barragán, esté con la Copa del Mundo en sus manos.
Momentos después tuvo que ser internado. Había disfrutado con emoción ese partido. “Tuve la suerte de ver la final del Mundial con él y fue muy feliz, el fútbol siempre lo hizo y lo hará feliz”, escribió Agustina Barroso desde el teléfono de su papá. Fue el último mensaje.
El alma estaba eligiendo dejar el juego.

Por Gabriel Alejandro López
Twitter: @cololopez74



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