Por Gabriel Alejandro López
Twitter: @cololopez74
Primero de febrero de 1993, Berisso. Después de varios intentos, un grupo numeroso de hinchas de Estudiantes se autoconvocaban para conformar una Filial. Están muy cerca de La Plata, sí, pero la necesidad pasaba por una relación más cercana con el Club, formar parte, cooperar, aunar voluntades. “La ciudad de Berisso tiene una identidad con estos colores”, era el comentario y a la pregunta del por qué pronto se le sacaron los signos de preguntas. Nació hace 30 años una célula social y llevó el nombre de uno de los cracks berissenses que engalanó el fútbol nacional y del extranjero, Miguel Angel Lauri.
No había terminado febrero cuando la Filial nacida vio el primer partido de visitante (cuando el público visitante podía presenciar la fiesta), y un estruendoso triunfo hizo eco en el cemento de River, por un 2 a 0 que llegó con goles de Carracedo y de Calderón (en la estadística era el partido número 2.300 del Club en el profesionalismo).
Lauri, curiosamente, debutó contra River a los 17 años de edad; él lo recordó a sus ochenta y un años de vida en el living de su hogar: “A la mañana jugamos contra Gimnasia, ganamos 3 a 0, y a la tarde Estudiantes jugaba de visitante con River; como habíamos ganado, un directivo nos invitó al Conejo Scopelli y a mí. Comimos bien y fuimos en tren. En la cancha se nos acerca otro directivo y nos dice que Nolo Ferreira no pudo venir, que otro también había faltado y que nos cambiáramos rápido porque íbamos a jugar. Fue algo ocasional, la delantera formó ese día: Alvarez, Scopelli, Lauri, Irurieta y Gamoy”. No quería jugar de wing sino de entreala (8), pero al tomar continuidad en la línea ofensiva delantera de “Los Profesores” fue un grande que salía en diarios y revistas: Lauri, Scopelli, Zozaya, Ferreira y Guaita.
“Flecha de Oro” Lauri (a quien rinde tributo esta familia berissense) antes de la fama fue llamado por River a un amistoso, la descosió y le pidieron que volviera para firmar, poniéndole 50 pesos en el bolsillo; él, con muchas dudas, se volvió a Berisso con la mano en el bolsillo porque tenía miedo de perderlos. “¡La guita que era en 1927!”.
Dinero había que ahorrar si la Filial quería tener casa propia. Junto a algún peso que dejaba fletar los micros, más las fiestas con servicio de sanguches, gaseosas y cervezas, se formó un fondo económico. “La intención era comprar una propiedad para poder instalarnos definitivamente. Rifamos un auto cero kilómetro, en cuotas, para que el socio y simpatizante pudiera tener acceso. Resultado de aquella fiesta en el Hogar Arabe de Berisso, donde sorteamos el auto, fue que pudimos entregar la mitad del valor de la actual Sede, ubicada en la calle 10 y 165, bautizada por el histórico dibujante Luis Belloro como La Esquina Pincha” cuenta Raúl Díaz, uno de los tres miembros de la Comisión Directiva que fueron a una inmobiliaria para financiar el resto de la casa en 36 pagarés, junto a Carlos Leveratto y Marcelo Cuadra.
Barrio… Barrio… perdoná si al evocarte se me pianta un lagrimón… Que al rodar por tu empedrado, es un beso prolongado, que te da mi corazón” (tango)
Ya no están, porque se mudaron de barrio al más allá, Leveratto, Belloro, Félix Cirone. Aparecen en algún comentario que disparan los años y la nostalgia. Las comidas de “los lunes a la noche” donde cada invitado —directivo, futbolista, entrenador— firmaba un Libro de Oro. El primero fue Daniel Guadalupe Pighín.
La nostalgia de Berisso está en la piel de Juan Ramón Verón, quien se crió en esta ciudad, cuando era mucho más chica en habitantes y con muchas calles de tierra. Y se hacía algunas escapadas hasta la cancha de Villa San Carlos, «jugábamos hasta que nos sacaban», me compartió la Bruja el día de su cumpleaños número 75.
Los viajes, por pequeños que sean, se guardan como grandes momentos en el alma del hincha. Los primeros sucesos de fletar cuatro micros a Vicente López; la interminable canción de un domingo lluvioso en el nuevo Gasómetro con la dicha del 2 a 0 a San Lorenzo (Paz y Ruben Capria) para ser los primeros en ganarle «allá» a San Lorenzo, en su flamante estadio. El destino les pondría un descenso, barrera dura que pasaron rápido. La Filial no podía parar, por más resultado adverso por asumir. Y formaron parte de la campaña récord, viajando por rincones de todo el país. En plena ebullición, los visitó en la sede de 10 y 165 el Profesor Daniel Córdoba. Mientras se hacían restauraciones en la casona (en esos días habían cruzado una viga de lado a lado para construir el entrepiso), quedó la anécdota cómica al final, cuando Córdoba tomó la palabra y lo hizo justo debajo de esa viga recién colocada. Algunos de los presentes no se animaron a cortar el emotivo discurso, pero algunos cruzaban los dedos ya que la viga realmente pendía de un hilo…
En 1996 se disputaba la primera edición de una Liga de Fútbol Infantil, LAFIR, que fundó un grupo de entrenadores empíricos, obreros, hijos de Berisso, y el presidente de esa expresión popular fue el recordado Juan Buzsczak. “El Gordo” llamó a muchos clubes que habían dejado el fútbol hacía tiempo y motivó a que otros organicen las categorías. Así fue que arrancaron Zona Nacional, de la populosa Nueva York, y la Filial Miguel Angel Lauri. “Explotamos, nos sobrepasó, alquilamos un predio en la escuela industrial donde hacíamos de local” cuenta Raúl Díaz, quien fue designado presidente de la subcomisión de fútbol infantil. Por esas volteretas del destino recibió el llamado de Buszczak, el hombre que lo había dirigido de niño, y Díaz con el fútbol haría camino, de Berisso a River (llegó a Reserva).
No se trataba de ganar, ni siquiera de tener un “buen ojo” para elegir a los mejores, la Filial era sinónimo de inclusión y de inculcar algo de ese amor llamado Estudiantes. Se recuerda a Nicolás Nikoloff como uno de los más entusiastas.
Además de la cancha de siete, salieron a la cancha con categorías juveniles, de 14 a 17 años, siendo locales en pleno Centro Cívico el campo de juego de Trabajadores (allí eran locales, a pocos metros del sitio donde tenían lugar las infantiles).
Había locos lindos, pero serios, que tenían el futuro entre ceja y ceja. Uno de ellos era “El Gallego” Ruben Sagarduy, a quien se le ocurrió organizar un torneo entre las cuatro ligas que entonces regían el fútbol infantil.
Una de las juntadas fue en un restaurante de 53 entre 7 y 8, que ya no está porque forma parte de la propia sede social Pincha. “Fuimos los dirigentes de todas las ligas de la región, cosa que era difícil y se empezaron a aunar. Cuando salimos de esa comida nos encontramos con Edgardo Valente (presidente del Club), berissense de cuna, que le dice a Higinio Restelli (técnico de divisiones juveniles), ‘acá tenemos que ir a buscar jugadores, a las ligas de la zona’”. En 1999 se jugó la Copa Rioplatense y el escenario de la final fue en 1 y 57.
El boom de la Filial incluyó un ítem que recién estaba en pañales: el Fútbol Femenino. Es uno de los primeros en organizarse en toda la región.
Algún día se iba a escribir el fin de la canchita del Industrial de Berisso. Del Centro se corrieron apenas unas cuadras, en dirección al monte. En eso hubo estrategia. “Ese terreno lo compramos con una visión… Porque si el club se iba más lejos no íbamos a arrastrar a los pibes. Y encontramos una hectárea y media a tres cuadras de la Avenida Montevideo”, explica Sagarduy, quien ya no está ligado al fútbol infantil pero sabe que la Filial es una institución de las más importantes.
Allí está hoy la cancha oficial y las de entrenamientos, en la calle 14 entre 171 y 172, iluminadas, con vestuarios confortables y un Salón de Usos Múltiples donde se celebran cumpleaños y otras reuniones sociales. La cancha de inauguró oficialmente en 2011, cuando la primera división de Estudiantes contaba con un futbolista maduro, que alguna vez fue niño y transitó esa liga infantil, Leandro Benítez, “El Chino” (formado entre Pettirossi de Ensenada y Estrella de Berisso, antes de ser novena división de Estudiantes).
Desde 2016 la Filial empezó a participar en una segunda liga, LIFIPA. Hoy cobija a más de doscientos niños y algunas niñas, porque el reglamento de LAFIR contempla el fútbol mixto.
La subcomisión tiene a Cristian Fernández al frente de una tarea hermosa, donde se cumple la ley del que primero se dispone a dar, luego recibe automáticamente. Es el afecto, el karma que retorna, el saludo genuino de los pibes. Cristian llegó como padre de Patricio en la clase 97 hace veintiún años y cuando le ofrecieron una categoría empezó y todavía no paró.
Hay quienes son pinchas y quienes no, pero empiezan a simpatizar. Hay quienes directamente son de otras camisetas. Sin embargo, la finalidad es otra. Juntarse. Disfrutar. Experimentar. Ver quiénes están dispuesto a sacrificios para intentar llegar a ser jugador de fútbol (cosa para pocos). La primera categoría que “egresó” de este predio que llega una década de historias fue la 98, que integraba un pibe Facundo Pezza, quien fue amateur de Estudiantes con Juan Fohyt (campeón del Mundo en Qatar 2022). Pezza no pudo ser de Primera, pero se fue a jugar al continente europeo, persiguiendo sus sueños.
¡Barrio… Barrio… que tenés el alma inquieta de un gorrión sentimental!».
La Esquina Pincha de calle 10 atiende temas sociales. La dirigencia se renueva. Hoy preside el grupo Juan Cruz Gerez, aquel rusito que con 5 años llegó con sus padres para jugar y se puso la primera camisetita con el director técnico Julio Cucolo. Llegó a jugar hasta la Sexta división del «León», luego pasó a Villa San Carlos (campeón de Primera C 2008-2009), es odontólogo y los valores del fútbol los aplica en el día a día dentro de la institución. “Crecer en las diferencias, hasta que se aclaren. Por suerte los lazos continúan, tenemos hoy a uno de los nietos de un fundador, Félix Cirone. Pertenecemos a Estudiantes, tratamos de representarlo. Ahora, por la Copa Argentina, sacamos un micro que ya agotó pasajes”. Sobre su niñez en la categoría 1988, expresó que “el fútbol infantil es lindo, a mí la Filial me educó, me formó, me dio amigos”.
El mentado “sentido de pertenencia” tiene nuevos ejemplos. Vicente Dragonetti terminó de jugar en la 04, se quedó como técnico, estudia preparación física y ahora es seleccionador de LIFIPA.
“No tenemos Primera, sino te lloverían pibes”, reflexiona Fernàndez. “El grupo de soñadores que en un comienzo nos alineamos con esfuerzo y honestidad ya hemos visto con creces el objetivo cumplido”, sonríe Díaz.
La Sede de 10 y 165 tiene un salón que es alquilado frecuentemente por berissenses (albirrojos o no en el corazón) para realizar festejos de cumpleaños. Un salón con mística, porque tiene su sector con el homenaje a los socios fundadores, y aparece una foto del presidente Mariano Mangano (de aquel club que tocó el cielo deportivo).
Y todos los fines de semana la camiseta de Estudiantes de La Plata es representada por muchos chicos. Llegada la hora de jugar, de alentar, los muchachos que ponen la bandera en el estadio «Jorge Luis Hirschi» son el recuerdo de un pueblo inmigrante, la memoria a a un goleador con pelota de tientos y botines pesados. La bandera de Berisso con la letra I que lleva la figura del trofeo de todos los trofeos que supieron conseguir en Inglaterra. Un espectáculo único que hacen todos y todas. O como bien pusieron como eslogan allá en La Plata, y se siente acá en Berisso: “uno para todos y todos para Uno”.