Gay Talese ha escrito en su último libro, Bartleby y yo , que Nueva York es una ciudad de cosas que pasan inadvertidas. Es una metrópoli con gatos durmiendo bajo vehículos aparcados, de armadillos que trepan por la catedral de San Patricio y de miles de hormigas arrastrándose por la cima del Empire State. Y con mendigos que cogen taxis hasta el Bowery o con hombres trajeados que rebuscan entre los cubos de la basura del Upper. Y resume así su definición de Nueva York: “Es una ciudad para excéntricos y una fuente de información extraña”.
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