En un taller de la Vila de Gràcia ingresan unos pacientes muy especiales. Se trata de muñecas con los ojos dañados o peluches maltrechos que necesitan ser reparados. Esto es lo que hace la maquetista Noemí Batllori, la impulsora del llamado hospital de juguetes. A estas piezas les da una nueva oportunidad y prolonga su vida para causar todavía muchas alegrías a sus dueños, ya sean niños y niñas o incluso personas mayores que conservan todavía sus juguetes de la infancia y quieren que los disfruten sus hijos o nietos.
Hace unos años existía otro lugar en la ciudad donde se reparaban muñecas, pero cerró sus puertas en 2017. Se ubicaba en el céntrico barrio Gòtic, en las galerías Maldà y se denominaba policlínica de bebés, fundada en 1946. En cierto modo, Batllori ha cogido el testigo de este trabajo artesanal que hace con mucho esmero y cariño. “Son objetos que nos conectan con nuestra infancia y quiero ponerlos en valor. Nos recuerda a un mundo no tan dominado por lo digital y que nos aportaba calma”, comenta esta cirujana de juguetes, formada en la escuela de arte y diseño Llotja.
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Los pacientes ingresados a la espera de ser arreglados
Mané Espinosa
Aún sin saberlo Batllori, la semilla de este espacio la puso en 2017, cuando a su hija Gala, con cuatro años, se le rompió su muñeca y tras un gran disgusto jugaron a que la llevaban a un hospital y la curaban. El berrinche se le pasó y un tiempo más tarde para Navidad decidió hacer una recogida de juguetes rotos entre los familiares y amigos para arreglarlos. Vio que el asunto suscitó interés y el siguiente paso fue abrir este lugar en un local de Gràcia.
En esta época del año, con la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos, hay una quincena de pacientes aunque el ritmo laboral es constante a lo largo del año. “A lo mejor antes de verano, en septiembre o en Navidad hay algo más de trabajo porque la gente acostumbra hacer limpieza y salen cosas de los altillos”, explica Batllori.
Entre los pacientes, ubicados en la estantería de ingresos, hay desde muñecas de porcelana y peluches hasta triciclos de madera o un caballito de cartón. Todos ellos disponen de una etiqueta con el número de paciente y están recogidos en la libreta de ingresos. Desde que abrió este particular hospital en 2019, Batllori ya ha reparado más de 500 juguetes.
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Batllori muestra una muñeca que tiene que reparar
Mané Espinosa
Además, ella también imparte talleres para arreglar estos objetos promoviendo un consumo responsable, dirigidos tanto a escuelas de barrio, como alumnos de magisterio o de formación profesional. Este hospital tampoco atiende juguetes bélicos. Entre otros proyectos, Batllori prepara una serie limitada de coches de madera y también elabora casas de muñecas. “Es una labor muy gratificante. Veo a la gente feliz cuando arreglas su juguete y recibo mucha buena energía por su parte”, concluye con una sonrisa Batllori.
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