Stalin los mandó a filmar la guerra en la primera línea de fuego. Como si se tratara de una película con actores principales y de reparto. Solo que era la Segunda Guerra Mundial, iban junto a los soldados del Ejército rojo, y documentaban todo: a los soldados, las armas, las batallas, los territorios sobre los que avanzaban, los muertos, y la liberación – el 27 de enero de 1945- del más abyecto campo de exterminio nazi, Auschwitz-Birkenau, donde asoló el mal absoluto. Este año se cumplen 80 años de aquella liberación.
En varias fuentes documentales vinculadas con la liberación de Auschwitz-Birkenau, un gran complejo de campos ubicado en Oświęcim y Brzezinka, en Polonia, aparece esta historia tan poco conocida de los camarógrafos y documentalistas rusos que registraron los hechos, pero que frente al horror sufrido por las víctimas del nazismo pasaron a un segundo plano. Agregado el dato que, tras el Acuerdo de Yalta, prevaleció la mirada de Occidente para una vasta porción del mundo.
El testimonio de Boris Sokolov, camarógrafo militar ruso, recogido en el sitio lekcja.auschwitz.org/ dice: “Nuestra arma era una cámara de cine, porque nos mandaron para filmar la guerra, en vez de luchar. No disparábamos con armas, sino con cámaras”. Sokolov estuvo en varios frentes durante la Segunda Guerra Mundial y participó de la liberación de Polonia y de la toma de Berlín. Fue galardonado por su heroísmo, y todo ello sin disparar un arma.
El ejército soviético entró en Auschwitz, Birkenau y Monowitz y liberó a más de 7000 prisioneros, la mayoría de los cuales estaban enfermos y moribundos, en el crudo invierno de enero de 1945. A medida que avanzaban, las temibles SS nazis comenzaron a evacuar tanto Auschwitz como los campos aledaños. Casi 60 mil personas fueron conminadas a iniciar la llamada marcha de la muerte. Miles de ellos, en su mayoría judíos, fueron muriendo en el camino.
La primera documentación de los crímenes nazis
El 20 de enero de 1945, una semana antes de que los documentalistas y camarógrafos rusos llegaran a Auschwitz-Birkenau, los nazis volaron tres crematorios y el complejo de barracas y almacenes. En la mañana del 27 de enero de 1945 los soldados del 60.º Ejército del Primer Frente Ucraniano llegaron a Oświęcim. La paradoja histórica de la Segunda Guerra fue que aquellos militares representaban al totalitarismo stalinista liberando a los prisioneros del totalitarismo nazi.
Poco después de la liberación de Auschwitz, llegaron corresponsales de guerra soviéticos y periodistas polacos, quienes tuvieron las primeras imágenes e informaciones del exterminio nazi allí ocurrido. Por su parte, los realizadores y y fotógrafos soviéticos tuvieron imágenes únicas del campo de concentración.
En este sentido, un documental duro y conmovedor es “Auschwitz o Crónica de la liberación”. Varios de esos fotógrafos, camarógrafos y documentalistas fueron luego testigos en las investigaciones por los crímenes nazis.
En un fragmento de ese film, dirigido por directores soviéticos, el camarógrafo ruso Alexander Woroncow dio un testimonio escalofriante: “Antes de llegar al campo de Auschwitz ya había oído al respecto. Pero lo que vi y filmé allí fue lo más horrible que jamás vi y filmé desde la Gran Guerra Patriótica (así llaman en Rusia a la librada contra la Alemania nazi). Junto a la cerca de alambres de púas se encontraban cientos de personas. Miraban a nuestros soldados con miedo en los ojos, porque no sabían que eran soldados soviéticos, libertadores. Esperan lo peor: la muerte. Filmamos los rostros de estas personas”.
Adolf Forbert, fotógrafo y cineasta polaco que poco después de la liberación, preparó material documental para el noticiero de cine que se proyectaba en Polonia, dijo en el film: “Estoy deambulando por Birkenau, acompañado por los prisioneros que aún están allí. A partir de sus agitadas revelaciones y fragmentos de información, reconstruyo la imagen de un conglomerado gigante de sufrimiento y muerte. Entre los barracones, debajo de la nieve, hay montones más pequeños de cadáveres congelados. Es el horror. Ya tenía una sólida experiencia en la guerra, el sufrimiento humano, las heridas y la muerte. Me volví inmune y pude sostener la cámara sin que me temblaran las manos… Aquí, sin embargo, volví a sentirme incómodo y sólo a través del visor pude observar aquellas escenas espantosas”.
Su abrumador testimonio continuó: “Sigo deambulando, filmando esas terribles escenas desde varios ángulos. Ahora estoy conduciendo hacia el campo [principal] de Auschwitz. Bloques de ladrillo: una panorámica aquí, un primer plano allá. Una mesa para golpear a los prisioneros, una horca con trampilla, nuevamente primeros planos y planos medios… Mazmorras y pasillos, cadáveres por todas partes, estoy indefenso, no puedo filmar, no hay iluminación”.
La primera mirada sobre este horror se mantuvo sepultada en los primeros días de la liberación de Auschwitz-Birkenau. Sobre el cruento final de la Segunda Guerra, el caos era total. Los nazis se retiraban, pero en el camino seguían dando batalla y sembraban más muertes; liberar a los prisioneros de los campos –apenas descubiertos- era la prioridad, por eso el rescate de aquella mirada inaugural de los documentalistas y fotógrafos “empotrados” con las tropas soviéticas es tan valiosa.
Forbert trabajaba superando su conmoción: “Estoy haciendo una panorámica lenta. …En varias partes del campo filmé filas interminables de cadáveres contra alambradas de púas. Primeros planos de aisladores, cables eléctricos, el sol reflejado en los cristales de una torre de vigilancia; otra panorámica más de las torres de vigilancia y las cercas de alambres de púas bajo el sol poniente. Los rostros de los prisioneros, ahora libres, pero enfermos o muy débiles, contra las cercas…Y un grupo de prisioneros preparándose para salir, empaquetando sus bultos, sus mochilas improvisadas. Aquí cinco primeros planos y, a mi requerimiento, estas sombras de personas se ponen en marcha”.
Durante un aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau, hace unos años en el Memorial de la Shoa de París, ubicado cerca del Hotel del Ville, volcado a la historia del exterminio judío durante la Segunda Guerra Mundial, una impactante muestra temática exhibió el trabajo de aquellos realizadores y camarógrafos rusos que fueron los primeros en testimoniar el Holocausto. Accedimos a material documental inédito y a filmaciones restauradas que, en principio, el Ejército rojo no mostró tras liberar Auschwitz-Birkenau.
Incluso, en las fuentes ahora consultadas, se accede al testimonio de sobrevivientes que contaron su historia por primera vez a soldados soviéticos que eran periodistas. Fue lo que ocurrió con Edward Czempiel, un polaco deportado a Auschwitz el 2 de diciembre de 1942 y registrado como prisionero número 79254. El 1 de febrero de 1945, apenas cinco después de la liberación de Auschwitz, llegó a Bieruń donde le dieron alojamiento y comida. Esa noche habló con soldados soviéticos que escribían para un periódico que se enviaba desde el campo de batalla. Los rusos publicaron el testimonio de Czempiel en “Frontline Gazette”.
El shock de lo inesperado
Cuando el 12 de enero de 1945 el Ejército Rojo lanzó su ofensiva con el objetivo de establecer cabezas de puente para el próximo ataque a Berlín, parecía no tener idea de lo que iba a encontrar en Oświęcim, donde se encontraba Auschwitz.
Las fuentes consultadas, vinculada a ONG judías y museos sobre la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos y Europa, dan cuenta que, en sus comunicaciones sobre operaciones de combate, el Ejército soviético en principio no daba evidencia de que la liberación de Auschwitz fuera una prioridad. Incluso los documentos no lo mencionaban. ¿Acaso los comandantes soviéticos de primera línea no sabían de su existencia? El shock debe haber sido inenarrable cuando los llamados “exploradores a caballo” entraron al campo de exterminio, cámaras en mano.
La sobreviviente Eva Schloss recuerda su asombro al ver al primer soldado del Ejército Rojo: “En la puerta vimos una criatura enorme envuelta en piel. Hacía un frío terrible, terrible. […] Al principio pensamos que era un oso, pero cuando lo miramos más de cerca, nos dimos cuenta de que era un ser humano. Lo llevé para mostrarle el cuartel y este hombre corpulento, que debía haber visto cosas terribles, tenía lágrimas en sus mejillas”.
La agencia de prensa soviética TAZ no informó al mundo sobre la magnitud de los crímenes cometidos en Auschwitz-Birkenau hasta el 7 de mayo de 1945, cuatro meses después de haber liberado el campo. Y no fue por la piedad de Stalin, sino por razones ideológicas.
Los camarógrafos soviéticos querían filmar la liberación del campo tal como pensaban que debía mostrarse al mundo. Cuando los prisioneros liberados se recuperaron un poco fueron usados como extras. El realizador ruso Alexander Woroncow, responsable del film “Auschwitz o Crónica de la liberación” dijo que la puesta en escena no se parecía en nada a la realidad del 27 de enero y por eso aquellas imágenes no fueron utilizadas.
Recién hace 15 años, cerradas las heridas de la Segunda Guerra, durante el 65º aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau, en el antiguo campo de concentración, representantes de la Federación de Rusia, del Ministerio de Educación de Polonia, y del Memorial de Auschwitz, inauguraron una exposición temporal alusiva.
Dividida en tres partes contaba la historia de la liberación del campo, el rescate de los prisioneros de Auschwitz e ilustraba los acontecimientos que sucedieron inmediatamente después de la liberación, los esfuerzos de los médicos y de los civiles que ayudaron a salvar a los prisioneros. La última parte fue sobre el esfuerzo por documentar los crímenes cometidos en Auschwitz.