La muerte de un soldado uruguayo y las heridas sufridas por otros que se encuentran en una misión de paz en la República Democrática del Congo volvieron a poner sobre la mesa el rol de los cascos azules en las zonas de conflicto. Desde 1952, cuando Uruguay mandó sus primeros observadores a India y Pakistán, se han desplegado soldados en diferentes rincones del mundo. Exmilitares relataron a El País sus experiencias en misiones de paz, en las que llegaron incluso a “enfrentar la muerte”.
Roberto Correa Ardohain (65) estuvo en cinco misiones de paz. Dos de ellas, en el Congo, una, en Mozambique, otra, en el Sáhara y otra, en Haití. “Es una condición básica tener noción de que existe riesgo de vida”, asegura, al ser consultado sobre si evaluó los peligros, antes de tomar la decisión de irse.
Antes de ir a la primera misión, en 1993, había escuchado anécdotas de sus compañeros que le contaban cómo era vivir en ese contexto. Previo a partir, recibió tres consejos: hacerse la idea de que le esperaba lo peor, cuidar las comunicaciones para no poner nerviosa a su familia y tener bien claro cuál era su propósito.
Roberto, que llegó a ser Teniente Coronel y ahora se encuentra retirado, quien fue parte del Estado Mayor y compartió equipo con militares y civiles de todos los continentes, siempre estuvo convencido de “buscar la excelencia” en cada misión.
“Llegué a pedir para ir al lugar más peligroso del Congo. El miedo se enfrenta y se supera. Yo sabía que arriesgaba la vida”, dice y luego relata que en Kinshasa, la capital, llegó a estar cerca de siete veces bajo fuego.
Pero no fue la única vez que estuvo cerca de la muerte. En Haití, acompañaba a un soldado argentino, cuando este decidió entrar en una zona roja. Francotiradores locales que vigilaban el territorio mataron a dos personas, y Roberto sabía que podía ser el siguiente.
“Era esperar a que se hiciera de noche y rezar para que él no tuviera visión nocturna. Tuve suerte y acá estoy”, cuenta y remarca que cuando estás en el exterior, en este tipo de misiones de paz, “no existe el margen de error”.
Pero, en momentos de guerra, todos buscan su “mimo al espíritu”, y Roberto no paró de hacer gestiones hasta conseguir una reserva de 500 kilos de yerba, para poder tomar mate, estando a más de 8.000 kilómetros de su país.
“Difícil de imaginar”
Fernando Rocca (65) ya era Teniente Coronel, cuando en 2001 se fue a una misión por primera vez en el Congo. Años después se iría a Etiopía y Eritrea, y su última vez fue en 2012, cuando estuvo en Haití. Al Congo, como observador, mientras que en las otras, ocupó cargos dentro del Estado Mayor.
En esa primera misión, vio cómo un compañero sufrió malaria. Todavía recuerda que lo llevaron en helicóptero a la base y, desde el aire, vio cómo la zona estaba destruida e incendiada, producto de los enfrentamientos.
“Estás todo el tiempo tomando decisiones bajo presión”, relata. Muchas veces, dice, tuvo que “caminar kilómetros para poder encontrar un pollo para comer”.
Para asegurarse la comida, compraban para varios días y se guardaban pequeños paquetes en una heladera.
Tanto Roberto como Fernando experimentaron distintas formas de comunicación para poder ponerse en contacto con sus familias. Desde salir por el desierto y guiarse por estrellas para conseguir una antena o programar telegramas que demorarían semanas en llegar. Todo cambió con las videollamadas y el avance tecnológico en materia de celulares, que facilitaron enormemente la comunicación.
“Uno se prepara para eso. Es medirse en la cancha grande y te da una experiencia invaluable”, cuenta Fernando, aunque reconoce que el escenario es “difícil de imaginar” para alguien que nunca estuvo en el territorio.
Más de 100 grupos guerrilleros disputan el “corazón de África”
En el Congo, en más de dos millones de kilómetros cuadrados de superficie, conviven cerca de 444 etnias y se enfrentan más de 100 grupos guerrilleros, según estima el Ejército uruguayo. Estos responden a distintos territorios y religiones, pero todos se disputan la superficie de este país, ubicado en el “corazón de África”.
M23 es una de las milicias rebeldes más fuertes que combaten en la zona, respaldada por el Ejército de Ruanda. Recientemente, el grupo consiguió tomar la ciudad de Goma, donde se encuentra la base uruguaya. En una sucesión de ataques fue asesinado el soldado uruguayo Rodolfo Álvarez, mientras otros sufrieron heridas.
La intención de los bandos es hacerse con el territorio, debido a la enorme riqueza de minerales, entre ellos, el cobalto o el coltán, utilizado para fabricar productos electrónicos. Estiman que en el país hay reservas billonarias de minerales que aún no han sido explotadas.
Uruguay es de los que aporta más militares
Hace más de 70 años que Uruguay envió sus primeros observadores a una misión de paz y, al día de hoy, han sido más de 55.000 efectivos los que han participado. Actualmente hay 1.015 soldados distribuidos por el mundo. Las autoridades se encuentran en alerta por el contexto en que se encuentran, especialmente, los que están en el Congo, donde hay 750 compatriotas y la situación permanece “tensa”, según dijeron desde el Ejército a El País.
Datos de las Naciones Unidas, actualizados hasta octubre de 2024, colocan a Uruguay entre los 10 países que más militares aportan a la región del Congo, ocupando el noveno puesto.
La participación en las misiones es voluntaria, y antes de partir se realiza una preparación militar, pero también médica, a través de exámenes y vacunas.
Las motivaciones para partir varían según la persona. Por un lado, se encuentra la parte profesional, para poder “llevar a la práctica todo lo aprendido en el tiempo”, pero también está la económica, dijeron algunos exmilitares a El País.
Dependiendo del cargo que se ocupe, un militar que participe de una misión de paz puede ganar entre 1.500 y 4.500 dólares mensuales.
Pero una vez en el terreno, volver hacia atrás no es sencillo. Hay tres motivos por los que un militar puede volver a su país antes del tiempo previsto para finalizar la misión. Estos son la muerte o gravedad en la salud de un familiar, haber sido herido o por sanción disciplinaria.
Es que, al establecer la participación de un país en una misión de paz, se firma un Memorando de Entendimiento (MOU), entre el país que solicita la intervención, Naciones Unidas y el país que acepta colaborar, que queda regido por reglas impuestas por la ONU.
Familiares de uruguayos en el Congo se movilizaron pacíficamente este viernes pidiendo al Estado que retirara las tropas de la zona de conflicto. “Ya terminaron su misión, tendrían que haber vuelto el 26 de enero”, lamentó Félix Palavecino, vocero de los familiares.