Seguro que te has encontrado con alguna de ellas. Con esas personas que creen saberlo todo y que se consideran más inteligentes que el resto. Y lo peor de todo: les cuesta reconocer el talento de los demás.
En psicología esta actitud de superioridad llevan el nombre de efecto Dunning-Kruger, explicado en un ensayo de David Dunning y Justin Kruger, de la Universidad de Cornell, publicado en 1999.
En un mundo donde la confianza en sí mismo es un bien muy preciado, también abundan quienes se hacen pasar por inteligentes para no avergonzarse. Es el llamado síndrome del impostor, un sesgo opuesto al efecto Dunning-Kruger.
Entre ambos sesgos navegan muchas personas que se perciben a sí mismas por encima del promedio en un sinfín de habilidades. Lo cierto es que carecen de metagognición, la habilidad necesaria para analizarse de manera objetiva.
Un artículo del sitio Psychology Today explica que “el efecto Dunning-Kruger se ha encontrado en áreas que van desde el razonamiento lógico hasta la inteligencia emocional y conocimiento financiero. El efecto no se reconoce solamente entre individuos incompetentes: la mayoría de las personas tienen puntos débiles en los que el sesgo puede ocurrir”.
El efecto “también aplica a las personas con una base aparentemente sólida de conocimiento. Individuos con puntuaciones muy altas en una habilidad sobreestiman su capacidad hasta cierto punto”.
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La tendencia al efecto puede ocurrir porque al obtener una pequeña dosis de conocimiento en un área en la que era ignorante haga sentir a la persona, repentinamente, como un verdadero experto.
Para la psicología, “un tipo de exceso de confianza se conoce como sobreprecisión, y ocurre cuando alguien está exageradamente seguro de que sus respuestas son correctas. Estas personas pueden parecer altamente competentes y persuasivas debido a su aparente confianza”. Quieren tener estatus y poder, y la necesidad de aparentar ser más inteligentes que el resto.
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Como estos “sabelotodo” aparecen por todas partes, en especial en el trabajo, conviene considerar los consejos de la psicóloga española Patricia Ramírez, entrevistada por la RTVE.
Ramírez dice que no debemos esperar reconocimiento por parte de estas personas porque “normalmente no pueden reconocer la inteligencia de los demás, solo la propia”.
Agrega que estas personas necesitan alardear de sus capacidades y talentos, y presumir delante de los demás porque “buscan seguridad a través del reconocimiento”. Ramírez dice: “Cuanto más presumes de lo que careces, más quedas en evidencia”.
La experta aconseja a los afectados por el efecto Dunning-Kruger que traten su inseguridad “aprendiendo a reconocer sus vulnerabilidades” porque, agrega, “la inseguridad no se cura haciendo de menos a los demás”.
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Por otra parte, hay que saber que “aprender de los demás no significa que tú seas menos. Tenemos que entender que las personas no podemos saber de todo y aprender del otro es una manera de seguir interiorizando conocimiento”.
Ramírez dice que “tu valor sube cuando reconoces tus limitaciones y te comportas con humildad. Existen diferentes tipos de inteligencia y no podemos ser inteligentes en todo. Reconocer que no sabemos algo, entonces, nos da credibilidad delante de los demás”.
Como si fuera una paradoja, las personas inteligentes de verdad, suelen subestimarse. “Para muchas personas, a más experiencia y conocimiento adquieren, menos confianza tienen. Los expertos tienen una metacognición más amplia de su tema en particular (saben que no saben), y son capaces de ver complejidades que una persona con poco conocimiento en el área ignoraría”, explica Psychology Today.