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Juan Martín Posadas | Montevideo
@|La empresa Yazaki, instalada en el Departamento de Colonia y con otra planta en Canelones, acaba de decir –decirle al Gobierno y decirle al Uruguay- que se va. Se va del Uruguay. Cierra sus plantas y se va. Aduce dos motivos para tan drástica decisión. Uno, que los costos de producción son caros en comparación con otros países de la región. Es verdad. El otro: la conflictividad sindical. También es verdad.
El Sr. Marcelo Abdala, presidente y portavoz absoluto del PIT-CNT puso el grito en el cielo, insultó a los japoneses de la empresa y repitió su consabido discurso-sermón. Discutir con Abdala es perder el tiempo: tiene bien encasquetado el balde.
Pero si es al santo cuete argumentar con Abdala, quizás sea plantear este asunto a la reflexión, por ejemplo, de los frentistas de Malvín o del Cordón, a los de la Universidad, a los periodistas compañeros (La Diaria, y una tropa en TV) para que revisen los fundamentos de sus aplausos viejos a la dirigencia sindical. Preparen todos ellos lo que le van a decir a los cientos de trabajadores que quedan en la vía.
Y tomen en cuenta todos los votantes del Frente Amplio que Yazaki es una empresa internacional, que si no encuentra con quién razonar, levanta sus petates y se manda mudar. Pero una empresa local, pongamos el caso de CONAPROLE, que no se puede ir, viene aguantando y ha tenido que aguantar los abusos cotidianos de su sindicato, que ha llegado a defender a un trabajador que fue sorprendido y grabado robando. Todas las ventajas que el sindicato de la leche ha conseguido para sus asociados ha sido sobre el lomo de otros trabajadores: los del tambo: patrones y peones que madrugan y trabajan a la par. ¿Quiénes son los que construyen el Uruguay? ¿Quiénes lo destruyen? Las dirigencias sindicales actuales no defienden al trabajador: defienden al círculo dirigente gremial.
El sector autopartes en el que operaba Yazaki estaba en la categoría textiles porque trabajaba en tapizados de coches y recubrimientos de cables de conexión eléctrica. El Sr. Abdala, consiguió que fuera pasado a metalúrgico donde el laudo es más alto y festejó eso como un gol. Gol en contra para los obreros y para el Uruguay.
El Uruguay seguirá trancado, con logros nominales y perdiendo oportunidades concretas si sigue, como ahora, respetando vacas sagradas. Convendría que todos los frentistas, particularmente los más jóvenes, leyes en el libro que escribió el gran dirigente sindical Héctor Rodríguez y que tituló “La Utopía Rutinaria”. Eso ha venido a ser el PIT-CNT y su ahijado el Frente Amplio.
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