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El vuelo MH370 y el 121 a Pocitos

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Alejandro Nelson Bertocchi | Montevideo
@|El 8 de marzo de 2014, un Boeing 777 de Malasia Airlines desapareció en un vuelo rutinario entre Kuala Lumpur y Pekín, con 239 personas a bordo. Según las últimas investigaciones, es muy probable que sus restos se hallen en el océano Índico a la altura del noroeste de Australia; en un evento que ha deparado mil conjeturas sobre qué fue realmente lo sucedido en esa tragedia donde nadie salió con vida. Según establece el abogado e investigador estadounidense Blaine Gibson, a esta altura quien más ha trabajado en este célebre siniestro, lo acaecido en dicha aeronave muestra un claro indicio de haber sido un presunto suicidio, seguramente inducido por su piloto malayo a quien ha escrutado en sus últimos días en su misma vida privada, notando algunas facetas depresivas en su personalidad.

El estudio de la ruta de la aeronave demuestra que durante su vuelo nocturno repentinamente cambió su ruta hacia el espacio vietnamita para virar hacia el oeste, luego de efectuar maniobras erráticas que, según la hipótesis de Gibson, demuestra que el avión fue desviado, controlado obviamente por alguien desde la cabina de mando y despresurizando para ocasionar la muerte de todas las personas a bordo, excepto quien se hallaba al comando.

Así se prosiguió tranquilamente el vuelo hasta agotar el combustible y caer en picada sobre el mar en un punto que justamente sería el lógico dada la autonomía de sus tanques.

Ciertamente este hecho no es el primero en la historia de la aviación, siendo el caso de la aerolínea Germanwings, de marzo de 2015, el más reciente, donde fallecieron ciento cincuenta personas. Lógicamente también esto se ha dado en otros sistemas de transporte colectivo en todo lo ancho del mundo.

Salvando tiempos y situaciones y simplemente a vuelo de pájaro, se nos ocurre opinar que a la vista de lo ocurrido en el caso del espectacular siniestro del ómnibus línea 121, del 26 de octubre pasado, se poseen algunos rasgos objetivos similares entre una cosa y la otra; aunque los mismos hechos se hallen en las antípodas y aún bajo investigación.

Lo que sí hay que lamentar es la ingrata muerte de una ciudadana de tan modesta condición en situación tan imprevista. Basta observar constantemente por TV, en los sucesivos informativos, los desagradables e ingratos videos del incidente para asumir tan dolorosa instancia que, seguramente, todos los ciudadanos confiamos que finalmente tendrá su justa dilucidación.

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