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viernes, febrero 7, 2025

‘Clara y confusa’: Amores improbables y tensiones sociales en la novela de Cynthia Rimsky

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Cinco años, cinco días, cinco horas. En tres capítulos sucede la trama de Clara y confusa, la novela de la chilena Cynthia Rimsky ganadora del premio Herralde de Novela junto a Los hechos de Key Biscayne, de Xita Rubert. “Lo que voy a contarles comenzó hace cinco años, un invierno sin nieve, en un sencillo pueblo de la provincia llamado Parera”, cuenta el narrador, introduciendo a una historia de oficios, creación artística y un amor inesperado en pago chico del interior argentino.

Y sigue: “Ese tercer sábado del mes de julio me sentía especialmente intranquilo. La campanilla del teléfono fijo, herencia de mi madre, a cuya casa llegué a vivir después de su muerte, no había sonado en todo el día. Quien sí llamó al celular fue Ovidio. Me habló de un vecino de Vallesta, ciudad vecina al pueblo de Parera, que por las noches oía agua correr detrás de la medianera de su dormitorio. Me encargó que lo fuera a ver, ya que a su gato lo estaban operando por una obstrucción. Había aprendido el oficio de tanto acompañarlo en sus visitas y hasta algunas veces hice de ayudante. Nunca atendí a un cliente solo. Tú puedes, me dijo, y cortó”.

Con frases cortas y un ritmo aplomado, la novela, tan breve como encantadora, avanza con un tono hilarante y a la vez reflexivo, y encuentra al protagonista de la historia, que se acaba de incorporar al sindicato de plomeros del pequeño pueblo, ciertamente enredado con una mujer distante, Clara, artista plástica que lo deslumbra tanto como lo perturba y que lo hace cuestionarse todo en esa zona de claroscuro que subyace como telón de fondo, nombre de la novela que al mismo tiempo funciona como atmósfera del amor y las relaciones de poder que atraviesan a los personajes.

Nacida en 1962, Cinthya Rimsky, escritora chilena radicada en Buenos Aires hace más de una década, es profesora de la Universidad Nacional de las Artes de Buenos Aires (UNA) y del Diplomado de Escritura de la Universidad Católica de Valparaíso en Chile.

Ha publicado, entre otros, los libros Poste restante, La novela de otro, Los perplejos, Ramal, El futuro es un lugar extraño, Fui, En obra, La revolución a dedo, La vuelta al perro y Yomurí, con los cuales obtuvo diversos premios. En esta entrevista con Clarín, repasa qué imágenes fundantes la llevaron a la novela, sus marcas de escritura, los oficios y la extrañeza del acto creativo y, por último, las tensiones narrativas en el “puro trabajo de imaginar”.

–Lo primero es lo primero: ¿qué disparadores fueron los que impulsaron la escritura de Clara y confusa? ¿De qué modo fuiste encontrando un tono, una voz, una estructura narrativa?

–La forma de crear es bastante caótica y no lineal. Lo primero que tuve fue el nombre de la novela y un par de imágenes muy diferentes entre sí. Luego me vino la imagen de un plomero al que le gustaba el arte y al que acusaban de ser demasiado crítico y que eso lo iba a dañar. Luego apareció la artista visual que no es reconocida y sufre por ello. Entre medio fui a una fiesta del mondongo en un pueblo cercano y habían tantas personas que no se podía llegar a la fiesta; aun así la gente no se iba. Tenía en mente las obras monumentales de Francisco Salamone, los complejos sindicales de Luz y Fuerza que vi en un viaje al norte, la ruina de todo eso, el vaciamiento de la utopía del bienestar. En el pueblo donde vivo aparecieron unos Porsche y así… el desafío fue encontrar formas de incorporar los objetos, las palabras, las imágenes en una historia de la que nunca tuve el control y que me hacía reír sola en el taller.

–Hay un universo de silencios y sonidos, como lo de la medianera que “llora”, y en cierto momento un personaje dice: “Para escuchar, tenés que aprender a des-escuchar”. El tiempo, el número cinco, la brevedad, el nombre Ovidio, Platón. Todo parece enrarecido, pero a la vez suena familiar, extraño y a la vez gracioso. ¿Cómo fuiste uniendo y contraponiendo elementos que al parecer no tienen una ilación fija en la trama?

–Es una marca de mi escritura, la de trasladar materialidades concretas, reales a contextos con los que no tienen relación. Tuve una invasión de termitas en mi taller y un fumigador me aconsejó comprarme un estetoscopio para escuchar dónde estaban, y me di cuenta de que las paredes están llenas de sonidos. De ahí vino lo del plomero que escucha filtraciones fantasmas. O el dirigente sindical que se llama Ventura. Los Ventura eran una familia judía chilena de mucho dinero, y al poner su apellido en un dirigente sindical, me permite trabajar esa diferencia, ese espacio entre ambas materialidades y construir un tercer espacio que no es lo real ni lo ficcional, es lo que llamo un plano literario. El efecto es que los y las lectoras reconocen esos objetos, paisajes, situaciones, pero no el lugar o la función que tienen.

Cynthia Rimsky  ©Mariìa AramburuìCynthia Rimsky ©Mariìa Aramburuì

–¿Qué encontraste de atractivo en el mundo de un gremio, en tiempos donde lo sindical parece algo demodé?

–Justamente me interesó tensar lo anacrónico con ese resto de utopía que todavía queda, esas glorias, me interesó poner en tensión los deseos que genera un espacio que podría ser una protección y que en la práctica es tan frágil y fantasmal. Las personas siguen necesitando acogida, un amparo y, a la vez, luchan contra eso y quieren arreglárselas solos. Es raro todo lo que pasa dentro de una palabra, como el gremio, que tiene tanto peso, historia, cronología, y también olores, sabores, colores, paisajes, memoria, y que se resiste a dejarnos.

–La conexión entre un oficio, el de un plomero, y el arte, con la aparición de Clara, es un punto de interés ineludible y a la vez de fuga. ¿En qué punto el arte no es también un oficio y viceversa? ¿Qué te interesó de esa conexión en principio tan distante?

–En general, en mis libros trabajo con personajes que tienen un oficio y me interesa la creatividad que ponen, los procedimientos que inventan, los pequeños descubrimientos que hacen, cómo hablan de sus experiencias, las palabras que usan; tiene mucho de improvisación, de azar, de casualidades, es un saber pero no una veteranía, sino un conocimiento que siempre se está poniendo a prueba. Me interesa lo que observa un plomero, lo que siente cuando llega a una casa y hurga en la intimidad de un baño, indagar en su sensibilidad. Es algo que generalmente no se pregunta. Se parece mucho a la forma en la que trabajan algunas y algunos escritores o artistas visuales.

–Por otro lado, esa relación parece condenada al fracaso, con tantas restricciones. En el medio, ocurren cosas bizarras como las fiestas de pueblo. ¿Qué fue lo que te llevó a indagar en esos intersticios entre lo privado y lo público?

–Vivo en un pueblo pequeño y me asombra cómo en lugares mínimos, en sucesos mínimos están presentes las grandes tensiones, las contradicciones universales, solo hay que saber poner el ojo. Me interesaba la corrupción, eso de que siempre el corrupto es el otro y se lo dice a media voz, nunca se prueba completamente, o no se llega a configurar el panorama completo y tampoco pasa nada, generalmente se diluye. Creo que esa palabra es como un agujero negro. Y me interesaba poner junto a eso el amor, la tensión que hay entre arrojarse o abrirse al amor y ponerle límites para que no te invada, mantener al amado y, al mismo tiempo, ponerlo a distancia. Son todas cosas gravitacionales.

–Si bien obtuviste varios premios anteriores, ¿qué te produjo ser una de las ganadoras del premio Herralde? Por otro lado, una de las editoras definió los rasgos de tu novela como “muy excéntrica y a contracorriente”. ¿Qué pensás sobre eso?

–Me sorprendió mucho lo del Herralde. Mandé el manuscrito a un correo que aparecía en la página y me olvidé. Me gusta la palabra excéntrica, me gusta el sonido, y creo que algo de eso tienen mis libros, son personajes, lugares, situaciones menores, corridas de los lugares de poder o de la moda. Y a contracorriente de los temas actuales: no van a encontrar ecología, feminismo o narcotráfico.

Clara y oscura de Cynthia Rimsky (Anagrama). Foto: gentileza editorial.Clara y oscura de Cynthia Rimsky (Anagrama). Foto: gentileza editorial.

–Te movés en la escritura de ficción como de no ficción, ¿qué te interesa de esos cruces? ¿O lo ves como dos espacios separados y autónomos?

–Es como ser ambidiestra. Soy bastante curiosa y me gusta viajar o recorrer algún trayecto, aunque sea breve, curiosear alguna situación. Son cosas menores que, al trabajarlas con un cincel, iluminan aspecto desconocidos y no obvios de la forma en la que vivimos. Por otra parte, me fascina el puro trabajo de imaginar, pasar horas en el taller inventando formas de contar.

–Hace tiempo que ya vivís en la Argentina, acá das clases en una facultad. ¿Cómo estás viendo el actual panorama político y cultural, tanto como docente como en tu lugar de artista?

–Cómo puedo decirlo brevemente… tener que defender la creación, la investigación, la historia, la cultura, ante un discurso para el que solo existe el dinero, hacer negocios pagando lo mínimo posible a los y las trabajadores, usando pillerías, ventajitas, acaparando poder, y que considera que no es necesario el arte, la cultura, la duda, la invención, el ocio, la contemplación, tener que defender eso, pasar privaciones para defender eso que está en la base de la construcción de una sociedad, me parece terrible, incomprensible, es volver al garrote.

Cynthia Rimsky básico

  • Nació en Santiago de Chile, 1962, pero reside en la Argentina.
  • Ha publicado los libros Poste restante, La novela de otro, Los perplejos, Ramal, El futuro es un lugar extraño, Fui, En obra, La revolución a dedo, La vuelta al perro y Yomurí.
  • Ha recibido el Premio Juegos Literarios Gabriela Mistral en 1994, el Premio Municipal de Santiago en 2001 por Poste restante, 2017 por El futuro es un lugar extraño y 2021 por La revolución a dedo, el Premio Mejor Obra Literaria del Consejo Nacional de la Cultura en Chile en 2017 por El futuro es un lugar extraño y el Premio a Mejor Obra Literaria del Consejo Nacional de la Cultura en 2023 por la novela Yomurí.
  • Clara y confusa es la obra ganadora del Premio Herralde Novela 2024.
  • Es profesora de la Universidad Nacional de las Artes de Buenos Aires y del Diplomado de Escritura de la Universidad Católica Valparaíso.

Clara y confusa, de chilena Cynthia Rimsky (Anagrama)


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