(ZENIT Noticias / Ciudad de México, 10.02.2025).- Durante años, los defensores del aborto han trabajado para remodelar el panorama legal de América Latina, utilizando los tribunales como campo de batalla para eludir la oposición legislativa. Su estrategia ha sido clara: cuando los congresos nacionales se resisten a liberalizar las leyes sobre el aborto, recurren a los tribunales internacionales para ejercer presión. Este enfoque ha dado victorias en algunos casos, como se vio en Argentina, Colombia y México, donde se han relajado las leyes sobre el aborto. Sin embargo, el reciente fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sugiere que la marea puede no estar cambiando a su favor tan decisivamente como se esperaba.
El 23 de enero, la CIDH rechazó una maniobra legal destinada a establecer el aborto como un derecho humano en toda la región. El caso se centraba en la historia de Beatriz, una mujer salvadoreña cuyas complicaciones del embarazo se utilizaron como arma en un intento de desafiar las estrictas leyes de aborto de El Salvador. El fallo, sin embargo, no salió como los activistas habían planeado: no solo desestimó sus reclamos, sino que también sentó precedentes legales que podrían dificultar el uso de los tribunales internacionales para impulsar el derecho al aborto en el futuro.
Una estrategia construida sobre una línea divisoria
El caso de Beatriz tenía todos los elementos de una poderosa herramienta legal para el movimiento abortista: una historia personal trágica, una narrativa cargada de emociones y el potencial de establecer un precedente de gran alcance. Los activistas argumentaron que la incapacidad de Beatriz para obtener un aborto había puesto su vida en riesgo, y buscaron usar su caso como base para un reconocimiento legal más amplio del aborto como un derecho fundamental.
Pero este argumento comenzó a tener grietas. Investigaciones independientes revelaron que Beatriz había recibido atención médica adecuada, que su vida nunca había estado en peligro inmediato debido al embarazo y, lo más importante, que no había muerto por causas relacionadas con el embarazo. En cambio, falleció años después en un accidente no relacionado. Esta revelación socavó la premisa misma del caso, exponiéndolo como una estrategia legal en lugar de una violación real de los derechos humanos.
El fallo de la CIDH rechazó decisivamente la idea de que el gobierno salvadoreño había violado los derechos de Beatriz al negarle un aborto. Más aún, afirmó el principio de que los niños no nacidos tienen dignidad bajo la ley de derechos humanos, una posición que contradice directamente el argumento central de los defensores del aborto.
Un punto de inflexión para el movimiento pro vida
Lo que hace que esta sentencia sea particularmente significativa es su impacto más allá de El Salvador. La CIDH es el tribunal de derechos humanos más importante de América Latina, y sus decisiones influyen en las batallas legales en toda la región. Al rechazar la afirmación de que el aborto es un derecho humano, la corte ha hecho que sea mucho más difícil para los activistas utilizar tácticas legales similares en otros países.
La decisión también reforzó la soberanía nacional, declarando que los países tienen el derecho de determinar sus propias políticas de aborto sin ser obligados a cumplir por organismos internacionales. Este punto es crucial, ya que indica que los futuros intentos de legalizar el aborto mediante la presión internacional pueden enfrentar una resistencia más fuerte.
Las organizaciones pro vida, que se habían movilizado ampliamente para contrarrestar las afirmaciones del lobby del aborto, celebraron la decisión como una gran victoria. Grupos como el Population Research Institute y el Global Center for Human Rights desempeñaron papeles claves en la exposición de inconsistencias en el caso y en asegurar que los jueces recibieran datos médicos y legales precisos. Sus esfuerzos coordinados, que incluyeron campañas públicas e intervenciones legales, ayudaron a convertir lo que muchos habían asumido que sería un fallo a favor del aborto en un revés significativo para el movimiento.
El camino por delante: ¿Un cambio de estrategia?
Este fallo no significa que el debate sobre el aborto en América Latina haya terminado; de hecho, puede intensificarlo. Ahora que los tribunales internacionales están demostrando ser aliados menos confiables de lo que se esperaba, los defensores del aborto pueden ahora cambiar su enfoque hacia las batallas políticas internas. Es probable que presionen por reformas legislativas, inviertan en el activismo de base y busquen cambios legales graduales para ampliar el acceso al aborto a nivel nacional.
Mientras tanto, es probable que el movimiento pro vida use este fallo como base para fortalecer las protecciones legales para los no nacidos. La decisión de la CIDH proporciona un marco legal que los legisladores y defensores pro vida pueden usar para defender las restricciones existentes al aborto y resistir las presiones externas.
Una cosa está clara: América Latina sigue siendo una región profundamente dividida en materia de aborto. Mientras algunos países han avanzado hacia la legalización, otros han afianzado sus posiciones pro vida. El problema está lejos de terminar y, a pesar de las predicciones de una ola imparable de abortistas, la resistencia sigue siendo fuerte.
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