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martes, febrero 11, 2025

Marcelo Lombardero: «Cuando la extrema derecha ganó en la Argentina, entendí que ya no tenía nada que hacer acá» | Es el nuevo director de la Compañía Nacional de Ópera de México

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Hacia fines del año pasado, casi al mismo tiempo que en el Teatro Colón asumían el uruguayo Gerardo Grieco y el chileno Andrés Rodríguez como parte de un nuevo equipo de conducción –Director General y Director de Ópera respectivamente–, el argentino Marcelo Lombardero era nombrado director de la Compañía Nacional de Ópera de México, que funciona en el Palacio de Bellas Artes. Más allá de estas asimetrías geográficas habituales en las altas esferas de la gestión –que un poco tienen que ver con políticas culturales y otro poco no–, que un profesional con la experiencia y el talento de Lombardero no encuentre un lugar en la Argentina de hoy deja, en términos artísticos, cierto sabor a frustración.

Signos de estos tiempos, acaso, que el director de escena –oportunamente director del Teatro Colón y del Teatro argentino de La Plata–, trata de interpretar, entre la satisfacción por un nuevo desafío profesional y el desconsuelo de tener que hacerlo fuera de su país. “Cuando la extrema derecha ganó en Argentina, definitivamente entendí que ya no tenía nada que hacer acá, que en este contexto político y cultural mi trabajo no sería valorado. Desde hacía tiempo los ámbitos en los que exponía mis ideas se venían cerrando para mí”, dice Lombardero en conversación con Página/12. Chile, Estados Unidos, Uruguay, Puerto Rico y España, más que Argentina –el año pasado se repuso su versión de Ariadna en Naxos de Richard Strauss en el Colón–, fueron algunas de las plazas en las que Lombardero desarrolló su actividad en los últimos años. Y también México.

“Tengo una gran relación con México, desde hace muchísimos años. No me extraña que si me pongo a repasar mi producción reciente note que en México trabajé muchísimo. Como en Santiago de Chile, donde en los últimos doce años hice unas quince producciones”, asegura Lombardero. “Entre otros espacios, en México trabajé en el Palacio de Bellas Artes y también en Guadalajara y en el Festival Cervantino de Guanajuato, donde estuve tres veces”, continua director de escena y entre producciones de Carmen de Bizet y Diálogo de Carmelitas de Poulenc, recuerda particularmente cuando fue con la extinta Ópera de Cámara del Teatro Colón. “Fue en 2016, llevamos El Teatro de los Milagros, basado en El Retablo de las Maravillas de Cervantes, de Hans Werner Henze; The Tempest Songbook, de la compositora finlandesa Kaija Saariaho, y Mahagonny Songspiel, de Kurt Weill y Bertolt Brecht. Y antes habíamos ido con “Bromas y lamentos”, sobre canciones de Monteverdi”, rememora el director de escena que el año pasado hizo Avis de Tempête, de Georges Aperghis en la UNAM.

Ahora, el compromiso de Lombardero tiene que ver con sostener la actividad y potenciar la consideración internacional de Compañía Nacional de Ópera de México, dar relevancia a sus cuerpos artísticos, sin descuidad la formación y la creación de nuevos públicos. “Antes que nada es importante entender cómo funciona el Palacio de Bellas Artes, que no es específicamente un teatro de ópera, como puede ser el Teatro Colón, sino que es un gran centro cultural donde trabajan las compañías nacionales”, explica Lombardero. 

“Hay una dirección general y después una serie de direcciones de compañías: la Compañía Nacional de Ópera, la Orquesta Sinfónica Nacional, la Compañía Nacional de Danza y el Ballet Folklórico, que son las cuatro piezas que trabajan sobre el escenario de palacio, y después existen la Agrupación de Madrigalistas, la Orquesta de Cámaras y otros cuerpos que trabajan en salas alternativas y eventualmente en la sala de palacio. Entonces, digamos, es complejo en términos de organización”, señala.

La Compañía Nacional de Ópera cuenta con la Orquesta y el Coro del Teatro de Bellas Artes para la producción. “Habitualmente, entre otras cosas la temporada incluía cinco títulos operísticos y la idea es incrementar la producción buscando distintas vías. Como no recibimos ninguna programación de la gestión anterior, tuvimos que programar desde cero, con muy poco tiempo”, comenta Lomardero. 

La temporada comenzó el 2 de febrero con la sinfonía coral Romeo y Julieta, de Héctor Berlioz, y continuará en marzo con el estreno en México de Lady Macbeth de Mtsensk, de Dmitri Shostakóvich, de quien este año se cumplen 50 años de su muerte. “Es una versión de la puesta que hice para el Teatro Municipal de Santiago de Chile, una producción que pasó también por La Plata, Polonia y Mónaco, cuyo estreno en México se pospuso por la pandemia”, cuenta Lombardero.

Para abril, el tenor Javier Camarena ofrecerá una “Gala Tosti”, en base a canciones del compositor napolitano, y en mayo se pondrá en escena Rigoletto, de Verdi. “En esta oportunidad contaremos con un elenco de talentos líricos mexicanos”, anticipa Lombardero y desliza los nombres de Alfredo Daza, Jorge Lagunes y Arturo Chacón Cruz, que 8 de junio celebrará sus 25 años de trayectoria con una gala especial. “Pensamos también recordar los 100 años del nacimiento de Luciano Berio, en julio, con el estreno en México de Un re in ascolto”, agrega el director. 

Una gala en septiembre para celebrar con música de Wagner y Strauss los 70 años de Orquesta del Teatro de Bellas Artes, y la puesta de Elektra, del mismo Strauss en octubre, marcarán la continuidad de la temporada que tendrá un final dedicado a la música mexicana. “En diciembre estrenaremos La leyenda de Rudel, de Ricardo Castro, un compositor mexicano de principios del XX, muy influido por la música francesa. La ópera estaba perdida y esta es una reconstrucción de la partitura y la orquestación realizada por el Centro Nacional de Investigación”, remarca el director.

“El cierre de la temporada será en el Zócalo con el estreno mundial de la Misa solemne, dedicada a la Virgen de Guadalupe, de Melesio Morales, compositor romántico”, agrega Lombardero, que en enero ofreció un curso sobre escenas y recitativos de Mozart para los becarios del Estudio de Ópera de Bellas Artes. “También tengo a mi cargo esa estructura, que selecciona y beca a doce cantantes y dos pianistas jóvenes durante dos años, para trabajar repertorio, estilo, actuación. En este plan se nutre a la Compañía Nacional, porque los jóvenes empiezan a hacer roles de flanco o covers o segundos cast de roles de protagonistas”, explica Lombardero. 

“Es muy parecido a lo que creé en 2009 en el Teatro Argentino de La Plata, que en 2011 Octavio Sosa, un gran musicólogo, junto a Ramón Vargas, que era el director de la Ópera de Bellas Artes en ese momento, fundaron en México. Con eso quiero decir que en Latinoamérica existen desde hace mucho experiencias de ‘Opera estudio’, eso que el Colón presenta para esta temporada como una novedad. Hace rato que empezó la historia», conluye Lombardero.

Redacción

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