El éxito de las instituciones y de la calidad de su servicio al ciudadano tiene mucho que ver, obviamente, con el talante de sus primeros espadas, de sus presidentes o alcaldes. Pero como en toda organización, más allá de sus directores de orquesta, es imprescindible que estén muy bien afinados sus cargos intermedios, esos puestos que desempeñados con inteligencia y empatía redondean el resultado final.
Uno de ellos, Josep Roca, brilló en esa condición de engranaje clave del sottogoverno . Se integró en un equipo pujante en el COOB olímpico, aquellos directivos que diseñaron el desarrollo de la Barcelona de los Juegos y años más tarde dirigió el departamento internacional del Ayuntamiento de Barcelona.
Culto y curioso, Josep Roca era uno de esos tipos que prestigiaban a la organización
Culto y curioso, Roca era uno de esos tipos que prestigiaban a la organización. “Fue un apasionado de su ciudad, un colaborador magnífico”, recordaba ayer el ministro de Industria y Turismo, y exalcalde de Barcelona, Jordi Hereu. A Roca le sorprendió la muerte durmiendo, casi un contrasentido para alguien tan vivencial, hedonista y conectado con la realidad política y cultural mundial.
Las instituciones tienen que valorar sin cortapisas a estos colaboradores. A Roca y a los que como él han logrado y logran en la actualidad que el tono de las organizaciones sea más prestigioso, más consistente. A Josep se le recuerda su magnífica función en el establecimiento de los Business Bridge con determinados países, en especial de Asia. Y a las conexiones con naciones que supusieron posicionamiento y negocio para Barcelona. “Tuvo un papel relevante en la creación de la Mesa de Cooperación Internacional”, recordaba su exjefe Jordi Hereu, otro apasionado del papel de las ciudades en el mapamundi global.
Los alcaldes Clos y Hereu recuerdan sus buenos oficios en misiones internacionales en India y China, viajes donde además de acercar muchas posturas se establecieron bases de negocio interesantes y duraderas. Pero como Roca ha habido otros grandes servidores públicos. En la misma área internacional y en otros muchos ámbitos de la administración local. Gente que se ha dejado el alma para que la ciudad vibrase de una manera especial, personas a las que la nómina era una contrapartida necesaria pero no principal. Gente a la que tenemos que recordar porque se han convertido en esos héroes anónimos que han cimentado las bases para que la vida en la ciudad sea mejor.
A Josep Roca le recordarán sus amigos, sus colaboradores, como otro grande, Pedro Palacios, el hombre de la comunicación olímpica. Pero está bien que la ciudadanía sepa que en las bambalinas de una organización hay siempre unos genios de la lámpara que aparecen constantemente, a diferencia de otros que no se presentan ni dejándote el alma frotando el artilugio de las mil y una noches.