Las llamas arrasan los bosques nativos de la Patagonia argentina con una voracidad inédita. Una persona ha fallecido, 120 viviendas han quedado destruidas y las autoridades han ordenado la evacuación de más de 500 familias en El Bolsón, 1.700 kilómetros al sudoeste de Buenos Aires, y sus alrededores mientras bomberos, brigadistas y militares intentan contener incendios que arden sin tregua desde hace casi dos semanas. En total, el fuego ha quemado más de 15.000 hectáreas en las provincias de Río Negro y Neuquén.
“El fuego avanzó a gran velocidad. En solo una tarde hizo un recorrido de más de diez kilómetros, desde el río Azul hasta la ruta. Pasó por el medio del Mallín ahogado, que es una población rural, de chacras muy chicas, que tienen en promedio dos hectáreas”, cuenta Norberto Linares, dueño de un terreno allí. Sus construcciones sobrevivieron, pero perdió el invernadero y gran parte de la huerta. “A uno de mis vecinos se le quemó todo”, lamenta. “Estamos hablando de una población rural, lo que significa que si se quema el bosque, los animales no tienen pastura para comer y hay que sacrificarlos, pero tampoco hay freezers para conservarlos ni semillas para volver a plantar. Es todo una cadena y el proceso de reconstrucción será de años”, detalla.
El fin de semana, las llamas enfilaron rumbo a El Bolsón, una localidad de 40.000 habitantes enclavada en un valle del que fueron evacuadas cientos de familias de forma preventiva. Los vecinos recibieron con júbilo la lluvia caída en las últimas horas, que ha reducido la intensidad del fuego. Aún así, los expertos advierten que el incendio no se han extinguido. “Los árboles quedan encendidos adentro. Siguen tirando humo y pueden volver a encenderse con una ráfaga de viento”, advierte uno de los bomberos voluntarios que trabajan en la zona.
Hasta el momento, el fuego se ha cobrado una víctima mortal. Se trata de Ángel Reyes, un hombre de 84 años que murió por un paro cardíaco a raíz de la inhalación de humo. El alcalde de El Bolsón, Bruno Pogliano, explicó que Reyes se negó a abandonar su vivienda pese a que los equipos de emergencia habían pedido evacuar toda la zona.
Los incendios suponen un problema cada verano, en especial en los años con menos lluvias, pero pocas veces las llamas habían llegado con semejante intensidad hasta las zonas pobladas.
Según los medios locales, en el operativo contra los incendios de El Bolsón hay desplegadas más de 400 personas entre personal militar, bomberos y voluntarios. Estos últimos son los más numerosos: tienen menos formación y medios, pero su despliegue es más rápido y son clave para lograr apagar nuevos focos antes de que se desboquen. “Después, por el viento, ya no hay forma de parararlos”, dice Linares, quien se muestra muy crítico con la escasa ayuda oficial recibida hasta el momento.
En Bariloche, la ciudad más turística y poblada de la provincia de Río Negro, junto al lago Nahuel Huapí, el incendio desatado en un barrio este domingo hizo saltar todas las alarmas, pero los bomberos lograron controlarlo en cuestión de horas.
“El viento hace que se complique todo”
La situación es más crítica aún en la vecina provincia de Neuquén. En el valle Magdalena, el fuego ha arrasado hasta ahora más de 12.000 hectáreas y los intentos por combatirlo han sido infructuosos. “El viento hace que se complique todo y que las aeronaves a veces no puedan volar”, describen desde la Secretaría de emergencias y gestión de riesgos del Gobierno neuquino. Su portavoz, Sergio Altamirano, señala que las grandes concentraciones de humo limitan la visibilidad y son otro obstáculo para el uso de aviones hidrantes contra el fuego.
“El fuego está arrasando con todo, está descontrolado”, admite Altamirano. A diferencia de los incendios de Río Negro, en los de Neuquén las llamas están por ahora lejos de zonas pobladas, a excepción de una comunidad mapuche que ya ha sido evacuada. Sin embargo, los daños a la flora y fauna autóctonas son incalculables en el área del Parque Nacional Lanín. “Hay bosques milenarios de araucaria que dejaron de existir en cuestión de minutos”, lamenta. Las araucarias son los gigantes de la Patagonia: árboles que pueden superar los 25 metros de altura y un diámetro de tronco de hasta dos metros que tardan siglos en crecer.
Aunque los investigadores sospechan que la mayoría de incendios fueron intencionales, hasta el momento no hay detenidos.
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