Las autoridades de Barcelona rinden la última visita a las monjas de Pedralbes

Si ni lo impide un milagro de ultimísima hora, la ciudad de Barcelona pondrá mañana punto final a una tradición de casi siete siglos, la de la relación existente entre la corporación municipal y las monjas clarisas del monasterio de Pedralbes. El alcalde Jaume Collboni, acompañado por representantes de todos los grupos políticos del Consistorio, rendirá visita, como cada año en la festividad de Santa Eulàlia, copatrona de la capital catalana, a la comunidad de religiosas. En principio será esta la última vez ya que el próximo fin de semana las tres monjas que todavía viven en el monasterio dejarán la que ha sido su casa por decisión de la orden a la que pertenecen.

La relación entre las minjas clarisas y el poder local se remonta a la Edad Media. La reina Elisenda de Montcada fundó el cenobio con el apoyo de su esposo Jaume II. El 26 de marzo de 1326 se colocó la primera piedra del ábside de la iglesia, consagrada el 3 de mayo de 1327 en un acto solemne. Ya tras la ceremonia, la primera comunidad de monjas ingresó en el monasterio. Y años más tarde, en 1357, la reina solicitó al gobierno de la ciudad, el Consell de Cent, que pusiera bajo su protección el monasterio y su comunidad.

Estos fuertes vínculos (las autoridades municipales protegen el monasterio y estas elevan sus pregarias por el bien de la ciudad) se han mantenido vivos hasta ahora. La visita de la corporación municipal al monasterio de Pedralbes supone, de hecho, la renovación simbólica de aquel acuerdo alcanzado hace casi 700 años.

Cada 12 de febrero, los gobernantes de la ciudad suben al monasterio de Pedralbes para asistir a misa, escuchar las demandas de las clarisas, siempre preocupadas por el buen mantenimiento de esta joya del gótico catalán, y degustar el tradicional mató de Pedralbes, elaborado a partir de la receta de las propias monjas.

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A diferencia de lo que sucede con la otra patrona de Barcelona, la virgen de la Mercè, santa Eulàlia y las clarisas de Pedralbes suscitan la unanimidad de todos los grupos políticos. Sean de izquierdas o de derechas todos ellos acuden año tras año al monasterio para cumplir con el ritual.

Dan fe de ello los últimos alcaldes de la  ciudad, desde Pasqual Maragall, un entusiasta de las tradiciones vinculadas a santa Eulàlia, hasta el actual primer edil, Jaume Collboni, que el año pasado, en su primera visita como alcalde de la ciudad pidió a las religiosas que rezaran para poner fin a la sequía. La madre abadesa de aquel momento, sor Montserrat Casas, le respondió que lo diera por hecho, que esa pregaria formaba parte de sus oraciones diarias.