Los incendios forestales que azotan la Patagonia no son solo una tragedia para la biodiversidad visible, como los árboles, sino que constituyen una catástrofe mucho más amplia, que afecta a todo un ecosistema único y extremadamente frágil. En diálogo con DIARIO HUARPE, Claudia Nardini, directora del Departamento Educativo de Aves Argentinas, explicó que el impacto de los incendios trasciende a los elementos más evidentes de la naturaleza, afectando a todos los actores que componen este complejo engranaje ecológico: desde las aves hasta los insectos y los organismos del suelo, esenciales para el equilibrio de la región. Además, advirtió que la recuperación de estos ecosistemas podría llevar hasta 300 años.
“El árbol no es el único ser que se pierde con estos incendios”, aseguró la Naturalista. “Estamos hablando también de la destrucción de herbáceas, arbustos, aves, insectos, líquenes y componentes del suelo, que albergan organismos vitales para el funcionamiento del ecosistema. En resumen, cuando arde un bosque, arde todo un ecosistema”.
El daño causado por los incendios también está afectando los refugios donde viven larvas y anidan aves, como el carpintero patagónico y la cachaña, un loro de la región.
«Se están quemando huecos en los árboles donde se refugian y nidifican un montón de especies, como las aves, las larvas e insectos que son alimento de otras especies», explicó Nardini. «También, lo preocupante es que en esta época del año, en esos huecos había muchos nidos con pichones… Es mucho lo que se está perdiendo».
Una restauración que tomará siglos
La restauración de estos ecosistemas devastados por los incendios, no será tarea fácil. Según Nardini, el tiempo estimado para la recuperación del bosque andino patagónico podría variar entre 200 y 300 años, ya que este tipo de bosques crece de manera lenta, debido a las bajas temperaturas y las nevadas que ralentizan el ciclo de vida de las especies vegetales.
Además explicó que el bosque patagónico es único, no solo por las especies que lo componen, sino por el tiempo que requiere para formarse. «Hay ejemplares de cien años y hasta alerces milenarios con 2.500 años de antigüedad. Es decir, ecosistemas que se formaron hace cientos y cientos de años”.
Otras de las variables que preocupan a los naturalistas en este proceso de restauración, es la creciente presencia de especies exóticas que hay en la región, como la rosa mosqueta, el pino y la retama, que a la hora de ocupar los espacios devastados por los incendios, van a competir con las especies nativas. «En ese proceso natural que se va a dar, este va a ser otro problema que posiblemente se presente», aseguró Nardini.
Un ecosistema irreemplazable
La singularidad de los bosques patagónicos es otra de las razones por las cuales este desastre ecológico tiene implicaciones tan graves. Según la Naturalista, los bosques de la región andina están compuestos por especies que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo. Lengas, coihues, arrayanes, lumas, notros, aljabas y el ciprés de la cordillera son solo algunos de los árboles que constituyen estos bosques exclusivos.
El pehuén, que solo crece en la Patagonia, particularmente en el Parque Nacional Lanín, es un ejemplo de una especie en peligro de extinción, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
“Prácticamente, todas las especies de estos bosques son endémicas de esta porción del planeta. Son únicos y exclusivos de la Patagonia, y los incendios los ponen en grave riesgo de desaparecer”, advirtió Nardini. «La pérdida de estos ecosistemas irreemplazables va más allá de la región patagónica. Al destruirse, se pierde una parte fundamental de la biodiversidad mundial».
El rol de la humanidad ante la tragedia ecológica
Ante la magnitud de esta crisis, Nardini hace un llamado a la acción. «Si bien la restauración naturales es vital y no se puede acelerar ninguno de sus procesos, es necesario que los seres humanos nos convirtamos en observadores activos de la situación, exigiendo medidas para prevenir este tipo de desastres», dijo. “Argentina tiene que trabajar mucho en la prevención, en la acción rápida y temprana cuando se genera la alerta. Porque, lamentablemente, esto no está sucediendo. Desde hace años, los incendios se vienen dando en el litoral, en la zona centro de la argentina, en la Patagonia. O sea, ya hemos perdido grandes superficies de bosques, lo cual, es preocupante»,
Por la conservación
Si bien, la restauración será un proceso largísimo, su éxito dependerá de un esfuerzo conjunto, consciente y comprometido de todas las autoridades de la Argentina, de la ciencia, de las ONGs y de las comunidades. Es que ya no hay mucho margen para seguir por este camino Los ecosistemas, en su complejidad y fragilidad, son vitales para el equilibrio del planeta, y cada pérdida contribuye a una crisis global más grande. El desafío no está solo en combatir el fuego, sino en prevenirlo, en educar sobre la importancia de la biodiversidad y en tomar decisiones conscientes que aseguren un futuro donde los ecosistemas puedan volver a florecer. Aprendemos a vivir en armonía con nuestro entorno, respetando la tierra que habitamos.
Dato
Sobre Claudia Nardini:
Naturalista, egresada de la Escuela Argentina de Naturalistas. Trabaja desde el año 2000 en el departamento educativo de Aves Argentinas, siendo actualmente la directora del mismo. En esta misma asociación es docente de los cursos: Iniciación a la observación de aves; Sistemática de las aves de la Argentina; Diseño de espacios verdes para atracción de aves y mariposas; Árboles nativos de la Argentina; Juegos como herramientas de la Educación Ambiental y Leyendas de las aves argentinas. También es docente de Interpretación del Patrimonio Natural y Cultural I y II y Flora y Fauna Argentina de la Escuela Argentina de Naturalistas (EAN). Ha realizado numerosas campañas de relevamientos de flora y fauna en diversos ambientes del país: como los Parques Nacionales San Guillermo (San Juan) y Chaco, como así también en otras áreas naturales tanto de la provincia de Buenos Aires como de Entre Ríos. Ha sido responsable de las actividades educativas del vivero Árboles Nativos Argentinos (ANA), el primer vivero de la Argentina dedicado exclusivamente a plantas nativas. Durante el año 2010 formó parte del equipo de trabajo que elaboró el anteproyecto de creación del Jardín Botánico Bonaerense en Ingeniero Maschwitz, trabajando en la planificación educativa del área. También formó parte del equipo de trabajo, que llevó a cabo el Centro de Visitantes de la Reserva Natural Otamendi. Es coautora junto a Gabriel Burgueño del libro Introducción al Paisaje Natural, diseño de espacios con plantas nativas rioplatenses (2009). Ha brindado numerosos cursos, charlas y talleres, en diferentes ámbitos desde universidades y áreas protegidas, hasta escuelas y clubes, sobre temas relacionados con la flora y la fauna silvestre y la interpretación del patrimonio natural y cultural.