América Latina y el Caribe enfrentan el reto de expandir sus sistemas eléctricos hacia 2050. El informe de CAF presenta dos escenarios de inversión y destaca la importancia de la descarbonización, la digitalización y la colaboración público-privada para lograr una transición energética sostenible
14 de febrero de 2025
El estudio
«La transición energética de América Latina y el Caribe: Una visión de sus oportunidades y desafíos hasta 2050»
Frank Vanoy
, elaborado por CAF, describe los diagnósticos de expansión, necesidades de inversión en energía renovable y los avances regulatorios que favorecen la sostenibilidad en el sector eléctrico en América Latina y el Caribe.
El informe analiza el estado actual y las proyecciones futuras del sector eléctrico en la región, destacando la necesidad de descarbonización y la adopción de energías renovables al 2050. Se presentan dos escenarios: uno de continuidad o BAU – Business as Usual, que contempla una expansión del sistema eléctrico basado exclusivamente en criterios económicos, y otro definido como de transición energética (TE), que también considera una expansión económica, pero con restricciones en las emisiones y la adopción de políticas para la electrificación y la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI). Estos escenarios buscan representar los impactos de las inversiones necesarias en la cadena de valor de la energía eléctrica (generación, transmisión y distribución).
El estudio identifica el potencial de la región para aprovechar sus recursos en energías renovables, especialmente solar y eólica, y resalta la importancia de la digitalización de redes y tecnologías de almacenamiento para gestionar la intermitencia de estas fuentes. Además, realza la colaboración entre sectores público y privado para lograr la descarbonización.
Se distinguen diferencias entre países en cuanto al avance en la transición energética, con ejemplos como Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay, mientras que Argentina, México y Venezuela enfrentan mayores desafíos.
Dentro de las inversiones planteadas, el escenario BAU requiere USD 875 mil millones y el escenario TE USD 1,24 billones (un 42% mayor que BAU). En BAU, el 79% de las inversiones se destina a la generación y el 21% a transmisión y distribución.
El escenario TE muestra una mayor inversión en tecnologías de almacenamiento y una menor dependencia del gas natural sin sistemas de captura y almacenamiento de carbono (CCS), reflejando un enfoque más fuerte en la descarbonización.
El informe concluye con la identificación de cuatro ejes de acción para la transición energética: inversión en tecnologías maduras de bajo carbono (solar y eólica), impulso en mercados emergentes, fortalecimiento institucional y apoyo al desarrollo de nuevas tecnologías como la electromovilidad y el hidrógeno verde.
Las acciones inmediatas deben centrarse en tecnologías maduras (como centrales solares y eólicas terrestres), mientras que las nuevas tecnologías (almacenamiento con baterías, centrales híbridas e hidrógeno verde) deben explorarse para alcanzar su madurez sin que sus costos sean un obstáculo. Se enfatiza la necesidad de adaptar las políticas a las particularidades de cada país para garantizar una transición efectiva y sostenible.
En conclusión, existen diversos frentes de actuación para que los agentes públicos y privados apoyen la transición energética en América Latina y el Caribe, considerando diferencias en retornos, impactos y madurez de acción.