Vamos a ponernos positivos y a buscarle un lado bueno a La isla de las tentaciones, el programa de Telecinco que estas últimas semanas está dando (sic) tanto que hablar. Y lo bueno ha sido que ha puesto de manifiesto de forma palmaria que los seres humanos somos, todos, celosos, volubles, infieles y para nada monógamos. Eso sí, todos padecemos de lo que, aquí y ahora, vamos a llamar síndrome Montoya: nos va la marcha más que a un tonto, una tiza, pero cuando somos los burlados en lugar de los burladores, armamos la de la marimorena y la de san quintín a la vez.
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