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domingo, febrero 23, 2025

Está cuadrapléjica, lleva tres años sin control médico y no logra que una ambulancia la traslade a Salta

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Desde el 19 de noviembre de 2024, Celina Padilla busca llegar desde su pueblo natal, Copo Quile —situado a 5 kilómetros de El Potrero y a 40 kilómetros de Rosario de la Frontera— hasta la ciudad de Salta.

Desde el 19 de noviembre de 2024, Celina Padilla busca llegar desde su pueblo natal, Copo Quile —situado a 5 kilómetros de El Potrero y a 40 kilómetros de Rosario de la Frontera— hasta la ciudad de Salta.

Ese día, tenía un turno en el Centro de Rehabilitación para someterse a un nuevo diagnóstico que le permitiría acceder a sesiones de fisioterapia. Sin embargo, no logró llegar a la capital salteña, quedando truncada la posibilidad de continuar su tratamiento.

Esta mujer, de tan solo 48 años, madre de una nena de 13 y esposa, tenía una vida normal. Entre la casa, el trabajo, la escuela de su hija, cuando comenzó a sentir algunos síntomas que la hicieron visitar un médico. 

“Se me adormecían los brazos, no los podía levantar, comenzó a costarme movilizarme y fui al médico. Primero, en el hospital Del Milagro sospecharon que algo no andaba bien y me derivaron al San Bernardo, donde, a través de una ecografía, detectaron un pequeño tumor en la zona de la columna. Me operaron y todo salió bien. Después, me mandaron a casa para que terminara la recuperación”, recordó la mujer, quien se comunicó con El Tribuno desde su cama.

Celina Padilla tiene la obra social Incluir Salud, cuya cobertura resulta insuficiente para sus necesidades. Debe usar pañales, que no recibe; realizar sesiones de fisioterapia y kinesiología, que no le son brindadas; y someterse a controles médicos, siendo el último hace tres años. Su incapacidad para movilizarse requiere que la asistencia médica y social llegue a su domicilio, situación que no ocurre desde hace años.

Además de la falta de controles médicos —que incluyen análisis de sangre y tomografías para monitorear el estado del tumor extirpado—, Celina ya perdió en cuatro ocasiones consecutivas la posibilidad de asistir al Centro de Rehabilitación de la ciudad de Salta, desde noviembre hasta el 19 de febrero pasado.

“Cada vez que consigo el turno y tramito la ambulancia, ya sea del hospital de Rosario de la Frontera o del hospital zonal de El Potrero, un día antes me avisan que está rota. Siempre se rompe justo antes de que me tengan que trasladar. Realmente vivo en un estado de abandono por parte del sistema de salud del Estado”, expresó con dolor la mujer, quien cuenta con el acompañamiento de su esposo para realizar actividades cotidianas como higienizarse, comer o simplemente cambiarse de ropa.

Una postergación tras otra

Celina tenía turno el pasado 19 de noviembre para su consulta en el Centro de Rehabilitación de Salta. El día anterior, le informaron que no dispondrían de la ambulancia.

La mujer consiguió un nuevo turno para el 17 de diciembre de 2024. Sin embargo, nuevamente, un día antes la llamaron para avisarle que no podrían trasladarla debido a que solo disponen de una ambulancia y, en caso de surgir una urgencia, no habría cómo asistirla.

El siguiente turno fue programado para el 14 de enero de 2025, pero, una vez más, no hubo ambulancia disponible.

El último intento fue el 19 de febrero pasado. El día anterior, el 18, le notificaron que la ambulancia estaba rota.

“Nuevamente me comuniqué con el Centro de Rehabilitación y me dijeron que ya no pueden reprogramarme porque cancelé el turno demasiadas veces. Que, en todo caso, si logro ir a Salta, avise en el camino y me darán un sobreturno”, relató Celina, con amargura.

“Las pocas veces que logré ir al Centro de Rehabilitación y recibir tratamiento, mi vida fue muy distinta. Ahora ni siquiera puedo ir al baño porque no puedo moverme. Tengo que tomar laxantes para poder mover los intestinos”, contó Celina, en medio de esta situación de abandono.

Otras necesidades

Entre las necesidades para poder tener una mejor calidad de vida, Celina también requiere una silla de ruedas adaptada a su cuerpo, específicamente una silla neurológica reclinable. Actualmente, utiliza una silla común fabricada de manera “casera”.

“La silla que tengo no entra por la puerta de mi casa porque es muy ancha. Entonces, mi marido tiene que levantarme de la cama a las tres de la mañana y sacarme a la galería, donde está la silla. Allí me quedo durante horas hasta que él regresa de hacer alguna changa para poder comer”, relató.

Además, Celina sufre problemas respiratorios y vive en una vivienda precaria con mucha humedad, lo cual afecta sus bronquios.

También necesita sondas vesicales siliconadas Nº 18, pañales para adultos grandes o extragrandes, y crema para masajes y para tratar lastimaduras corporales.

Redacción

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