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lunes, febrero 24, 2025

Brecha cerebral: por qué la edad del cerebro no es la misma que la del calendario y cómo hacer para frenarla

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El cerebro también envejece con el paso del tiempo, pero el ritmo en el que lo hace este órgano es diferente y varía de persona a persona. Es que la edad cerebral no siempre coincide con la que celebramos el día de nuestro cumpleaños. ¿Por qué? El motivo responde a diferentes factores que impactan en su desarrollo y detrimento.

La edad cronológica avanza en forma lineal y alude al tiempo que transcurrió desde el nacimiento, es decir, a los años que tenemos. En cambio, la cerebral refleja el estado de salud y el funcionamiento del cerebro y puede acelerarse o ralentizarse según variables como el estilo de vida, la genética, la educación, el nivel de estrés y la exposición a la contaminación. Conocerla puede ser clave para adoptar medidas que promuevan un envejecimiento saludable y prevenir deterioros cognitivos.

En consecuencia, la extensión de la brecha entre ambas edades puede ser significativa. Melina Masnatta es emprendedora y especialista en tecnología educativa. En diálogo con Clarín explica que se suelen utilizar datos de resonancias magnéticas y electroencefalogramas para abordar esta distancia.

“A partir de estos análisis, se puede estimar la edad biológica del cerebro y compararla con la edad real de la persona. Un aspecto relevante del avance de la tecnología es que a partir de modelos de neuroimagen y aprendizaje automático permite generar predicciones y explorar hipótesis”, expone la experta.

Envejecimiento cerebral

Una investigación reciente publicada en Nature Medicine, con la participación del Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de San Andrés, estudió la brecha cerebral y reveló que, entre los diversos factores que pueden acelerar el envejecimiento del cerebro, se suman nuevas causales. Éstas van desde aspectos sociales y físicos, como la desigualdad socioeconómica, la contaminación atmosférica, la carga de enfermedades transmisibles y no transmisibles, hasta aspectos más específicos como los trastornos neurocognitivos como el Alzheimer.

Brecha cerebral. Se descubrió que varios factores pueden acrecentarla. Foto Archivo
Brecha cerebral. Se descubrió que varios factores pueden acrecentarla. Foto Archivo

“En regiones como América Latina, las mujeres con Alzheimer presentan mayores brechas cerebrales que los hombres, lo cual destaca la importancia de abordar las desigualdades de género como un factor clave. Y de manera más amplia, las poblaciones de la región, marcadas por grandes desigualdades como el acceso limitado a los servicios de salud o los bajos niveles educativos, también muestran edades cerebrales más avanzadas en comparación con otras regiones”, discrimina Masnatta.

Carlos Presman es especialista en medicina interna y docente del Hospital Nacional de Clínicas de Córdoba. Prefiere hablar de “reserva cognitiva”, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y compensar el deterioro cognitivo, y plasticidad neuronal antes que de brecha cronológica. “Todo aquello que implique un esfuerzo para hacer algo novedoso genera reserva cognitiva. Por ejemplo, aprender un idioma o deporte, hacer teatro o bailar. Por eso, incluso luego de los 90 años, si uno aprende una destreza se generan sinapsis, nuevas conexiones interneuronales, que aumentan la reserva cognitiva”, estudia.

También hace hincapié en que es clave conservar los sentidos del intelecto, el auditivo y el visual, en forma preponderante, realizar actividad física (un mínimo de 30 minutos diarios aumenta a los 6 meses el volumen del hipocampo) y llevar una alimentación variada, «libre de ultraprocesados”, destaca.

El impacto de la tecnología en nuestra salud cerebral

La hiperconectividad y la sobrecarga de información pueden generar fatiga mental, dificultar la concentración y aumentar el estrés, afectando la plasticidad cerebral. Hoy contamos con múltiples estímulos digitales que promueven este panorama. Por eso, los expertos consultados coinciden en que es vital fomentar pausas digitales para reparar en una “dieta cognitiva saludable” o escapar del modo automático que nos proponen las redes sociales.

Entonces, ¿cómo se puede mantener la salud cerebral? La respuesta de Masnatta ahonda en promover un uso consciente de la tecnología con campañas de «desconexión/conexión positiva». “La tecnología también puede colaborar con aplicaciones específicas que promuevan la conciencia sobre el uso digital, la meditación o ejerciten la memoria. No obstante, precisa de un para qué y de una búsqueda deliberada y criteriosa”, elabora la emprendedora.

¿Cómo se puede hacer una «inversión a futuro» sobre el cuidado del cerebro? Simplemente, promoviendo el desarrollo de habilidades como el pensamiento crítico, la comunicación, la gestión de emociones y la creatividad.

“La educación juega un papel fundamental para la formación de hábitos saludables socialmente consensuados. Su misión excede el aula y se posiciona en el aprendizaje de habilidades claves como la resolución de problemas, la toma de decisiones e, incluso, la gestión del estrés”, sintetiza Masnatta.

Tips para frenar el avance de la edad cerebral

Frenar el avance de la edad cerebral es relevante para mantener una vida plena y funcional en el tiempo. Para ello, Masnatta sugiere investigar cuáles son los factores que influyen en el envejecimiento cerebral en diferentes comunidades e identificar a las personas en riesgo. Por ejemplo, en poblaciones de América Latina y el Caribe se presentan edades cerebrales más avanzadas debido a las desigualdades sociales.

El aprendizaje constante ayuda a mantener activo nuestro cerebro. El aprendizaje constante ayuda a mantener activo nuestro cerebro.

¿Cuál es la receta? La clave es combinar hábitos saludables con una mentalidad activa y en constante aprendizaje. Masnatta sintetiza una serie de factores:

  • Conciencia: entender que la edad cerebral no es la misma que la cronológica y que muchos factores influyen en ella. Conocer cuáles nos afectan particularmente es clave para su gestión.
  • Educación: aprender de forma deliberada, enfocándose en habilidades que fortalezcan el cerebro como pensamiento crítico y gestión emocional. Además, colaboran en la autoestima y autovaloración.
  • Desconexión: realizar pausas digitales y promover un uso consciente de la tecnología.
  • Salud integral: cuidar la salud física, mental, emocional y social.
  • Intervención temprana: identificar y abordar los factores de riesgo y también los momentos coyunturales como, por ejemplo, un conflicto bélico.
  • Inversión: considerar al cuidado del cerebro como una inversión a largo plazo para la salud y el bienestar general.

AS

Redacción

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