No es Argentina. No es México. Tampoco es el que muchos imaginan cuando se habla de exportaciones de carne. Pero en la última década, este país ha logrado lo impensado: desplazar a sus competidores y convertirse en el mayor exportador de carne de América Latina. No fue un golpe de suerte ni una casualidad, sino el resultado de una estrategia meticulosa que pocos vieron venir.
Mientras el mundo enfrentaba crisis en la producción de alimentos, esta nación supo aprovechar el momento. Sus exportaciones crecieron a niveles récord, asegurando su lugar como un proveedor indispensable para China y Estados Unidos. Ahora, la pregunta es: ¿hasta dónde puede llegar?
Un imperio construido en silencio
El país en cuestión es Brasil, y su dominio en el mercado de la carne ha sido una jugada maestra. Con una infraestructura de producción inigualable y políticas estratégicas que han abierto mercados en todo el mundo, ha logrado lo que ningún otro en la región.
El detonante de su ascenso fue una crisis ajena: la fiebre porcina africana golpeó a China, diezmando su producción local y obligándola a buscar nuevos proveedores. Brasil estaba listo. En cuestión de años, su carne porcina se convirtió en una necesidad para el gigante asiático, consolidando una relación comercial que lo posicionó como un jugador clave en la economía mundial.
Cifras que confirman su reinado
El 2023 marcó un récord: Brasil exportó más de 1,229 millones de toneladas de carne de cerdo, un 9,8% más que el año anterior. Pero este no es solo un éxito asiático. Estados Unidos también ha incrementado sus compras, diversificando aún más los mercados y reduciendo cualquier riesgo de dependencia.
La relación con China se fortaleció aún más con la aprobación de 38 nuevas plantas brasileñas para exportar directamente al país asiático, asegurando un flujo constante de negocios.
El secreto detrás de su éxito (y su posible caída)
Brasil no solo cuenta con una producción eficiente y una infraestructura moderna. Su geografía le otorga un acceso privilegiado a tierras fértiles y una producción de granos que reduce costos, permitiéndole competir con precios más bajos que otros países exportadores.
Pero en el mundo del comercio global, nada está garantizado. La pregunta que muchos se hacen ahora es si Brasil podrá sostener este dominio o si nuevas regulaciones, cambios en la demanda o incluso conflictos geopolíticos podrían alterar su imperio cárnico.
Por ahora, el país sigue en la cima. Pero en un mercado tan volátil, su liderazgo podría ponerse a prueba en cualquier momento.
