A tres años de la invasión rusa a Ucrania, la votación en Naciones Unidas sobre el retiro de las tropas de Moscú reflejó diversas posturas en América Latina y el Caribe. Con 93 votos a favor, 65 abstenciones y 18 en contra, la resolución evidenció la fragmentación geopolítica en la región y su relación con Estados Unidos y otras potencias.
Entre los países que apoyaron la resolución estuvieron Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Bélice, Canadá, Chile, Guatemala, Guyana, México, Perú, Saint Kitts y Nevis, Santa Lucía, Surinam, Trinidad y Tobago y Uruguay. La interpretación política de estos votos no es uniforme. Perú ha mantenido su respaldo a Ucrania durante los gobiernos de Biden y Trump, lo que implica cierto distanciamiento de la nueva administración estadounidense. Uruguay, con Lacalle Pou, también ha sido consistente en su apoyo a Kiev. Chile sigue una línea similar.
México es un caso particular, ya que su política exterior busca independencia de Estados Unidos. Sin embargo, en esta votación coincidió con Uruguay y Perú, que a su vez han seguido a Washington en esta cuestión. De los países del Caribe destaca Saint Kitts y Nevis, un gobierno de centroizquierda con cercanía a China y que recientemente presidió la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Las 65 abstenciones fueron interpretados como una posición políticamente distante de Kiev. En América Latina y el Caribe, los países que se abstuvieron fueron Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, El Salvador, Granada, Honduras, Panamá, Paraguay, San Vicente y las Granadinas y Santo Tomé y Príncipe.
Brasil, Argentina y Colombia, las tres economías más grandes de América del Sur, coincidieron en esta postura, lo que resulta llamativo, dado que Brasilia y Buenos Aires han tenido posiciones divergentes en el ámbito internacional desde la llegada de Javier Milei al poder. Brasil ha mantenido una línea de neutralidad tanto con Biden como con Trump.
Argentina, bajo la presidencia de Alberto Fernández, se había inclinado por la neutralidad en Naciones Unidas, mientras que Milei inicialmente había votado en favor de Ucrania. Ahora, sin embargo, siguiendo la nueva línea de Washington, Buenos Aires cambió su postura y tomó distancia de Kiev.
En América Central, la mayoría de los países se abstuvo, incluyendo Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Honduras y Panamá. Cuba, que en los últimos tres años solía votar en contra de las posiciones ucranianas, en esta oportunidad también optó por la abstención.
Solo 18 países votaron en contra de la resolución, pero con cambios significativos. El caso más relevante fue el de Estados Unidos, que rompió con su postura tradicional de apoyo a Ucrania durante la administración Biden. Ahora su voto fue interpretado en Occidente como favorable a Moscú y totalmente opuesto a la línea anterior.
En América Latina, sólo Haití y Nicaragua votaron en contra de la resolución. Este resultado expone la creciente debilidad de la influencia estadounidense en la región. A pesar del cambio de postura de Washington, ningún otro país latinoamericano lo acompañó en su voto.
Un aspecto paradójico es que Nicaragua, un país abiertamente hostil a EEUU, votó en la misma línea que la administración Trump. En general, la diversidad de votos dentro del continente americano evidencia que, tras un mes de gobierno, Trump aún no ha logrado alinear a la región en su estrategia geopolítica.
Finalmente, un total de 22 países no participaron en la votación, y aunque en algunos casos la ausencia pudo ser circunstancial, en otros puede reflejar una postura política. En América Latina, los ausentes fueron Bolivia, Ecuador y Venezuela, tres países con trayectorias diplomáticas muy distintas. Ecuador ha estado alineado con EE.UU. en los últimos años, tanto con Biden como con Trump, y ha mantenido una postura opuesta a la de Venezuela. Sin embargo, esta vez se ausentó, lo que podría sugerir una estrategia de no comprometerse con ninguna de las partes. Venezuela, que solía respaldar las posiciones rusas en el conflicto, en esta ocasión no votó, al igual que Bolivia, que históricamente ha estado alineado con Moscú.
De esta manera, el bloque de países latinoamericanos críticos con EEUU mostró una notable dispersión en sus votos: Cuba se abstuvo, Nicaragua votó en contra, y Venezuela y Bolivia se ausentaron. Esto indica que no hay una estrategia coordinada entre los gobiernos de la región que tradicionalmente cuestionan la política exterior estadounidense.
La votación en Naciones Unidas sobre la guerra en Ucrania dejó en evidencia la fragmentación de América Latina frente al conflicto. Mientras algunos países, como Uruguay, Perú y Chile, han mantenido una línea de apoyo a Kiev, otros, como Argentina y Brasil, han optado por una neutralidad pragmática. Esto demuestra que la decisión de Estados Unidos de cambiar su postura no tuvo impacto en la región, donde los países siguieron caminos diversos.