Excesos: entre literatura y psicoanálisis (Editorial Prometeo) es un compilado del investigador Marcelino Viera que reúne nueve intervenciones de psicoanalistas y académicos que tiene el desafío de articular estas dos disciplinas tratando de otorgar una perspectiva original de un vínculo pensado en reiteradas ocasiones.

El propio antólogo es consciente de ello en la introducción cuando hace explícito el interrogante: “¿Cómo justificar otro libro que tenga como eje la literatura y el psicoanálisis en el siglo veintiuno?”. En este aspecto, Viera señala tres aspectos que serán vasos comunicantes entre la diversidad de postulados que compila: la insistencia en relacionar dos prácticas de lectura, el principio teórico sustentado en la experiencia de la letra y la relación social que orienta esa experiencia.
Dividida en tres secciones, la antología pretende abordar desde las miradas de los autores que se dan cita la cuestión de la poesía y el psicoanálisis en la obra de Alejandra Pizarnik o Idea Vilariño, la escritura en las novelas de Macedonio Fernández y Camila Sosa Villada y la historia escrita en los textos de Osvaldo Lamborghini o Jorge Luis Borges.
Dos prácticas escriturarias
Quizá la clave del volumen repose en la letra “y”, en la conjunción entre dos prácticas escriturarias que tienen como superficie de emergencia la no captura por el orden mercantil y la apertura del yo cerrado sobre sí. En este aspecto, tal vez sea propicio emplear la noción de “desterritorialización” de Gilles Deleuze para aproximarse a los artículos más interesantes del compilado.
No por azar la filosofía deleuziana encontraba en la literatura el espacio de fuga deseante, la zona del delirio que permite la irrupción de devenires anómalos de la subjetividad, por caso, el devenir-animal en Kafka o Melville (cucarachas o ballenas) pero también el devenir-imperceptible de los personajes agotados de Samuel Beckett, así como el devenir-mujer en los dandys de Marcel Proust.
Desde nuestra consideración, dos textos resultan los que más enriquecen la antología. Por un lado, la contribución de la psicoanalista uruguaya Sandra Filippini quien, desde las escrituras de Gloria Anzaldúa, Marguerite Duras, Clarice Lispector y Camila Sosa Villada, piensa la noción de “frontera” o límite entre palabras y cuerpos, en otros términos, como el ejercicio de la escritura, particularmente en estas autoras, es una operación de “desposesión” que implica la ruptura, el quiebre y eventualmente la demolición del privilegio yoico.
La escritura es un contrapoder que desarma el poder de la identidad moviendo la rigidez molar, dejando al descubierto el resto innominable, impronunciable, de la relación sexual, del cuerpo, de la muerte, allí donde el silencio es otra forma de decir.
Quizá la mayor lucidez sea explicitada por Camila Sosa Villada al pensar su “trans-escritura” como una actividad hermanada con su transición de género.
Aquí Filippini cita a la autora de Las malas (2019) que señala: “Mi primer acto oficial de travestismo no fue salir vestida de mujer con todas las de la ley. Mi primer acto de travestismo fue a través de la escritura”.
En definitiva, en ambos casos se trata del poder de mentir sin ser juzgada pero también de avanzar hacia una molecularidad del deseo, para seguir en léxico deleuziano, con destino al movimiento que no se fija nunca.
Literatura y femineidad
Por otro lado, un segundo ensayo destacable de Excesos es el de la investigadora Karen Benezra quien aborda la cuestión de la literatura y la femineidad en la obra de Osvaldo Lamborghini.
Partiendo de una mirada que da cuenta de la pulsión libre, no sometida a la represión primaria según Lacan, la autora concibe la femineidad como una condición transversal de todo cuerpo polisexual.
Un paradigma para pensar esta lógica la observamos en Sebregondi retrocede (1973) de Lamborghini que según Benezra cuestiona de manera radical el papel simbólico de la paternidad e insinúa la creatividad del deseo emancipado de la función orientadora y censora de la metáfora paterna.
El marqués de Sebregondi, personaje mítico de Lamborghini, descrito como un “homosexual activo, cocainómano, poseedor de una mano ortopédica y un miembro fino de cincuenta centímetros y compuesto por nódulos falanges”, encarna la versión rioplatense de la perversión textual y corporal; según la autora, “personifica la lógica fálica gobernando la relación entre la pulsión y el deseo y, simultáneamente, su fracaso”.
Feminizada, proletaria sin prole, la subjetividad lamborghiana es otro ejemplo que nos permite pensar esa bisagra donde el deseo adquiere mayor vuelo desde la palabra poética.
Como todo compilado, no es posible dar cuenta de una regularidad en todos los textos que conforman Excesos, sin embargo, en los momentos de mayor observación se nos presentan iluminaciones que contribuyen a seguir dejando huellas de una relación tan originaria como permanente.
Excesos: entre literatura y psicoanálisis, compilación Marcelino Viera (Editorial Prometeo).