“El MWC es una cita imprescindible en la agenda de todos a los que nos apasiona la tecnología.”. Lo dijo el Rey el domingo por la noche en la cena de bienvenida y lo llevó a la práctica ayer cuando, excepto la visita que hizo al Barcelona Supercomputing Center, pasó el día entre las instalaciones de Fira Gran Vía y Fira Montjuïc, conociendo las últimas novedades del sector y manteniendo contacto con los responsables de las empresas punteras y con algunos de los genios que ponen su talento al servicio de las mejoras en la conectividad.
El Rey comenzó la mañana protagonizando una escena que ratifica la normalidad institucional. Después de ocho años, pudo visitar el stand de Catalunya donde fue recibido por el president Salvador Illa. La última vez que lo hizo fue en febrero del 2017 cuando el entonces president Puigdemont ejerció de anfitrión. Desde entonces, ni Quim Torra ni Pere Aragonés consideraron oportuna la presencia del jefe del Estado. Este año, el pabellón tiene por lema “Catalunya, corazón digital de Europa”. Junto a Illa, el Rey conoció esa experiencia audiovisual inmersiva con la cual Catalunya se reivindica como referente tecnológico en Europa.
Corregida la anomalía institucional, el Rey pudo mezclar obligación y devoción por los nuevos inventos y en el stand de la Fundación Mobile World Capital Barcelona, e interactuó con un robot humanoide llamado G1, de 1,3 metros de altura. Más tarde, en el stand de la patronal de operadores GSMA, pudo pilotar un simulador de coche de Fórmula 1 que recorre el circuito de Barcelona-Catalunya. En el stand de Telefónica, el presidente de la compañía, Marc Murtra, le explicó los nuevos proyectos, como un servicio de gestión de estaciones de drones con capacidad de albergar, recargar y desplegar de forma integral y automática estos aparatos sin necesidad de intervención humana.
Antes del mediodía, que incluía una comida con representantes de diversas empresas tecnológicas, el Rey pasó por la multipantalla más grande del mundo que está vinculada al Supercomputing Center de Barcelona, cuya sede visitó por la tarde. En su recorrido, conoció la gran sala donde se encuentra el superordenador MareNostrum 5, uno de los más potentes del mundo que, con un coste de 200 millones de euros, representa la mayor inversión jamás realizada por Europa en una infraestructura científica en España.
El Rey, durante su visita al Barcelona Supercomputing Center
Àlex Garcia
De regreso a Fira Gran Vía, el Rey se montó en una bicicleta en la que puede seguirse la ruta a través de unas gafas virtuales y acabó el recorrido conociendo a otro robot, ideado por la firma ZTE, que tiene como particularidad poder llevar a cabo misiones espaciales siendo guiado desde la Tierra. En medio y de frente a la realidad más dura, el Rey pidió ser informado del trágico choque de dos autobuses en la Diagonal.
