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jueves, marzo 6, 2025

Por el cambio climático podría desaparecer uno de los árboles más antiguos de la Patagonia

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Para fines de este siglo, los modelos climáticos predicen que las temperaturas de las zonas altas de las montañas patagónicas serán similares a las que hoy poseen los valles y lagos de menor altitud. Ante este escenario, un equipo de investigación del CONICET se propuso evaluar las posibilidades de adaptación de la lenga (Nothofagus pumilio), una especie arbórea típica de las regiones elevadas de la Patagonia Norte y fundamental para el ecosistema andino.

“Una cuestión clave es entender cómo el aumento de las temperaturas afectará las vías que regulan la expresión de caracteres ecológicamente relevantes en los árboles que forman los bosques”, explicó la doctora Verónica Arana, del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias de Bariloche (IFAB), en un artículo publicado en la revista New Phytologist.

Uno de los enfoques de la investigación fue estudiar el impacto de la temperatura en el funcionamiento de los relojes circadianos de las plantas. Al igual que en los seres humanos, estos relojes funcionan como un “marcapasos interno” que ajusta los procesos biológicos a los ciclos ambientales. Sin embargo, hasta ahora no estaba claro cómo la temperatura influía en su funcionamiento y en el comportamiento vegetal dentro de ecosistemas naturales.

El equipo de investigadores, liderado por Arana y con la participación de los doctores Maximiliano Estravis-Barcala y Marcelo Yanovsky, comparó el comportamiento de dos especies: la lenga, característica de las zonas frías y elevadas, y el roble pellín (Nothofagus obliqua), que habita en regiones más bajas y cálidas.

Para evaluar el funcionamiento de los relojes circadianos, realizaron experimentos en condiciones controladas de laboratorio, donde analizaron la expresión de genes del reloj circadiano en plántulas expuestas a distintas temperaturas y condiciones lumínicas. Además, llevaron plántulas de ambas especies a distintas altitudes en la montaña (680 y 1340 metros), donde las dejaron por un mes y tomaron muestras periódicas de hojas cada tres horas durante dos días consecutivos. Finalmente, al cierre de la temporada, analizaron el crecimiento y la mortalidad de las plantas en cada ambiente.

Los experimentos demostraron que el reloj circadiano del roble pellín, adaptado a climas cálidos, mantuvo su funcionamiento en ambos ambientes. En cambio, el de la lenga se vio afectado cuando fue expuesto a temperaturas más altas. Esto se tradujo en una mayor mortalidad de la lenga en las zonas cálidas, lo que sugiere que la especie podría enfrentar dificultades para regenerarse en un futuro marcado por el calentamiento global.

“La pérdida de función del reloj circadiano se asoció con una mayor mortalidad de los ejemplares”, explicó Arana. “Dado que los modelos climáticos estiman que para fines de este siglo las temperaturas en las zonas altas del bosque serán similares a las actuales de la zona baja, la lenga podría mostrar serias dificultades para regenerarse, al menos en la Patagonia Norte”.

Redacción

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