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viernes, marzo 14, 2025

Otro transatlantismo es posible: el momento de Europa en América Latina

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Si bien el enfoque de Trump en América Latina sin duda remodelará la dinámica geopolítica de la región, también presenta una oportunidad estratégica para que la Unión Europea fortalezca su papel como fuerza estabilizadora y socio confiable.

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, con su agenda de “Estados Unidos primero” (America First), tendrá importantes consecuencias para América Latina. Durante su discurso inaugural, Trump hizo hincapié en la necesidad de que Estados Unidos recupere el control del Canal de Panamá, enmarcándolo como una piedra angular de la seguridad nacional en medio de una mayor competencia con China. Esta retórica marca la continuación de un enfoque político que se basa en la coerción y la diplomacia transaccional para lograr los objetivos de Estados Unidos.

Washington y América Latina: contención, coerción y consecuencias

El enfoque de Trump hacia América Latina se basa en tres prioridades generales: restringir la migración mediante políticas fronterizas más estrictas y deportaciones masivas, intensificar la lucha contra el tráfico de drogas y contener la creciente influencia de China en la región. Estos objetivos definirán las interacciones de su administración con América Latina, influyendo en las políticas comerciales, de seguridad y diplomáticas. Para alcanzar estos objetivos, se espera que las políticas de Trump den prioridad a las medidas coercitivas a corto plazo frente a las asociaciones a largo plazo. Lo que se va viendo, es que su administración se apoyará en gran medida en medidas punitivas como aranceles, sanciones e incluso posibles intervenciones militares. Por ejemplo, Trump ha sugerido la posibilidad de ataques con drones contra los cárteles mexicanos, una medida que podría desestabilizar la región y tensar las relaciones bilaterales con México, el mayor socio comercial de Estados Unidos en América Latina.

En otro frente, las amenazas de Trump de recuperar el Canal de Panamá han provocado una reacción violenta, y varios líderes regionales han expresado su solidaridad con Panamá en respuesta. La reacción general de América Latina ha sido fragmentada, como lo demuestra la cancelación de la cumbre extraordinaria de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) convocada inicialmente para abordar las políticas migratorias de Estados Unidos. Sin embargo, aunque aún no se ha materializado una coordinación regional más amplia, persiste el descontento con el enfoque de línea dura de Washington, y la postura de confrontación de Trump corre el riesgo de acercar a las naciones latinoamericanas a China y Rusia, socavando la influencia de Estados Unidos en su propio hemisferio.

Estos acontecimientos refuerzan la erosión continua de la alineación de América Latina con EEUU, un proceso que se ha acelerado en los últimos años. Durante el primer mandato de Trump, gran parte de la región estaba dirigida por gobiernos conservadores que se alineaban en gran medida con Washington en cuestiones como Venezuela. Hoy, sin embargo, el panorama político es más diverso, con una mezcla de líderes de izquierda y centristas que pueden estar menos dispuestos a seguir el liderazgo de EEUU. Esta mayor variedad ideológica podría traducirse en una mayor resistencia a las políticas de Washington y, a su vez, fomentar un distanciamiento geopolítico más profundo. Países como Brasil, que tienen profundos lazos económicos con China, pueden ver cada vez más a Pekín como un socio más estable y pragmático. Incluso México, a pesar de su dependencia del comercio estadounidense, podría tratar de diversificar sus asociaciones para reducir la vulnerabilidad a las impredecibles políticas de Washington.

El Acuerdo UE-Mercosur: un marco para un compromiso sostenible

En contraste con el enfoque coercitivo de EEUU, la UE se ha posicionado como un socio fiable y constructivo para América Latina. La finalización del acuerdo comercial UE-Mercosur en diciembre de 2024 marca un punto de inflexión en las relaciones entre la UE y América Latina. Sin embargo, aunque el acuerdo representa una oportunidad para la integración económica, su ratificación sigue siendo incierta. Varios Estados miembros de la UE, entre ellos Francia e Italia, han expresado su preocupación por las normas medioambientales y el impacto potencial en los agricultores europeos, lo que hace que la aprobación tanto en las legislaturas nacionales como en el Parlamento Europeo siga siendo objeto de debate.

No avanzar en el acuerdo no solo paralizaría los beneficios económicos, sino que también debilitaría la posición de la UE como socio estratégico para América Latina. En un momento en el que China está ampliando su influencia en la región, la prolongada incertidumbre corre el riesgo de dejar a la UE al margen de oportunidades clave de comercio e inversión. Por lo tanto, avanzar en el proceso de ratificación es fundamental para garantizar que la UE desempeñe un papel central en la configuración de políticas comerciales sostenibles y refuerce su compromiso con la gobernanza económica multilateral. Al promover prácticas comerciales sostenibles y hacer cumplir normas medioambientales y laborales exigentes, el acuerdo no solo fortalece los lazos económicos, sino que también se alinea con las prioridades de la región para un desarrollo inclusivo y sostenible.

Además, el acuerdo proporciona una plataforma para abordar desafíos compartidos, como las vulnerabilidades de las cadenas de suministro globales expuestas por las recientes crisis geopolíticas. Al fomentar estrategias de deslocalización y relocalización, la UE puede fortalecer el papel de América Latina en el comercio mundial, al tiempo que ofrece una alternativa a la creciente huella económica de China en la región. Durante las dos últimas décadas, China ha posicionado a América Latina como un mercado de exportación clave para sus productos manufacturados, al tiempo que ha ampliado su presencia mediante inversiones en infraestructuras a gran escala y una mayor demanda de materias primas como el litio y el cobre. Sin embargo, este compromiso económico suele conllevar desafíos, como la dependencia de la deuda, las preocupaciones medioambientales y la falta de desarrollo económico local.

El creciente interés de América Latina por la acción climática y las energías renovables ofrece un terreno fértil para el compromiso de la UE. A través de iniciativas como Global Gateway, la UE puede apoyar la inversión en tecnologías verdes, la conservación de la biodiversidad y la infraestructura digital. Por ejemplo, las asociaciones en materia de energías renovables podrían ayudar a países como Brasil y Chile a hacer la transición a economías bajas en carbono, al tiempo que crean oportunidades para las empresas europeas en el sector de las energías verdes.

Mientras que la postura proteccionista de Trump puede empujar a algunas economías latinoamericanas a buscar lazos más estrechos con Pekín, la UE presenta una alternativa más sostenible y cooperativa. El énfasis de Europa en el multilateralismo, las normas medioambientales y las políticas comerciales equitativas se ajusta más a los intereses a largo plazo de América Latina, especialmente en áreas como la cooperación en materia de cambio climático y las inversiones en infraestructura digital. Al profundizar su compromiso económico, la UE puede posicionarse como una fuerza estabilizadora en la región y mitigar los riesgos de una dependencia excesiva de Washington o Pekín.

Este enfoque no solo mejora la resiliencia económica, sino que también apoya los objetivos estratégicos de Europa para una economía global más ecológica y segura, reforzando su papel como socio clave para América Latina en el cambiante panorama geopolítico.

Convertir los desafíos en oportunidades estratégicas

El enfoque de Trump hacia la migración y la seguridad presenta desafíos inmediatos para América Latina, pero también crea oportunidades para que la UE se diferencie como socio. Políticas como las deportaciones masivas y la aplicación agresiva de las leyes fronterizas podrían exacerbar las tensiones sociales y la inestabilidad económica en países que ya luchan contra la pobreza y la desigualdad.

La UE puede abordar estas causas profundas proporcionando ayuda al desarrollo específica, en particular en regiones donde los patrones migratorios se han vuelto cada vez más complejos, involucrando tanto rutas migratorias tradicionales como nuevas. Por ejemplo, la UE podría ampliar su apoyo a programas que promuevan la inclusión económica, la educación y la gobernanza local. Estas iniciativas no solo reducen los factores de empuje que impulsan la migración, sino que también fortalecen el tejido social en comunidades vulnerables.

El énfasis de la UE en la gobernanza y los derechos humanos también ofrece un contrapeso a la diplomacia transaccional de Trump. Al invertir en la sociedad civil y las instituciones democráticas, Europa puede ayudar a mitigar las tendencias autoritarias que a menudo surgen en respuesta a las presiones externas. Este enfoque no solo se alinea con los valores de la UE, sino que también refuerza su credibilidad como defensora del multilateralismo y el desarrollo inclusivo.

Un papel renovado para el multilateralismo

Si bien los marcos de seguridad como el Tratado de Río han disminuido en relevancia, América Latina se enfrenta a una serie de desafíos que requieren una acción colectiva. El cambio climático, la migración y la desigualdad económica no son cuestiones que puedan abordarse de forma unilateral. La UE, con su énfasis en la gobernanza cooperativa, está bien posicionada para promover iniciativas multilaterales que aborden estas preocupaciones apremiantes.

Un área emergente de cooperación es la gobernanza digital, a medida que América Latina navega por los desafíos relacionados con la ciberseguridad, la protección de datos y la infraestructura tecnológica. La UE ya ha dado pasos en esta dirección, en particular a través de iniciativas recientes como la Alianza Digital UE-ALC, que tiene como objetivo fomentar la cooperación birregional en estas áreas. Con el aumento de la inversión china en redes digitales en toda la región y el dominio estadounidense en la gobernanza de las plataformas, la UE puede ofrecer una alternativa equilibrada promoviendo normas regulatorias que se alineen con los principios democráticos y la protección de la privacidad.

Al mismo tiempo, la UE está bien posicionada para liderar en otra área crítica: la resiliencia climática. América Latina es una de las regiones más vulnerables al cambio climático, con el aumento del nivel del mar, la deforestación y los fenómenos meteorológicos extremos que amenazan los medios de vida y los ecosistemas. A través de asociaciones en el marco del Acuerdo de París, la UE puede apoyar los esfuerzos de adaptación y mitigación, así como los proyectos de reforestación en el Amazonas o las inversiones en infraestructura de energía renovable.

Además, la UE puede desempeñar un papel de liderazgo en el fomento del diálogo sobre migración. Es probable que las estrictas políticas migratorias de Trump redirijan los flujos hacia Europa, aumentando la presión sobre sus sistemas de asilo. Al trabajar con los gobiernos latinoamericanos para crear vías legales para la migración e invertir en el desarrollo local, la UE puede abordar las causas profundas del desplazamiento y promover la estabilidad en la región.

Un nuevo compromiso

La próxima cumbre UE-CELAC en Colombia representa un momento crucial para que Europa profundice su compromiso con América Latina. Esta reunión ofrece una plataforma para promover prioridades compartidas como la resiliencia climática, la gobernanza digital y el comercio inclusivo, al tiempo que fomenta unos lazos transatlánticos más fuertes.

Al presentarse como un socio fiable que prioriza la cooperación frente a la confrontación, la UE puede consolidar su influencia en una región cada vez más atrapada entre la competencia entre Estados Unidos y China. Iniciativas como el acuerdo UE-Mercosur y Global Gateway brindan oportunidades tangibles para que Europa afirme su liderazgo en el desarrollo sostenible y el multilateralismo.

Si bien las políticas de Trump pueden tensar las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, ofrecen a la UE una oportunidad única para llenar el vacío con asociaciones constructivas y con visión de futuro. A través del compromiso estratégico y el enfoque en objetivos a largo plazo, Europa puede ayudar a fomentar una alianza transatlántica más resistente que beneficie a ambas regiones.

Artículo traducido del inglés de la web del Istituto Affari Internazionali (IAI).

Redacción

Fuente: Leer artículo original

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