
El mundo del fútbol está lleno de historia de todo tipo, muchas de ellas poco o nada relacionadas con el mundo del deporte. En la historia del fútbol africano, pocos nombres han dejado una huella tan singular como la de Robert Mensah, un portero ghanés cuya figura se convirtió en un ícono tanto por su talento como por las supersticiones que lo rodeaban. Mensah, nacido en Ghana en 1939, alcanzó la fama no solo por sus habilidades bajo los tres palos, sino también por su peculiar estilo y una gorra que, según las creencias populares, poseía poderes mágicos. Su carrera, marcada por éxitos y controversias, culminó de manera trágica, dejando un legado que aún resuena en el continente africano.
Mensah comenzó su carrera en un equipo local llamado Mysterious Dwarfs (Los Enanos Misteriosos) antes de unirse al Asante Kotoko, uno de los clubes más importantes de Ghana. Su desempeño lo llevó a ser el guardameta titular de la selección nacional, donde se convirtió en un ídolo en su país y en una figura temida y odiada en el resto de África. En 1968, Mensah fue pieza clave para que Ghana alcanzara el subcampeonato en la Copa Africana de Naciones, celebrada en Etiopía, y también representó a su país en los Juegos Olímpicos de ese mismo año.
Sin embargo, fue en 1970 cuando su nombre quedó grabado en la historia del fútbol africano. Ese año, el Asante Kotoko disputó la final de la Copa de Campeones de África (actual Liga de Campeones de la CAF) contra el TP Mazembe, conocido entonces como TP Engelbert, de Lubumbashi, en el Congo (antes Zaire). Este enfrentamiento consolidó la reputación de Mensah como un portero excepcional y un personaje enigmático.
Uno de los aspectos más fascinantes de la figura de Mensah era su inseparable gorra de cuadros negros y blancos, que llevaba siempre durante los partidos. La leyenda cuenta que esta gorra le fue entregada por su abuelo, quien era brujo, en su lecho de muerte. En la cultura local, se creía que la gorra estaba impregnada de “juju”, una forma de magia que lo protegía de los goles. Esta creencia generaba un profundo temor entre sus rivales, quienes incluso intentaban arrebatársela durante los encuentros, aunque Mensah nunca permitía que se la quitaran.
Además de su gorra, Mensah era conocido por su comportamiento excéntrico en el campo. En ocasiones llegaba a leer el periódico durante los partidos, un gesto que muchos interpretaban como una muestra de confianza y superioridad, pero que también irritaba profundamente a sus oponentes. Estas actitudes, sumadas a su talento, lo convirtieron en una figura polarizadora: venerado en Ghana y detestado en otros países africanos.
A pesar de su éxito y popularidad, la vida de Robert Mensah tuvo un desenlace trágico. Su historia es un recordatorio de cómo el deporte puede ser un reflejo de las complejidades culturales y sociales de una región. Mensah no solo fue un portero destacado, sino también un símbolo de las creencias y tradiciones que forman parte del tejido del fútbol africano.
Aunque el fútbol africano comenzó a ganar reconocimiento internacional en la década de 1980, figuras como Mensah demuestran que su historia es mucho más antigua y rica. Su legado, aunque poco conocido fuera de África, sigue siendo una fuente de inspiración y fascinación para quienes exploran los orígenes del deporte en el continente.