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viernes, marzo 14, 2025

Guillermo Kuitca regresa al Malba: 77 obras inéditas y 50 años de trayectoria

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Guillermo Kuitca está de regreso en el Malba, 22 años después de la retrospectiva que en 2003 atrajo a oleadas de visitantes. En aquella oportunidad se trató de una muestra abarcativa de su obra en el flamante Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, que aún no cumplía dos años de existencia. El impasse previo había sido de 17 años.

A los 64 años (que parecen 20 menos), Kuitca sigue siendo el joven prodigio, tímido para la exposición pública, de apariencia serena y un contenido sentido del humor, que se define con una palabra: pintor. No dice artista, de modo de abarcar las demás expresiones sobre las que también ha trabajado –teatro, performance, danza, literatura, cine–. Su esencia está en la pintura.

Las 77 obras que componen la exhibición Kuitca 86. De Nadie olvida nada a las Siete últimas canciones, curada por Sonia Becce (como la de 2003) y Nancy Rojas, con la coordinación general de Marita García y particular de Marina Correa y Tatiana Kohan, han sido reunidas por primera vez. El título rescata las series pictóricas sobre las que ha trabajo.

Un número amplio de trabajos exhibidos estuvo en el atelier del artista en Buenos Aires y solo una pieza llegó de Brasil. Tanto la Colección Costantini como la Colección Malba aportaron obras para esta expo y muchas otras proceden de colecciones privadas. Las pinturas de Guillermo Kuitca conocen un vasto destino: el mundo. En museos y colecciones particulares sus piezas están presentes.

Guillermo Kuitca retratado por Alejandro Guyot. Foto: gentileza prensa Malba.
Guillermo Kuitca retratado por Alejandro Guyot. Foto: gentileza prensa Malba.

Hace 22 años con ocasión de inaugurarse su retrospectiva en el Malba le preguntamos por el significado de la cama en buena parte de sus trabajos. El artista respondió: “En la cama nacemos, hacemos el amor, dormimos, y un día nos morimos”.

No solo ésta es la representación más saliente de sus trabajos. Hay planos, hay espacios donde la figura humana empequeñece, hay rojos furiosos que nos enfrentan a la violencia en cualquiera de sus formas, hay cementerios, hay ciudades donde el hombre no está aunque su presencia se percibe.

Y, tal como surgió luego en la rueda de prensa que dio en el auditorio del Malba tras la recorrida de los periodistas, siguen presentes en su obra las referencias al film de Sergei Eisenstein, Acorazado Potemkin (con aquella escena legendaria en Odessa, hoy en el mapa bélico de Rusia en Ucrania), a las sutiles creaciones de Pina Bausch, a las pinceladas que remiten a Rómulo Macció, entre otras.

Kuitca 86, Sala 5. Nivel 2 del Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), de miércoles y sábados a las 17:00. Foto: gentileza prensa Malba.Kuitca 86, Sala 5. Nivel 2 del Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), de miércoles y sábados a las 17:00. Foto: gentileza prensa Malba.

Un prodigio de imaginación

Eduardo Costantini, fundador y presidente honorario del Malba, recuerda en el catálogo de esta bellísima muestra que inaugura este jueves y se extenderá hasta junio de este año, que Guillermo Kuitca realizó su primera exposición en la Galería Lirolay en 1974, cuando tenía 13 años, por lo que Kuitca 86 viene a conmemorar también los 50 años de aquel hito artístico.

Sobre esta exhibición, Marita García, curadora en jefe del Museo, ha subrayado que se trata de un proyecto no solo de producción y conceptualización sobre la obra de Kuitca, sino que además es de investigación material.

“Son piezas de diversos formatos y soportes (como puertas en desuso de su taller), y realizadas con óleo, acrílico, pintura industrial e incluso aceite de cocina, con los que Kuitca desarrolló exploraciones materiales que dieron lugar a un repertorio iconográfico decisivo en su obra. Esta investigación, única en la carrera del artista, permitió un abordaje profundo de sus piezas”.

Kuitca 86, Sala 5. Nivel 2 del Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), de miércoles y sábados a las 17:00. Foto: gentileza prensa Malba.Kuitca 86, Sala 5. Nivel 2 del Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), de miércoles y sábados a las 17:00. Foto: gentileza prensa Malba.

Y agregó que se incorporan documentos del Archivo del artista, que nunca antes fueron exhibidos, lo que permite ampliar el camino recorrido y los distintos diálogos que entabló con otras expresiones artísticas.

El texto de la curadora Sonia Becce para la muestra se asoma a la pasión que el pintor tuvo desde muy pequeño: “En una foto de 1963 se ve a un niño de dos años, sonriente sobre la cama, rodeado de sus dibujos. Es Guillermo Kuitca, que ha sufrido un desgarro en una pierna y debe permanecer en reposo por un período prolongado. No parece nada contrariado. Ha empezado a garabatear con entusiasmo usando crayones, lápices y papeles que le acercan sus padres para hacer más tolerable el reposo obligado”.

Algunos de esos garabatos, recuerda Becce, fueron conservados por su madre Mary Kuperman, prestigiosa psicoanalista infantil, convirtiéndose muchos años más tarde en “la matriz enmarañada de una serie muy reconocida, las Coronas de espinas”. A su vez, su padre Jaime Kuitca estimuló tempranamente a su hijo en los talleres de expresión, y así fue como el artista nació a los 9 años reclamando una formación más seria.

Desde el presente

En el inicio de la recorrida queda claro que, a la hora de pintar, todos los soportes han sido flexibles para el artista, un prodigio de imaginación. En su producción de mediados de los años 80 utiliza acrílico y témpera sobre madera, y también sobre cartón entelado.

Guillermo Kuitca retratado por Alejandro Guyot. Foto: gentileza prensa Malba.Guillermo Kuitca retratado por Alejandro Guyot. Foto: gentileza prensa Malba.

En vastos espacios aparecen las camitas y las figuras femeninas. Las obras son parte de su serie Nadie olvida nada, justo en el contexto de 1982 (penúltimo año de la dictadura militar y año de la guerra de Malvinas). De ese período es la pintura amarilla, ícono de su obra, con la cama del mismo color. Kuitca nunca quiso desprenderse de este trabajo, que le fue robado de una muestra y reapareció milagrosamente, “con algunas manchas de salsa y tal vez de huevo”, contó al recuperarla.

Pasamos al siguiente espacio expositivo, donde se observa una búsqueda más experimental. Allí comienza su diálogo con el espacio teatral y la danza. Son pinturas que, a través de distintos materiales, proponen una intensidad más dramática.

Fueron sus encuentros, como señala el texto de sala, con la coreógrafa y bailarina alemana Pina Bausch y con el director polaco Tadeusz Kantor los que influyeron para que incorporara al desarrollo artístico “una realización escénica”, lo que lo llevó a articular las escenas que pintaba “desde adentro”, sin escenografía previa. A este período pertenece, por ejemplo, “Vaga idea de una pasión”, con sus colores vibrantes.

Kuitca 86, Sala 5. Nivel 2 del Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), de miércoles y sábados a las 17:00. Foto: gentileza prensa Malba.Kuitca 86, Sala 5. Nivel 2 del Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), de miércoles y sábados a las 17:00. Foto: gentileza prensa Malba.

Avanzamos en la recorrida y allí aparece “El beso que me dabas en Odesa”, de la serie El mar dulce, de 1984, donde el artista dispone cuatro escenas referidas al film El acorazado Potemkin, donde un cochecito de bebé cae por las escalinatas de Odesa, inmortalizadas por Eisenstein.

La pintura, impresionante por cierto, está bajo régimen de comodato en el Museo de Arte Moderno de Río de Janiero, tras ser adquirida por el coleccionista Gilberto Chateaubriand en 1985, luego de la primera expo de Kuitca en Brasil.

En estas obras expuestas se expande el color rojo, como en “Tres días”, creada en 1986, donde el artista refiere a la violencia, según explicaron las curadoras durante la visita de prensa. Siguen en la sala posterior, trabajos en colores grises. Allí está como parte de la serie Siete últimas canciones, esa bellísima pieza “Tres noches”, cuyas tonalidades envuelven las escenas en una atmósfera sombría.

En el centro de una habitación inmensa, una mujer abraza con sus piernas la sombra de un hombre. Debajo se lee: “Yo miento pero mi voz no miente”, interrumpida por la letra K. Fue la firma de Kuitca en varias de sus obras durante los años 80.

“Kuitca 86. De Nadie olvida nada a las Siete últimas canciones”, curada por Sonia Becce y Nancy Rojas, con la coordinación general de Marita García y particular de Marina Correa y Tatiana Kohan. Foto: gentileza prensa Malba.“Kuitca 86. De Nadie olvida nada a las Siete últimas canciones”, curada por Sonia Becce y Nancy Rojas, con la coordinación general de Marita García y particular de Marina Correa y Tatiana Kohan. Foto: gentileza prensa Malba.

A esta serie también corresponde “La Cruz del Sur”, en tonos igualmente sombríos y “Tres camas negras”, donde por primera vez desaparece completamente la figura humana, aunque su presencia se percibe.

Como cierre de la expo y antes de pasar a las tres vitrinas de cinco metros de largo cada una, ubicadas en el pasillo que une los espacios expositivos compartimentados del segundo piso del Malba, aparece Kuitca 86, una maqueta en madera, óleo y objetos en miniatura, realizada por el artista en 2024, que es parte de una serie iniciada en los últimos años.

De aquellos espacios vastos de 1986, el artista minimaliza quizá toda su esencia en una miniatura casi tridimensional, donde la pintura es omnipresente, algo que refleja en su texto del catálogo la crítica Graciela Speranza.

Previo a recorrer el pasillo, observamos la pintura de 1989 “Sin título” (Homenaje a Van Gogh), en la que Kuitca pinta su simbólica cama, a cierta distancia de la famosa cama que el artista holandés inmortalizó en “La Kamer à Arles” (“El cuarto en Arlés”).

Kuitca 86, Sala 5. Nivel 2 del Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), de miércoles y sábados a las 17:00. Foto: gentileza prensa Malba.Kuitca 86, Sala 5. Nivel 2 del Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), de miércoles y sábados a las 17:00. Foto: gentileza prensa Malba.

La exhibición cierra con las tres vitrinas de aproximadamente cinco metros de largo, donde se observan programas de obras de teatro, obras muy pequeñas, fotografías, documentos, libretas de dibujo, recortes de periódicos, poemas, dibujos, que exhiben además el diálogo extenso que la obra pictórica de Kuitca ha sostenido con la literatura, el teatro, la poesía, el dibujo, las instalaciones e incluso, la escenografía, entre otras expresiones.

Pinturas autosuficientes

Durante la rueda de prensa posterior, y consultado sobre sus propias referencias “ideológicas” al introducir escenas que remiten a la película de Eisenstein y a Pina Bausch, entre otras, el artista dijo que procuró reflejar en sus trabajos el pasaje a la democracia (en Argentina) en 1983.

“Pasaje al fin; no fue que uno se despertó un día y era otro. Me interesaba cómo hilvanar quién era yo y cuáles eran mis ideas de ese entonces, para que mi pintura diera cuenta de eso. La pintura permite acercarse y alejarse al mismo tiempo, no es como el teatro o la literatura. Si queremos forzar a la pintura a que exprese un momento político, se resiste un poco. En mis manos por lo menos se resistía. La pintura siempre fue para mí un lugar de posibilidades para expresar estos temas”.

El fundador del Malba, Eduardo Costantini, y Teresa A.L. Bulgheroni,  oresidenta del Consejo de Administración del museo junto a Guillermo Kuitca.  Foto: gentileza prensa Malba.El fundador del Malba, Eduardo Costantini, y Teresa A.L. Bulgheroni, oresidenta del Consejo de Administración del museo junto a Guillermo Kuitca. Foto: gentileza prensa Malba.

Dijo luego que siempre se sintió pintor. Y que, al margen de que las obras expuestas siguen el curso de las series realizadas, el montaje procura exhibirlas como “autosuficientes”, unidades en sí mismas. Lo que el artista quiere es que el público las vea como piezas individuales y no como parte de un corpus, tal como fueron creadas en su momento.

Contó que su aproximación al teatro surgió de un momento de crisis que tuvo con la pintura. “El teatro es mucho más poderoso, más cercano a mi poética. Empecé con un amigo y nos asociamos para hacer un par de obras. Me metí en el barro del teatro mismo. En esa época yo descreía mucho de la escenografía, hice pocas escenografías y no quería ir hacia ese lugar. Muchos años después cuestioné esa idea y empecé a incursionar”. Allí llegó a su vida la escenografía de El holandés errante, en el Teatro Colón. “Hoy en día no pienso si tengo un lugar en el teatro”, subrayó.

Más tarde reflexionó que el eco de la pintura está siempre en él y en su obra, “pero todo se traduce en presente. Con la obra expuesta hoy me fui reencontrando paulatinamente a lo largo de estos 40 años, en otras retrospectivas. Tengo emoción y expectativa. Y a esta exposición en el Malba la estoy mirando desde el presente. La memoria es muy especial. En mi caso, mi memoria es pictórica. Ojalá el público pueda ver esta muestra desde el presente”, señaló.

Contó luego que de esta etapa expuesta en el Malba conservó muy poca obra propia. La mayoría procede de coleccionistas privados. Y consultado por su momento más feliz (en caso de que uno pueda elegir uno solo en la vida) se remontó a sus 7 años “cuando comenzó a asistir a lo que en esa época se llamaban talleres de expresión. Fue un momento en que me sentía vivo”.

Con esta exposición en la sala 5 del segundo piso abre el calendario de Malba, al que se suma la muestra de Lucrecia Lionti, que también abrirá mañana en la Sala 1. “Fabril la mirada es la primera individual de Lionti, curada por Carla Barbero, y presenta instalaciones textiles creadas para la ocasión y una serie de obras en papel realizadas entre 2012 y 2017.

Kuitca 86, Sala 5. Nivel 2 del Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), de miércoles y sábados a las 17:00.

Redacción

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