A mediados del año pasado, los medios del mundo mostraron las imágenes de manifestantes barceloneses que protestaban contra los efectos nocivos del turismo masivo en su ciudad. Se viralizaron videos de turistas rociados con pistolas de agua por los locales y fotos de protestantes con carteles que decían “tourist go home”, acaso el peor de los deseos para un paseante en busca de escapar por un rato de las obligaciones domésticas. Anna Pacheco, ella misma nativa de Barcelona, escribe en Estuve aquí y me acordé de nosotros (Anagrama) un ensayo que analiza el fenómeno del turismo desde el punto de vista de los trabajadores de hoteles de lujo.
Pacheco es escritora y periodista colaboradora en medios como El País, El Salto, El Diario y Planta baixa (TV3), entre otros. Se especializa en temas sociales, trabajo, feminismos y cultura popular. Tiene un máster en Antropología Social por la Universidad de Barcelona que, en el libro, se ve claramente reflejado por el enfoque etnográfico con el que eligió encarar la investigación.
Infiltrada en hoteles de lujo
A lo largo de unos siete meses, Pacheco realizó un trabajo de campo en el que entrevistó a treinta y seis trabajadores de hoteles y pudo participar como “infiltrada” en eventos y reuniones laborales.
De esta forma, Pacheco logra construir ese contradictorio universo entre la máxima comodidad para los pasajeros y la explotación de los empleados, cuyos servicios se consideran “parte de la experiencia”.
Particularmente, a Pacheco le interesaba indagar los sentimientos de los trabajadores ante esa situación de exposición constante con el lujo en manos de otros. Suponía que una cercanía de ese tipo generaba una mayor conciencia de la diferenciación social y podía ser un disparador de un clima de resentimiento de clase.
Una hipótesis, según ella misma admite, algo ingenua para un fenómeno que no resulta tan lineal. En primer lugar, porque la propia categoría de “clase” parece estar en crisis.
Un micro turístico recorre Barcelona. Archivo Clarín.Más que el resentimiento, lo que comprueba Pacheco es la efectividad de los valores aspiracionales que se respiran en la industria turística. Conocer el lujo de cerca puede hacer desearlo para uno mismo.
Los eventos empresariales con frecuencia explotan esos estímulos, relajando las fronteras entre una y otra realidad a base de souvenirs y juegos, pero cuidándose de no borrarlas jamás.
Los trabajadores que aparecen en el libro, con frecuencia inmigrantes latinoamericanos, responden de maneras diversas a su situación. El elemento común parece ser el abandono de la disputa salarial, pese al diagnóstico compartido de que los sueldos apenas cubren necesidades básicas. Entre los más inconformistas, las demandas giran en torno a una distribución más justa de las tareas y los horarios.
El imperio del pluriempleo
En cambio, lo que sucede en muchos casos es una adaptación a la llamada hustle culture o “cultura del ajetreo”, que se define como una “estructura ideológica que sustenta el pluriempleo”.
Tener muchas fuentes de ingreso –ya sean a través de actividades laborales o por apostar– se vive como una forma de “ser vivo”. A diferencia de la figura algo mítica de los abuelos sacrificados que trabajaban de sol a sol para traer el pan a la casa, este nuevo trabajador experimenta su vida laboral como una mera circunstancia que está lejos de definirlos.
“Y este hecho, medio forzado, genera en algunos de ellos una falsa sensación de autonomía y control sobre su propio trabajo, una vida laboral compartimentada en la que, casi siempre, prevalece su ‘proyecto personal’ (que son otros trabajos o sueños, como en el caso de Nando) frente al trabajo en el Hotel, que de tan duro e ingrato, se percibe casi siempre como algo pasajero”, describe Pacheco.
En un trabajo citado por la autora, el físico y sociólogo Marco d’Eramo define a nuestra época como “la edad del turismo” al tratarse de la industria más pesada del capitalismo tardío. Un rubro que requiere de infraestructura, pero tiene la inmaterialidad de un servicio.
La tendencia, sin embargo, parece ir a una paradójica reducción del acceso. Según los datos que comparte Pacheco, en 2022 un 30,9% de los catalanes no tenía la posibilidad de vacacionar y se calcula que sólo el 4% de la población mundial cruza fronteras con fines turísticos.
Las ramblas de Barcelona, llenas de gente a toda hora. Archivo Clarín.Industria clave del milagro español
En España el turismo supo ser una de las industrias clave del milagro español y un vehículo de lenta inserción en el mundo para un país que llevaba años de dictadura.
Sin embargo, como demuestran las protestas del año pasado, hoy se trata de un rubro cuestionado por sus efectos negativos sobre el ambiente y sus repercusiones sobre la vida de los habitantes locales al encarecer los precios de las viviendas por la reducción de la oferta de alquileres a largo plazo en favor de los alquileres temporarios.
Sobre el final, Pacheco se pregunta por las alternativas de turismo sustentable. El Hotel Bauen de Buenos Aires, en manos de sus trabajadores tras la crisis de 2001, aparece como un ejemplo de gestión alternativa.
Estuve aquí y me acordé de nosotros, de Anna Pacheco (Anagrama). Foto: gentileza.Pero, sobre todo, subyace otra pregunta que cuestiona el corazón mismo del turismo en tanto escapismo de esa vida ajetreada a la que el capitalismo moderno pareciera impulsar a la mayoría de los trabajadores.
Para Pacheco, las limitaciones ecológicas nos llevarán a pensar en un descanso que implique reducir la movilidad. Pensar un nuevo modelo conducirá también a “pensar cómo trabajamos menos para estar menos cansados y qué otras cosas podemos hacer cuando no estamos trabajando”.
Estuve aquí y me acordé de nosotros, de Anna Pacheco (Anagrama).
