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martes, marzo 18, 2025

Laurita Fernández, Martín Bossi, Mike Amigorena y las mil y una maneras de hacerse los boludos

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La cena de los tontos se presenta como uno de los grandes tanques de la cartelera teatral porteña en este 2025. La obra escrita por el autor francés Francis Veber en 1993, que tuvo varias adaptaciones al cine, y una representación súper exitosa en el año 2000 con Guillermo Francella y Adrián Suar a la cabeza (también productores de esta versión), llega a la calle Corrientes, bajo la dirección de Marcos Carnevale. Clarín charló con sus protagonistas Laurita Fernández, Martín Bossi y Mike Amigorena, a poco del estreno del 20 de marzo, en el Teatro El Nacional.

“Pará, vamos a hacer como la tapa de Abbey Road”, dice Martín. “¿Vos decís que somos los Beatles?, contesta Laurita. “Entonces pidámosle a esos policías que hagan como que nos llevan presos”, tira Mike. “Pero, pará que están trabajando”, comenta Bossi. “¿Y si me subo acá, como Spiderman?”, dispara Amigorena. “No. Vamos corriendo como en slow motion”, propone Fernández, y se prepara para tomar carrera. “Yo me trepo y hago como que tiro una telaraña”, insiste el actor. Un lunes a la tarde encuentra en pleno Colegiales a Laurita, Martín y Mike, literalmente jugando en el medio de la calle, ante las risas cómplices de los vecinos, que miraban desde balcones o esquinas.

Había que hacer fotos con los actores antes de la entrevista sobre el debut de la clásica obra, pero las propuestas se salieron de control.

Los tres tienen un espíritu lúdico y creativo que se potencia cuando se miran y hace que el resto desaparezca, víctima de una química palpable en el aire. Desde el primer segundo, quedó claro que la nota no iba a ir por los rieles esperados, y eso, para todos los presentes, era una gran noticia.

Una química que se verá sobre las tablas

Para Laurita “cada encuentro de los tres es un espacio de locura y de juego”, en el que se le hace “imposible no tentarse”. Si bien hay mucho de “laburo y compromiso”, lograron (junto a todo el elenco) “construir un ambiente único” que espera se vea en el escenario.

En carrera. Amigorena, Bossi y Fernández dicen que cada encuentro entre los tres es
En carrera. Amigorena, Bossi y Fernández dicen que cada encuentro entre los tres es «un espacio de locura». Foto: Marcelo Carroll

En esa línea, Bossi asevera: “Es un delirio. Yo lo quiero decir, con todo el respeto a mis compañeros, que es la primera vez que estoy trabajando con gente que está más loca que yo. Mike viene de Narnia directamente y con Laurita le juego mano a mano”.

“Lo que viste recién es lo fundamental. Es el punto nodal del vínculo entre nosotros. Es lo que nos permite armar esta historia en la que un anfitrión semanalmente tiene que encontrar un tonto de turno. Y ese juego delirante, sólo se puede dar entre delirantes”, explica Mike Amigorena.

Sobre el manejo de la ansiedad, Mike, que vuelve al teatro después de hacer ART en 2023, señala: “Hay una sensación de un embarazo avanzado al que le falta una semana y te querés llevar a tu hijo a tu casa”.

Para Laura Fernández, que antes encabezó el musical Legalmente rubia, el desafío es doble. Ya que, por idea de Suar, hará los dos personajes femeninos. “Es entender dos psicologías, dos razones, dos miradas. Es algo que me entusiasma muchísimo. Por suerte tengo el apoyo y el acompañamiento de un equipo impresionante y la dirección de un genio como Marcos Carnevale, que hace todo muy fácil y amable”.

Para Bossi, el showman oriundo de Lomas de Zamora, “el teatro es un espacio de celebración” y argumenta: “Es el único evento no trasmitido, no televisado, no filmado. Hoy, un streaming, la televisión, el cine, los cumpleaños, los embarazos, las separaciones, todo es mediado por la filmación”.

Y agrega: “El teatro te obliga a conectarte con vos mismo y con los demás. No divide entre peronistas y radicales; izquierda y derecha; Boca y River; Lali y María Becerra; Milei y Putin… Todos se unen para compartir el amor por el teatro. Es un milagro que, en estos tiempos de Inteligencia Artificial, todavía resista”.

Amigorena, Bossi y Fernández coinciden en que a veces es mejor parecer tonto. Foto: Marcelo CarrollAmigorena, Bossi y Fernández coinciden en que a veces es mejor parecer tonto. Foto: Marcelo Carroll

¿Qué ves cuándo me ves?

En ese contexto eligen contar una historia que tiene que ver no sólo con los vínculos, sino con la mirada del otro. ¿Quién sos para el que te mira? ¿Un vivo, un nabo o las dos cosas?

Amigorena: Un poco ese es el juego. Una persona que se jacta de invitar a un boludo con amigos para cargarlo, es un boludo. A contracara, el que se ve medio huevón, termina siendo el inteligente, el más sensible, el que más entiende de contextos.

Bossi: Es una metáfora muy profunda, sobre la inocencia y la pureza en el medio de la hipocresía. Esa es la definición para mí de lo que es esta obra. El personaje de Mike es el poder, el status quo, es lo que está bien. Un hombre que tiene dos mujeres, que miente todo el tiempo… Es terrible. Y del otro lado, está el pibe puro, mostrándose cómo es y se le ríen todos.

Fernández: Además está contado de una manera tan lúdica, tan clara. No deja de ser una comedia, pero su mensaje te interpela. Te muestra en un espejo. En quiénes somos y qué vemos en el otro.

Amigorena: Es muy interesante cómo ese lugar del vivo o el tonto, es cambiante. No es fijo, no es estático. Por lo menos para mí es cambiante. En un momento sos el que no entiende algo, y te lo explican, y seguís sin entender, y no preguntás para no quedar como un nabo. Y hasta notás que hay risas de fondo. Y en otras ocasiones será exactamente al revés.

Laurita Fernández hará dos papeles en Laurita Fernández hará dos papeles en «La cena de los tontos». Foto: Marcelo Carroll

-¿Creen que la versión de Francella y Suar del 2000, y que hoy son productores, puede influir en esta de 2025?

Bossi: No creo. Es otra obra. Está inspirada, pero es otra obra. Y no sólo por la adaptación esplendida que hizo Marcos Carnevale, sino por los actores que la interpretamos. Adrián y Guillermo son dos artistas únicos, y creo que hoy ellos la harían distinta.

Fernández: Está aggiornada, obviamente. Hoy el rol de la mujer es otro, la manera en que se desarrollan los personajes tiene que ver más con estos tiempos, pero la esencia de la historia, la universalidad de lo que plantea, es la misma.

Bossi: Guillermo hizo el boludo que hay en él y yo hice el boludo que hay en mí. Jamás podríamos armarlo de otra manera. La visión del boludo de cada uno es diferente, es única. Porque cada mirada es única. Cuando fui a ver la obra me destrozó de risa, pero eso no me condiciona en absoluto. Tengo en claro el mundo que yo veo.

Amigorena: Dejame destacar además el trabajo de Esteban Prol, de Guillermo Arengo y de Franco Batista, que son espectaculares. Yo al menos públicamente les quiero agradecer a los chicos su trabajo genial.

-Ustedes son tres artistas que normalmente lideran los equipos en donde están. Se podría decir que están acostumbrados a llevar la 10 en la espalda. Y ahora les toca compartir un poco ese lugar. ¿Hubo un reacomodamiento en ese sentido? Porque no debe ser algo sencillo.

Mike Amigorena, sin temor al ridículo, se subió a un buzón para la producción fotográfica. Foto: Marcelo Carroll. Mike Amigorena, sin temor al ridículo, se subió a un buzón para la producción fotográfica. Foto: Marcelo Carroll.

Amigorena: No, para nada. Y ese es el trabajo de Marcos (Carnevale). Cómo acomodar a semejantes instrumentos, que por ahí son convocantes de por sí, para saber cuándo tienen que escuchar, acompañar o brillar. Porque al principio uno se siente medio perdido. Por lo menos para mí. Y ahora logramos el equilibrio para disfrutar del otro. El teatro un poco es eso: disfrutar del otro. Aprender a relajarse y alimentarse de lo que da el compañero.

Fernández: Creo que lo que se logró es divino. Porque por ahí probamos algo y enseguida busco la mirada cómplice de ellos. Sus consejos, sus opiniones. Y no sólo de ellos, sino de Esteban, de Guillermo, de Franco, más allá de que la última palabra es de Carnevale, obvio. Pero es un grupo en el que descansás en cada uno, y eso es hermoso. Es como un elenco muy amable, en el que se respira mucho cariño. Y vos decís, “es obvio”, pero no siempre es tan obvio. Y la verdad que son tan grosos todos y confías tanto en la mirada del otro, que lo hace muy sencillo.

Hacerse el tonto

Bossi: Es una obra que propone que yo por momentos sea el 10 y Mike se vuelve De Paul y ella es Di María. Y por momentos es ella la Diez y tenemos que trabajar para ella. Y por momentos Mike y por otros Guillermo Arengo. Y nos transformamos, yo en el huevo Acuña y otro en el Dibu y así. Es una constante rotación y hay que entenderlo, porque si no, no funciona. Acá compartís o compartís. Acá no existe otra cosa.

Fernández: En ese sentido Marcos la tiene re clara. Cómo manejar los tiempos, los silencios, los lugares. Sabe perfectamente cómo darle ese timming a esta comedia que la hace tan especial y tan efectiva. Para que esas cosas mágicas que pasan con cada escena se den, no dependen sólo del que hace el remate, sino de todos los que lo rodean.

Martín Bossi se declara un Martín Bossi se declara un «profesional en hacerme el boludo». Foto: Marcelo Carroll

-¿En qué momento cada uno de ustedes agradece haberse hecho el boludo en alguna situación de la vida?

Bossi: Yo básicamente si no fuera un profesional en hacerme el boludo no estaría acá. Me declaro un especialista en esa materia. Creo que en este medio y en estos tiempos de tanta violencia es importante hacerse el boludo. Volar bajito para que los radares no te vean

Amigorena: Totalmente. Estaría peleado con todo el mundo. Sería un dolor de cabeza. Hay veces que el silencio y hacerse el boludo es de una gran inteligencia. Hay que saber manejar el ego ahí. Es necesario a veces pasar por discreto. Como se dice: “El necio afirma, el sabio duda”.

Bossi: !Fuaaa!

Fernández: Al ángulo (risas).

Bossi: Igual, sin hablar de política, sino de algo mucho más profundo, yo prendo la radio, miro la tele, escucho cosas y me hago el boludo. Veo lo que pasa en el mundo y me hago el boludo. Y no es que no sea un tipo comprometido, o no tenga mis opiniones. Pero digo, es tan fuerte lo que está pasando en todos lados, tan decadente, que si no me hago el boludo me vuelvo loco. En el fondo, los que tenemos los ojos abiertos tenemos que hacernos los boludos un poco.

Fernández: Yo pensaba en algo más cotidiano. En una escena e que el personaje de Martin se encuentra con un amigo de toda la vida con el que estaba peleado y como le conviene esa situación los dos se hacen los boludos. Y uno cuántas veces (principalmente en este medio) te cruzas con alguien que lo escuchaste decir cualquier cosa y te hacés la boluda y lo hacés porque te conviene esa. A full. Soy más feliz no dando identidad a esas cosas y seguiendo mi vida. También creo que hay algo de libertad en no querer ser el vivo todo el tiempo, en permitirse ser más puro e inocente.

Bossi, Amigorena y Fernández dicen que esta versión de Bossi, Amigorena y Fernández dicen que esta versión de «La cena de los tontos» es muy distinta a la que hicieron Adrián Suar y Guillermo Francella. Foto: Marcelo Carroll

Amigorena: Sin dudas. Hay algo de obligación de ser el pistola todo el tiempo, que puede ser muy pesado. Por eso digo que te van a tocar siempre los dos lugares. Nadie lo es completamente.

Bossi: Yo a los 30 años estaba dispuesto hacerme el boludo a través de las caras de otros, con las imitaciones. Con el tiempo (y gracias a Dios), las caretas se van cayendo y empecé a opinar con mi cuerpo, como showman. Pero como te decía, fui generando una capacidad de hacerme el boludo principalmente en las notas, para no darle títulos, para no ser noticias en los portales, entonces es un desafío. Sobre todo, cuando no querés tener la razón. Prefiero tener razones que razón.

Fernández: Creo que todo lo que estamos hablando tiene que ver con el mensaje que tiene la obra. Con un final que es una piña hermosa (que obvio no vamos a espoilear), pero que todo va escalando para llegar a ese momento, que te deja pensando, pero de una manera clara, cero incomoda y muy muy divertida.

Redacción

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