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martes, marzo 18, 2025

Una experta de Harvard dice cómo mejorar la educación en Argentina y pone de ejemplo a Chile y Uruguay

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Desde los laboratorios de la Universidad de Harvard, la experta Emiliana Vegas investiga a los sistemas educativos de la región. Con un doctorado en Educación de esa universidad, y con especialización en Economía de la Educación, desde 2022 también da clases de posgrado a unos de 800 profesionales del ámbito educativo por año.

Entre los diagnósticos que ella -y esa universidad- tenían de la Argentina estaba que el país es uno de los que más invierte en educación, pero no obtiene resultados acordes a esa inversión. Ahora, con el ajuste del año pasado (40% en el presupuesto nacional para la educación básica, por ejemplo), se ven en la obligación de actualizar algunos diagnósticos y propuestas.

«Los países más avanzados fomentan la educación superior no universitaria, que da una inserción laboral. En Argentina esa matrícula va en descenso”, dice Emiliana Vegas.

Vegas será uno de las expositores en el foro “Ejes para la mejora educativa en Argentina: políticas públicas y prácticas pedagógicas” organizado por Educar 2050 junto a la Universidad Siglo 21, que se hará este martes en Buenos Aires. Antes del encuentro, habló con Clarín.

– ¿Cómo ve a la educación argentina y en qué hay que mejorar?

– La educación en Argentina tiene varios avances interesantes en relación al resto de la región. Por ejemplo, la gran mayoría de los niños, jóvenes, incluso jóvenes adultos, están en el sistema educativo. Las tasas de asistencia son altas. Pero los niveles de aprendizaje siguen siendo bajos en relación a lo que se esperaría dada la inversión del país. También vemos un gran porcentaje, que ha aumentado, de estudiantes que no terminan la secundaria en tiempo y forma. Estos problemas se reflejan en los aprendizajes, en PISA, en otros exámenes donde Argentina ha participado, donde Argentina está muy por debajo de la mayoría de los países de América Latina.

– ¿Por qué pasa esto?

– Hay varias razones. Una tiene que ver con la efectividad de los docentes en aula y las prácticas que utilizan. Parte de lo que voy a presentar este martes tiene que ver con la evidencia que tenemos, de muchas partes del mundo, de que cuando los docentes cuentan con métodos de pedagogía estructurada, con apoyos que van alineados a las metas de aprendizaje, tienden a lograr mejores resultados de aprendizaje. Hablo de un esfuerzo grande en enfocarnos en las prácticas en el aula y en todo lo que tiene que ver con las competencias de lectoescritura y matemáticas iniciales para que los estudiantes ya ganen esas competencias fundacionales para continuar aprendiendo el resto de la vida. Otra cosa que vimos es que la tasa de uso de celulares de estudiantes en Argentina es bien alta comparado con otros países. Y sabemos que la tecnología puede ser un aliado o un disruptor enorme para el proceso de aprendizaje.

– ¿A qué se refiere con pedagogía estructurada?

– Tenemos currículums en América Latina, y Argentina no es excepción, que son muy ambiciosos y que tratan de cubrir muchos aspectos que los expertos consideran son importantes que el alumno que se gradúa de una educación completa de 12 años debe saber. Ahora, el mundo ha cambiado muchísimo y mucha de esa información está disponible para quienes tienen las herramientas. Lo que hemos aprendido es que las competencias más importantes que la escuela sí o sí debe impartir son lectoescritura -porque para aprender y para comunicarnos tenemos que saber leer y escribir razonablemente bien-, Matemáticas -no necesariamente las más avanzadas, pero para comprender cómo funciona la tecnología, cómo adaptarla para nuestros usos y el proceso científico- y todo lo que son competencias socioemocionales. Estas competencias -llamadas “del siglo 21”- son muy distintas a las anteriores, que era memorizar una gran cantidad de información enciclopédica porque no la podíamos acceder fácilmente. ¿Qué quiere decir que los maestros tengan acceso a instrucción estructurada? Que, en cada provincia, cada grado, cada aula, se le dé al docente mucha claridad sobre qué esperas que el alumno aprenda, cómo saber si el alumno lo aprendió y cuál debe ser la estrategia para que el alumno lo logre. . Sabemos, por ejemplo, que la ciencia de cómo los niños aprenden a leer está muy desarrollada. Ha habido un debate entre que si el método fónico o el método global. No soy experta en esto, pero trabajo en una escuela de educación y tengo muchos colegas que saben mucho. Y obviamente me interesa saber desde el punto de vista de mi área que es políticas públicas cuáles son las herramientas que los docentes deben contar. Sabemos que el que el método fónico, sobre todo para nuestra lengua, es muy efectivo. Entonces vamos a empoderar los docentes con la capacitación que necesiten, los materiales y objetivos de aprendizaje que sean medibles. Yo creo que eso es básicamente ahí está. Lo que llamamos instrucción estructurada no es quitarle autonomía al docente, es más bien empoderarlos con herramientas que la evidencia dice que funcionan y permitir que el docente tenga acceso a ellos y las utilice.

El plan nacional de alfabetización

– En la Argentina avanza el Plan Nacional de Alfabetización, que dio libertad a las provincias para que trabajen con el método que quieran. ¿Cuál es su opinión?

– Argentina tiene un sistema federal y es muy difícil que un gobierno nacional dicte cómo lo deben hacer todas las provincias. Pero es un paso hacia adelante que haya un programa nacional y un esfuerzo por subrayar la importancia de la alfabetización inicial. La Argentina está muy lejos de lo que debería estar, según lo que ha invertido en educación. Lo más importante es evaluar a los alumnos, evaluar si las políticas públicas de cada provincia están funcionando. Es la clave. A mí me gusta decir que, así como queremos que los alumnos aprendan, queremos que los sistemas aprendan. Y queremos construir sistemas educativos que sean sistemas de aprendizaje en sí. Y para eso lo más importante es tener información. Información sobre todo sobre que hacen los docentes en el aula, sobre cómo asisten los alumnos al aula, quiénes son los alumnos, quiénes son los docentes, pero también cómo están aprendiendo los alumnos y qué están aprendiendo para poder ajustar las políticas y también las prácticas en el aula.

Emiliana Vegas, experta en Educación de la Universidad de Harvard (EE.UU.)Emiliana Vegas, experta en Educación de la Universidad de Harvard (EE.UU.)

– ¿Y si de la evaluación surge que las provincias que mejoran son las que no tienen método estructurado?

– Eso nos sorprendería a la luz de la evidencia internacional. Pero sería interesante. A lo mejor tienen otro tipo de metodología, por ejemplo, enseñanza al nivel adecuado, una metodología que fue primero desarrollada en la India, donde se sacan a los niños de 3°, 4º y 5º grado que están por debajo de lo que se esperaría, y se los agrupa según su nivel de competencia lectora y el docente tiene actividades que va desarrollando, no estructuradas, pero sí la evaluación les permite al docente ver cómo están y luego los agrupan según su nivel de competencia y ha tenido muy buenos resultados en nivelar la alfabetización inicial. Hay metodologías que han funcionado. A mí me gustaría saber, qué están haciendo. Porque de hecho eso es lo más interesante, que aunque tenemos evidencia bastante fuerte de algunas metodologías o prácticas del aula que han funcionado en diversos países, en cada país también puede haber una innovación interesante que podría ser efectiva. Pero si no tenemos métodos de evaluar y de hacer el seguimiento, tampoco podemos saber, no podemos aprender y replicar y escalar cosas que están funcionando.

Reorientar la inversión

– En varios momentos, ha hablado de que Argentina no tiene los resultados de acuerdo a la inversión que hace. Pero en el último año, a nivel nacional, se redujo en 40% el presupuesto de la educación básica. ¿Cómo se actualiza ese diagnóstico?

– Comparando con otros países el gasto público en educación de Argentina ha sido alto, pero ha ido principalmente a secundaria. Otros países de la región gastan más en terciarios. Sé que ustedes están en una crisis económica y en un proceso de ajuste de presupuestos, que ojalá les de las bases para un crecimiento más sostenido. Ahora, cuando la educación es el objetivo de recortes presupuestarios siempre sufre. Y lo más duro es que tienden a sufrir las familias que más necesitan el gasto público, porque las de más altos ingresos complementan ese gasto, a veces ni siquiera van a instituciones públicas.El riesgo es que los que más necesitan la inversión sean los primeros en ser excluidos o en o en sufrir los recortes. En Argentina, como en el resto del mundo, los chicos de más ingresos tienen mejores resultados en Ciencias, Lectura y Matemáticas que los más pobres. Por eso cada provincia y la Nación deben orientar más recursos a los más pobres y no dejar que sean los más afectados todavía.

Emiliana Vegas, experta en Educación de la Universidad de Harvard (EE.UU.), en la entrevista vía Zoom con Clarín. Emiliana Vegas, experta en Educación de la Universidad de Harvard (EE.UU.), en la entrevista vía Zoom con Clarín.

– ¿Entonces hay que reorientar el ajuste?

– Orientar mejor la inversión hacia aquellas intervenciones que sabemos que tienen mayor impacto. Por ejemplo, la primera infancia. Sabemos que los niños entre que nacen hasta que van a la escuela tienen un alto desarrollo cognitivo y físico. Y todo lo que pueda apoyar a los niños, sobre todo más vulnerables, a recibir la nutrición adecuada, la estimulación cognitiva para que se les desarrolle el cerebro, para que cuando entren en la escuela ya estén en una buena capacidad de aprovechar la educación y seguir aprendiendo, es crucial. Entonces ir orientando el gasto también a esas áreas.

– Ahora, si achicamos la torta y la orientamos a un sector. ¿Qué descuidamos?

– Siempre esa es la pregunta más difícil. Hay que nivelar la cancha. En Argentina las universidades públicas son costosas, no hay examen de entrada, y muchos alumnos repiten años antes de entrar- Eso es un gasto, decimos los economistas, bastante ineficientes de asignar recursos escasos a educación superior. Sé que es políticamente explosivo, pero hay que hablar de cómo se puede repensar la función de la educación pública superior en Argentina para que sea más eficiente sin excluir a personas que de otra forma no podrían acceder. Fortalecer lo que pasa en primaria y secundaria y en primera infancia es útil para que lleguen mejor preparados y no pasen 3 o 4 años calificando para seguir en las carreras. Pero también estaría bueno establecer otras oportunidades preuniversitarias, por ejemplo, en el superior no universitaria que en Argentina la matrícula ha venido descendiendo y es muy baja en relación a otros países. Los países más avanzados -como Finlandia- siguen estos caminos. Hablamos de una educación más técnico vocacional, que te da una inserción laboral, pero también te permite posteriormente -si uno lo desea-, ir a la universidad. Chile ha venido avanzando en esa dirección: un joven pueda salir de la secundaria, optar por una carrera corta que inmediatamente le da una salida en el mercado laboral, pero después también regresar a estudiar en la universidad cuando ya tenga un mayor estabilidad económica o descubra que la educación que recibió a nivel no universitario no era suficiente para lograr sus aspiraciones.

Una carrera meritocrática

– ¿Qué cambios habría que hacer en la carrera docente para mejorar?

– Varias cosas. Fortalecer los programas que forman a docentes es una parte importante. En Argentina, cuando vemos quiénes forman a docentes, vemos un montón de institutos, más que muchos otros países, y no estoy segura de que haya alguna institución que esté realmente monitoreando la calidad de la formación, asegurándose que quienes entran a la docencia están capacitados para lo que hablábamos: para tener prácticas efectivas, etcétera. Ahora, hay algo a favor de Argentina, y es que cuando vemos estudios que se han hecho sobre el prestigio docente, en Argentina no se ha perdido todavía como en otros países de la región. Ahora, para que la profesión siga contando de prestigio tiene que atraer a los más talentosos. Un estudiante de secundaria que tiene todas las opciones probablemente no elige ser profesor.

– Ahí los salarios también juegan, ¿no?

– Claro, pero los salarios juegan porque quizás hay más docentes de los que se necesita. Tenemos un alto porcentaje de docentes que tienen el cargo, pero no están ejerciendo y hay una gran cantidad de suplentes. O sea, hay que racionalizar un poco la profesión y hacerla más meritocrática. Hay formas y formas de que la profesión sea meritocrática. Hay que apoyar a los docentes para que no trabajen en más de una escuela, para que tengan una carrera con mejor salario. Pero no le podemos aumentar los salarios a todos los docentes de una y esperar que en los siguientes años atraiga mejor gente. De hecho, Indonesia trató esa estrategia y fue un fiasco. No mejoró para nada la profesión y fue un alto costo para el país. Es una conversación que habría que tener con los sindicatos docentes. Por un lado, fortalecer la carrera para que sea más atractiva, más estable y más completa. Que les reconozcan el esfuerzo que debe tener un buen docente fuera del aula para ejercer la docencia. Pero también que sea una carrera donde no cualquiera pueda permanecer sin ser evaluado. Esto es parte de casi todas las profesiones, que nos evalúan y en base a eso uno avanza o retiene el trabajo. Es una conversación pendiente.

– ¿Es decir que hay que evaluar con cierta frecuencia?

– Sí, y que la evaluación sea un mecanismo para mejorar, que le dé información al docente sobre cuáles son sus puntos, debilidades y fortalezas, y cómo orientar la capacitación en servicio para que pueda ir mejorando. Y también que, en algunos casos, también de información sobre quién debería ser un docente y quiénes no deberían.

Ejemplos a seguir

– ¿Qué país de la región se pueden tomar como modelo en cuanto a políticas públicas educativas?

– Hay dos vecinos de Argentina -con muy distintos sistemas-, que han venido mejorando en pruebas internacionales y han logrado expandir el acceso y la calidad de educación y a la vez reducir desigualdades, que son Chile y Uruguay.

– ¿Por qué esos países?

– Chile desde la época de Pinochet empezó con un sistema que tenía como idea que el dinero debe seguir al estudiante, las familias eligen las escuelas y el gobierno financia escuelas públicas y privadas. Con el regreso de la democracia se mantuvo a grandes rasgos, y en los últimos 40 años se han hecho muchísimos cambios. Entre los más importantes está la “subvención escolar preferencial” (SEP): en 1998 se empezó a reconocer que las escuelas -públicas o privadas- que atienden a los alumnos más pobres, les es más difícil que logren los mismos resultados. Y que necesitan más recursos, más apoyos. Entonces se les dio la opción de, si optaban por la SEP, recibían más recursos por alumno vulnerables. Pero se comprometían a ser evaluados en los resultados y a ser intervenidos diferencialmente. Si la escuela lograba mejorar, el Estado los dejaba prácticamente solos. Si, a pesar de recibir recursos adicionales, no tenía buenos resultados, el gobierno les pedía que adoptasen un plan, que recibieran asistencia técnica con distintos niveles de intervención para lograr mejoras. Todo esto con mucha evaluación de todos los alumnos en varios grados no solo de aprendizajes, también del clima escolar, el cuerpo docente, etcétera. Además, crearon la la Agencia de la Calidad, separada e independiente del Ministerio, que mide y hace las evaluaciones. Y una Superintendencia de la Educación, que es la que exige a las escuelas -públicas y privadas- información sobre el uso de los recursos públicos que reciben.

– ¿Y Uruguay?

– Es bien distinto, porque ha sido un país, desde hace muchos años, con una alta proporción de alumnos en escuelas públicas, y con un alto compromiso a mejorar el gasto público. Hubo un proceso de evaluar no para premiar escuelas, pero si para aprender. Hace muchos años, a través del Proyecto Ceibal -que conectó con computadoras a todos los alumnos del país-, lograron establecer un sistema donde los maestros podían usar evaluaciones en clase y recibir inmediatamente sugerencias de cómo apoyar mejor a los alumnos. Durante la pandemia fue uno de los países que, a pesar de tener la infraestructura tecnológica, cerró las escuelas por menos tiempo, en una valorización muy alta de lo que es la educación en persona, reconociendo que no estaban preparados para una educación remota de calidad. Al principio Ceibal era un proyecto de conectividad , pero casi 20 años después ha habido esfuerzo en innovar, aprovechar la tecnología para fomentar las competencias en Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas, pero también Idiomas. Los distintos gobiernos y las distintas administraciones -han sido muchos años- han estado muy dispuestos a aceptar mecanismos de evaluación y aprendizaje para poder mejorar. Uruguay es un ejemplo también de mejora continua, con un sistema totalmente diferente al chileno de financiamiento y también de evaluación docente, aunque no tienen el tipo de carrera docente meritocrática que Chile ha impulsado.


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Redacción

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