Con cautela y respetando el horario que se estableció para la suspensión, Bahía Blanca paralizó toda actividad a causa de un alerta por tormentas aisladas, con pronóstico de que llegara con fuertes ráfagas de viento. Fue una especie de retirada a casa de manera ordenada la que protagonizaron los bahienses, y se llevó adelante sin alarma, pero con cierta aprensión. En la tarde, se concretó el anuncio: 10 días después de la catástrofe, volvió a llover.
El alerta amarillo que había emitido el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) el domingo se actualizó para esta zona en un «aviso meteorológico a muy corto plazo» por tormentas fuertes con ráfagas y ocasional caída de granizo a las 17.17 de este lunes, prácticamente la misma hora en que comenzó a llover sobre Bahía Blanca.
Fue una tenue llovizna en principio, pero minutos después la lluvia se intensificó. En ese momento, la municipalidad de Bahía Blanca emitió un parte en el que registraba lluvias y tormentas de variada intensidad en los alrededores y sobre la ciudad.
«Algunas son fuertes, con chaparrones de lluvia intensos y ocasional caída de granizo. En general se desplazan rápido, por lo que los desmejoramientos son temporarios», indicó. Se supo luego que granizó en Punta Alta, a 28 kilómetros de Bahía Blanca.
La lluvia cayó sobre una ciudad todavía muy deteriorada, con barro en algunas calles, aun en las asfaltadas, despojos de casas y comercios en las veredas que los vecinos sacan a la calle, muebles, pisos de madera completos, lo que la inundación destruyó; hay veredas a las que la correntada les barrió las baldosas, condiciones poco favorables para tener la ciudad con actividad plena, o la que en estos días pudo recuperar, en el marco de un alerta meteorológico.
Ante el alerta, el primero después de la lluvia que provocó la inundación, la comuna local resolvió paralizar la actividad comercial, suspender el turno tarde en las escuelas y el transporte público desde las 14, lo que ocurrió puntualmente.
A esa hora, los comerciantes del centro –los que pudieron reabrir sus locales y los que van todos los días a limpiarlos, a rehacerlos– ya habían bajado la persiana. Quedaron abiertos algunos locales gastronómicos, y el movimiento en las calles en ese momento fue mínimo.
El escenario llamaba la atención porque entonces el día en Bahía Blanca hacía pensar que el alerta no iba a concretarse: el cielo estaba completamente despejado y la temperatura superaba los 30°.
El comercio, principalmente quienes venden ropa, aprovecharon ese sol fuerte para sacar perchas a la vereda y «rematar las pérdidas», prendas o calzado que quedó bajo el agua, que lavaron y reacondicionaron para vender.
Un negocio liquida ropa inundada. Foto Fernando de la Orden / Enviado especial «El sábado vendimos más que lo habitual. La gente lo aprovecha y a nosotros nos sirve para facturar algo, lamentablemente hoy tenemos que cerrar temprano. Yo me hubiera quedado», se quejó un comerciante de la calle Alsina consultado por Clarín. De todos modos, no era la posición de la mayoría que, aun con dudas por el color que el SMN calificó el alerta meteorológico, «amarillo».
«Acá nunca le dimos bolilla a los alertas, hasta que pasó lo del temporal del 2023», explica Guillermo, encargado de un edificio en la esquina de la comuna. Se refiere a una suerte de tornado que el 16 de ese mes causó destrozos y muertes, curiosamente la misma cantidad de víctimas fatales que los que dejó la inundación, 16 personas. Entonces, aquel diciembre, el alerta había sido «naranja». Aun hay dos niñas desaparecidas por el último temporal.
Pero la lluvia del 7 de marzo pasado llegó con alerta «rojo». Cuando es así, el SMN aconseja seguir instrucciones: la noche anterior, aquí se suspendieron las clases. Inquieta pensar qué hubiera pasado de no haber sido así.
Por eso este lunes, más allá de alguna queja, la disposición de suspender el transporte público, las clases en el turno tarde y cerrar el comercio no encontró oposición.
Los comercios acataron la orden del municipio y cerraron las puertas a las 14. Foto Fernando de la Orden / Enviado Especial «Dicen que es leve, que son 20 milímetros de lluvia, pero la ciudad no está preparada», dijo a Clarín Guillermo Álvarez, dueño junto a su esposa Marianela Ferrer de la zapatería Victoria y de la tienda Victoria Teen´s, que habían abierto hace apenas 6 meses. Finalmente, las estaciones automáticas registraron que cayó entre 3 y 5 mm de agua. Las tormentas se desplazaron hacia el mar a la altura de Claromecó.
No solo perdieron mercadería de los dos locales, sino que el agua destrozó todo el piso y los mostradores. «Cierro hoy, mañana seguimos y así hasta comenzar a generar», apuntó él. «Es como empezar de cero», coinciden ambos.
Como otros vendedores, sacaron sandalias a la vereda ($ 40.000 cualquier par) y hasta los puff para que las clientas se prueben los zapatos. En la misma calle, otras vidrieras anuncian liquidación por «ropa inundada». El mismo panorama se observará en los próximos días, en tanto el comercio espera que se ponga en marcha la línea de créditos blandos anunciada por el gobierno.
La ciudad aun está lejos de recuperarse por el temporal que dejó 16 muertos y 2 desaparecidos. Foto Fernando de la Orden / Enviado especial «Lo necesitamos urgente», dice Elias Rementeria, dueño de Indómito, una tienda en la galería Vision 2000 junto a Patricia Campuzano. Los locales de la galería en la plata baja sufrieron perdidas totales; muchos no volverán a abrir. «No tenemos tiempo», dice el muchacho, que en el banco quedó «en lista de espera».
Tal lo anunciado, la tormenta de este lunes pasó rápido sobre Bahía Blanca, poco más de una hora después, aunque ahora con un cielo nuboso, volvió a brillar el sol. El viento tampoco sopló con la intensidad prevista y de la comuna avisaron que no habían recibido llamados a Defensa Civil. Se prevé buen clima hasta el próximo viernes, cuando se anuncia una nueva tormenta que volverá a poner a prueba la resiliencia de los bahienses.
Bahía Blanca. Enviado especial
MG
