El Gobierno de Javier Milei ha decidido sostener contra viento y marea un alineamiento a ultranza con EEUU e Israel. Por ahora los resultados no han sido los esperados, lo que genera dudas sobre el rumbo elegido. El abandono de la agenda estratégica y una extensa serie de errores (como el último cometido con Ucrania) ponen bajo la lupa la gestión diplomática de Gerardo Werthein.
Por Rocío Kalenok
Javier Milei siempre ha sido claro respecto a cuál sería el eje de su política exterior: un irrestricto alineamiento con los EEUU y con Israel; un apoyo incondicional a Ucrania en la guerra que mantiene con Rusia; la retirada del Estado de las gestiones comerciales (según la visión libertaria, deben concretarse entre privados); y relaciones bilaterales limitadas al llamado “mundo libre”. Casi un año y medio después, lo único que ha quedado en pie de ese ideario es la decisión de seguir al pie de la letra los pasos de Washington y Tel Aviv, a la espera de oxígeno financiero para su programa económico.
El severo error de cálculo de las últimas semanas con Ucrania (días después de darle un abrazo a Volodímir Zelenski, Argentina se abstuvo de votar en el Consejo de Seguridad de la ONU el retiro de las tropas rusas, siguiendo los pasos de Donald Trump) parece confirmar muchas de las sospechas respecto al rumbo errático de la política exterior de Milei.
Argentina atraviesa un momento de gran incertidumbre en relación con el mundo. La falta de una estrategia clara y sostenida a través de los sucesivos gobiernos ha debilitado su posición en el escenario global. Alinearse exclusivamente con EEUU plantea interrogantes sobre la efectividad del proyecto y sobre los costos asociados a abandonar otros frentes estratégicos.
La integración regional con el Mercosur, el vínculo con China y con Brasil, como así también la participación en organismos multilaterales han sido pilares de la diplomacia argentina. Desde el principio, han sido focos de tensión para Milei y su Cancillería, primero con Diana Mondino y ahora con Gerardo Werthein.
¿Responde esta orientación a una estrategia bien definida cuyos resultados llegarán eventualmente o existe cierta improvisación?
Donald Trump acaba de llegar al poder, pero hasta ahora el trato hacia la Argentina no es compatible con los elogios que el estadounidense le prodiga a su par argentino. El afecto y las afinidades ideológicas no han logrado evitar que, en su afán proteccionista, el magnate haya aplicado aranceles al acero argentino. Tampoco se han acelerado los tiempos del tan ansiado acuerdo con el FMI que, según los economistas, está retrasado.
Por la propia dialéctica de Milei y la inexperiencia de sus equipos, se han generado tensiones con China, Brasil, Chile, Colombia, México y España, entre muchos otros países. Y estas acciones no hacen más que multiplicar las dudas sobre el curso trazado y sobre la capacidad de articular una estrategia coherente.
LA AGENDA ESTRATÉGICA
La intención del Gobierno de Milei de negociar un tratado de libre comercio (TLC) con EEUU podría implicar nada menos que la ruptura del Mercosur, un bloque que ha sido clave en la integración regional desde 1991. En conjunto, es la sexta economía del mundo. En la última reunión del bloque, el presidente argentino amenazó con abandonarlo si no se permitían acuerdos individuales.
A principios de marzo, consultado sobre el tema, Trump aseguró que podría llegar a analizar esa posibilidad. Por ahora, solo palabras.
Diego Guelar, exembajador argentino en EEUU y en China, le explica a Newsweek Argentina que poner en riesgo el Mercosur es solo un ejemplo del abandono de la agenda estratégica. Ese, señala, es también el caso del Tratado Antártico, que está lejos de ser una prioridad de la agenda oficial. “Ahí sí que la Argentina es importante”, sostiene el exdiplomático.
En muchos casos, lo ideológico ha primado por sobre los intereses económicos del país. Las inexplicables tensiones con España por la pelea con el presidente Pedro Sánchez llevaron al retiro de la embajadora ibérica en Buenos Aires, hecho que marcó un deterioro en las relaciones bilaterales. España es un socio vital: de acuerdo al Indec, en 2024 el intercambio comercial fue de US$ 140.543 millones, con una balanza superavitaria en US$ 18.899 millones para Argentina.
Pero tal vez el caso más grave sea el del secuestro y la desaparición del gendarme argentino Nahuel Gallo a manos del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, en medio de un creciente cruce de agresiones con Milei. Esta situación evidenció la falta de reacción del Gobierno, que no tiene absolutamente ninguna noticia de él desde hace tres meses y no hay indicios de que exista negociación alguna.
Todo esto, mientras se evalúa la posibilidad de retirar a la Argentina del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y ya se anunció la salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS), siguiendo también los pasos de Trump.
En cuanto a la Cuestión Malvinas, tema sensible para la sociedad, directamente se relegó el histórico reclamo de soberanía mientras se multiplican los gestos de amistad con el Reino Unido.
A todo esto es preciso sumar los cruces discursivos con aliados clave. Probablemente el ejemplo más sensible sea el de China, principal socio extrarregional de la Argentina. Los insultos de Milei antes de asumir su cargo ya han pasado al olvido, pero hubo dos hechos que molestaron más Pekín que las palabras: un diputado oficialista (Agustín Romo) fue a recibir 300 pandulces de Taiwán y luego la excanciller Mondino recibió a su par de ese territorio insular reclamado por China. Argentina rompió sin justificación toda una historia de abstención en ese conflicto comercial, geopolítico y militar.
En cuanto al principal socio para el país, Brasil, está claro que la relación con Lula murió antes de nacer. Pese a ello, las vías diplomáticas enfriaron el conflicto y garantizaron el vínculo vital para ambas naciones. Y, asimismo, Milei tuvo fuertes roces con México (López Obrador), con Colombia (Gustavo Petro, a quien Milei llamó “asesino terrorista”); y con Chile (Gabriel Boric).
EL DEDO DE KARINA
Como es de público conocimiento, Karina Milei, uno de los vértices del “Triángulo de Hierro” de Milei, es quien hoy parece mantener el control sobre la proyección internacional del país.
Por su decisión, en marzo de 2024, Bettina Bulgheroni, con quien mantiene una estrecha relación, fue designada como responsable de la Marca País. Ese fue un primer gran avance sobre la agenda de Mondino (luego despedida con fuertes críticas públicas a modo de escarmiento), y más tarde reforzó su control con la designación de Werthein.
Ahora señalan a Karina por una medida que ha sacudido a la diplomacia profesional. A través del decreto 43/2025 de enero último se crea la figura de los «Embajadores Comerciales para Inversiones y Desarrollo Estratégico», una especie de embajador ad honorem designado sin aval del Congreso (los pliegos siempre tienen que ser aprobados por el Senado) para llevar adelante misiones comerciales. “Una patente de corso”, denuncia Guelar.
Estos “embajadores” serán encomendados directamente por Javier y Karina Milei a la tarea de conseguir nuevas oportunidades para la economía argentina, promover inversiones y fortalecer lazos, asumiendo todos los gastos de sus propios bolsillos.
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Para Guelar esta figura es inconstitucional y plantea un interrogante mayor: ¿qué intereses se juegan detrás de esta iniciativa? La posibilidad de que estas designaciones abran la puerta a negociaciones con actores privados en beneficio propio pero en nombre del Estado y faciliten un lobby for export es una preocupación latente para los diplomáticos. El Criptogate, afirman, fue una advertencia.
¿Y WERTHEIN?
Desde que Gerardo Werthein asumió como canciller, su gestión ha estado marcada por decisiones que han generado críticas. La falta de resultados en negociaciones clave, como evitar los aranceles de EEUU, ha puesto en duda su verdadera influencia diplomática. En el ambiente no lo culpan. Más bien creen que su accionar es reflejo directo de los pedidos del presidente.
¿Quién es Gerardo Werthein? La familia Werthein es una de las más acaudaladas de la Argentina, con una larga tradición en la agroindustria, los seguros, los bancos, los medios y el deporte. Hasta su desembarco en el Gobierno, era conocido como el titular del Comité Olímpico Argentino (COA) y vicepresidente del Comité Olímpico Internacional (COI). Como se puede entrever, es el más rico de los ministros de Milei.
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De hecho, es señalado como uno de los principales aportantes de la campaña libertaria. Incluso trascendió su relación con el posible financiamiento de un viaje en avión privado a EEUU junto a Milei en noviembre de 2023, cuyo costo oscilaría entre US$230.000 y los US$ 250.000.
Werthein, que no tiene vocero oficial, ha apostado por Luis María Kreckler como su asesor de cabecera. Es más, afirman que la Cancillería parece haberse alineado con la visión de Kreckler, construyendo una diplomacia comercial en la que sí tiene amplia experiencia. Su influencia podría haber sido definitiva para crear la mencionada figura de los “embajadores comerciales”, probablemente emulando al Reino Unido, que ha explorado este rol pero con cargos pagos y siguiendo los lineamientos oficiales.
A Mondino la despidieron tras votar en contra del embargo económico impuesto a Cuba por EEUU en la Asamblea General de la ONU, una posición histórica del país, que reclama también por Malvinas. Werthein se desempeñaba entonces como embajador en los EEUU y dicen que fue el propio Milei el que pidió tenerlo a su lado en la Cancillería, al frente de una agenda que tiene mucho de posicionamiento personal como líder global.
Pero tiene lógica: Werthein entiende a la perfección los objetivos de Milei y, como hombre de negocios, defiende sinceramente los ideales estadounidenses.
TRUMP, MUSK Y UCRANIA
La relación de Milei con Donald Trump y Elon Musk ha sido clave para su posicionamiento internacional. Sin embargo, las tensiones en torno a Ucrania han complicado recientemente este vínculo.
Trump, ahora en negociaciones con Rusia para terminar la guerra, ha calificado a Zelenski de “dictador” y lo ha maltratado ante todo el mundo en el Salón Oval de la Casa Blanca, mientras que el tecnomagnate sudafricano lo ha seguido en esta línea crítica. Milei, un defensor acérrimo de Ucrania pero también de Trump, enfrentó una encrucijada: ¿Seguir apoyando a Zelenski y arriesgarse a tensar sus lazos con Washington, o ajustar su postura y sacrificar sus principios? Ya eligió. Y no dudó. Ucrania sometió a votación en el Consejo de Seguridad de la ONU el retiro de las tropas rusas de su territorio ocupado desde febrero de 2022. Argentina se abstuvo. Pero una vez más el Gobierno tuvo que recular y salir a explicar que en verdad no apoyaba a Rusia, que no había “traicionado” a Zelenski, sino que la idea era “no tomar posición en el conflicto”, algo que sí había hecho, incluso con el envío de dos helicópteros a Kiev.
Pero, ¿tenía otra opción Milei si su objetivo principal es el alineamiento sin condiciones con los EEUU? El giro de Trump lo colocó en una postura incómoda y seguramente pagará también un precio político ante su propio electorado y sus aliados locales, embanderados con los colores de Ucrania.
Tras el enfrentamiento público, ahora Zelenski podría sellar con Trump un acuerdo para que EEUU explote los ricos recursos minerales ucranianos. ¿Qué hará Milei si Trump y Zelenski se amigan?
Argentina tiene todo para convertirse en un actor importante en el plano internacional en numerosos frentes. ¿Podrá hacerlo siguiendo una agenda unidireccional? ¿Existe una estrategia más allá del dinero del FMI y un TLC con EEUU? ¿Hacia dónde va la Argentina? Por ahora no hay certezas.
