En las concurridas calles del Eixample de Barcelona, un peculiar acompañante ha captado la atención de vecinos y turistas por igual: Khlipper, un perro robot propiedad de Enrique Lucea. Este cuadrúpedo mecánico, vestido con un chaleco de cuadros y una placa identificativa, imita con sorprendente realismo los movimientos de un can real, llegando a saltar, sentarse y dar la patita. Su presencia no solo provoca sonrisas y curiosidad entre los transeúntes, sino que también suscita diversas reacciones entre los perros de carne y hueso, que oscilan entre la curiosidad y la cautela al interactuar con él.
Detrás de esta innovadora mascota se encuentra la visión de Lucea, un apasionado de la tecnología que adquirió a Khlipper con un propósito más allá de la simple compañía. Su objetivo es desarrollar un asistente robótico capaz de mejorar la calidad de vida de personas con diversidad funcional y de la tercera edad. Entre las funcionalidades que espera implementar en el futuro se incluyen la capacidad de mantener conversaciones, recordar horarios de medicación y citas médicas, e incluso asistir en tareas cotidianas como recoger objetos o ayudar en el vestido.
La iniciativa de Lucea se enmarca en una tendencia creciente de utilizar la robótica para fines sociales y asistenciales. Empresas como Synergy Tech, en colaboración con la china Unitree Robotics, están desarrollando robots cuadrúpedos con aplicaciones que van desde inspecciones industriales hasta labores de rescate en zonas de emergencia. Sin embargo, la visión de Lucea se centra en adaptar estas tecnologías para ofrecer soluciones a colectivos vulnerables, buscando colaboraciones con fundaciones y organizaciones para integrar a Khlipper en entornos donde pueda brindar apoyo y compañía a quienes más lo necesitan.