Las pandemias son un efecto colateral de que los virus existan. Están los que habitualmente infectan a los seres humanos, y otros que sólo habitan en los animales. Pero están en continua evolución. Es en ese mecanismo incesante de subsistencia que los virus pueden llegar a mutar hasta que los desconozcamos o pasen a las personas. Y, recién ahí, generar un daño a la salud. Y una posible pandemia.
Aunque ya se perciba como una peste antigua, la última, literalmente, detuvo al mundo hace 5 años. Y hay una pregunta que no muere. ¿Habrá otra como la de 2020?¿Cuándo será la próxima pandemia?
La respuesta sobre un futuro pandémico (otra vez) es obvia para una ciencia que, por igual, no puede responder al cuándo. El consenso es que se anticipará.
«Por supuesto que va a suceder otra pandemia. Sin duda. Desde la ciencia se intenta estar preparados ante la mutación de un virus al que habitualmente estamos acostumbrados y que, por un cambio, nos provoque una forma de enfermedad nueva o más grave», explica a Clarín Gonzalo Pérez Marc, médico especialista en investigación clínica farmacológica y director general de Equipo Ciencia.
Los virus son partículas, no seres vivos (algo que está en discusión). Pero tienen una intención. Pérez Marc la define como su «noción de existencia». Quieren reproducirse.
«No es que necesitan hacer daño o generar un problema en los seres humanos -aclara el también investigador principal del Hospital Militar Central-. Infectan a los animales y las personas para usar a esos huéspedes como espacio de reproducción, nada más».
Las personas, evolutivamente, tenemos un back up inmunitario contra esa amenaza latente. Nos fuimos adaptando, con nuestros sistemas inmunológicos, y sabemos defendernos de los virus que conocemos.
Cuando un virus, dice, tiene «un poquito más de virulencia o mucha infectividad, pasa de los animales a los seres humanos». Un ejemplo: la pandemia del Covid de 2020.
«En su mutación, los virus pueden cambiar en alguna parte, que los hace más virulentos o más infecciosos, y se transforman en una modalidad de ese virus. Por eso, para el sistema inmunológico también pasa a ser novedoso, aunque habitualmente los infectaba», describe. Otro ejemplo: la pandemia de H1N1 de 2009.
«En esa pandemia, los adultos mayores que de chiquitos habían estado en contacto con ese virus, durante la primera parte del siglo anterior, tuvieron sistemas inmunológicos que lo reconocieron, y ya está. Pero en las embarazadas y los recién nacidos era ‘nuevo’, y tuvieron reacciones graves, con importantes patologías pulmonares.»
Lo mismo pasó después con el Covid. «Con las variantes y subvariantes, y ni hablar con las vacunas, que fueron esenciales, nos fuimos adaptando al virus, conociéndolo, generando una respuesta inmunológica».
Hoy se conocen varias decenas de virus que tienen más chances de pasar de los animales a los seres humanos, y otros que casi todos los años van modificando partes de sí mismos. «Uno es el virus de la gripe. Influenza. Que tiene posibilidades de generar una variante que sea más grave. Lo hizo a lo largo de la historia«, sigue Pérez Marc.
Los consorcios internacionales tienen el ojo puesto en este grupo de virus. Estudian sus variables subatómicas, para justamente comprender qué partes son más plausibles de generar daños en las personas si mutan, e intentan imitarlo para, eventualmente, crear una vacuna. También se actúa vacunado a los animales para evitar el pasaje de los virus a las personas.
«Una de las cosas que dejó el Covid son las prevacunas, unas plataformas vacunales que permiten adaptar, mucho más rápidamente, ese mecanismo contra distintos virus. Incluso se trabaja en que pueda existir una vacuna segura y eficaz en los primeros 100 días de una futura pandemia», cierra.
El tiempo de una pandemia
¿Por qué la ciencia no puede decir cuándo exactamente habrá otra pandemia pero sí que se viene y llegará antes? Cuesta, pero esto no debe generar enojo. La investigación científica siempre parte de la incertidumbre.
A ese virus, «extrañísimo», que era el SARS-CoV-2, a los ojos de la ciencia hoy ya luce habitual. Incluso ya se lo considera estacional. Pero no están todas las respuestas.
«Se predice que la próxima pandemia no va a tener la frecuencia del siglo pasado, es decir, cada 25, 50 o 100 años, sino que va a ser menor, y que esa aceleración en el intervalo entre pandemias es producto de múltiples factores», explica a Clarín Roberto Debbag, vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Vacunología.
Entre esos factores está la deforestación, «que lleva al movimiento y contacto con animales salvajes», y «cuestiones culturales, como pasó en el mundo asiático, con la alimentación a base de animales salvajes». Pero también el turismo: «El transporte aéreo, que hace que las personas puedan llevar estas enfermedades de un lado al otro».
¿No se puede dar una fecha, pero sí un promedio de aceleración? «No se puede estimar, pero será en menos de los pensado, aunque las herramientas de detección son más potentes por la última experiencia, y las vacunas son más probables de hacer rápidamente. Así que no tendrá la gravedad de la del Covid«, sentencia.
Para Jorge Geffner, inmunólogo e investigador superior del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (INBIRS), los científicos «no podemos predecir cuándo será la próxima» ni, tampoco, «qué agente la provocará».
Lo seguro es que el principal agente que preocupa, por la gran capacidad de cambiar, es el virus de la gripe aviar. Ya contagia a mamíferos, no sólo a aves, y contagió a personas.
«Esperemos que el virus no aprenda a transmitirse eficientemente de persona a persona. Estudios de epidemiología molecular advierten que con dos mutaciones más, el virus adquiriría esa posibilidad. Si sucede, sería una pandemia«, marca Geffner.
Si bien, como dice, «la ciencia no puede hacer esas dos grandes predicciones», cuándo y qué agente, «es esencial para guiar las políticas públicas en el manejo de una pandemia, y no se le está dando lugar a la ciencia en el país», apunta.
En la misma línea, Eduardo López, reconocido infectólogo del Hospital General de Niños “Ricardo Gutiérrez” y quien formó parte de la mesa chica de asesores de salud del Gobierno durante la pandemia, va hacia atrás en la historia para explicar por qué hacia adelante también se ve una pandemia.
«Pan-demia significa ‘todo el pueblo’. Y eso no cambiará. Se originan por microorganismos, principalmente virus o bacterias, y en los últimos años, predominaron los virus, con consecuencias respiratorias, que se diseminan fácilmente por el traslado aéreo de las personas entre países«, arranca López.
Marca que así como tiempo atrás sorprendieron las pandemias con su aparición, al igual que a fines de 2019 lo hizo el Covid, esta vez hay más indicios de la próxima, y lo toma como una ventaja: «Las mutaciones de la gripe aviar son las de mayor preocupación entre los investigadores y todos los desarrollos están orientados a su eventual control».
Da un interesante dato más. Habla de que hoy en día, aunque no se note, existen otras amenazas, lejos de la influenza: las llama «pandemias silentes», por lo silenciosas, como la tuberculosis y el HIV. «Afectan a muchas personas en muchos países, pero no con la explosión de las pandemias clásicas», resalta.
Y hoy convivimos con otra más, señala, aún más «callada»: la resistencia antimicrobiana (RAM). Es la capacidad de los microorganismos de producir mecanismos específicos que les permiten sobrevivir en presencia de sustancias nocivas para su desarrollo.
AS
