Barcelona
El clima en Rodalies lleva semanas enrarecido entre incidencias, obras, huelgas y un malestar creciente de los usuarios. La apertura de una investigación sobre dos trabajadores rasos que se han visto apartados de sus funciones le echa aún más leña al fuego a un cóctel explosivo en el que confluyen tensiones políticas, sindicales y humanas.
Según la versión de Renfe, un auxiliar de la estación de l’Hospitalet se pasó la tarde del martes dando indicaciones erróneas a los maquinistas para boicotear el servicio durante la jornada de huelga secundada por tres sindicatos minoritarios. El gestor de operaciones les decía a los maquinistas que el tren que debían coger estaba averiado o cualquier otra excusa verosímil y con sus falsas indicaciones consiguió cancelar hasta 40 trenes, principalmente de las líneas R1 y R3.
Alrededor de la mitad de circulaciones que tenían que salir de la segunda ciudad de Catalunya con destino al Maresme y Vic se suprimieron, alargando las esperas en las estaciones y provocando importantes aglomeraciones en los convoyes que sí circulaban. La línea R4, aunque no tanto, también se vio afectada.
No se le puede atribuir a su acción ni la aparatosa avería de un tren en el túnel de paseo de Gràcia que obligó a desalojar la estación el martes por la tarde ni los retrasos sufridos por los estudiantes universitarios aquella misma mañana, pero Renfe ha decidido echar toda la caballería encima de este trabajador.
Su manera de proceder ha superado una línea roja para los responsables de Rodalies. Acostumbrados a lidiar con un exceso de celo cuando hay contextos de huelga, como sucedió en el fin de semana de carnaval con obras en la línea del Garraf y Tarragona, este boicot descarado ha sido la gota que ha hecho colmar el vaso.
Una mala praxis ya iniciada la semana pasada en El Clot
También influye la reiteración de esta jugada. El mismo comportamiento con indicaciones falsas del trabajador de l’Hospitalet ya lo había tenido otro compañero del centro de gestión de El Clot el miércoles anterior, coincidiendo con otra jornada de huelga también seguida solo por los sindicatos minoritarios. En aquel caso afectó a la mitad de circulaciones de los regionales de Tarragona, que tuvieron una tarde infernal de vuelta a casa aunque había trenes y maquinistas disponibles para prestar el servicio.
Ambos trabajadores han sido apartados de sus funciones. Mientras la investigación interna sigue abierta y los servicios jurídicos de Renfe analizan la situación, siguen trabajando en Rodalies pero se les han asignado otros cometidos, manteniendo así el empleo y el sueldo.
Choque entre la dirección de Rodalies y los sindicatos minoritarios
“En 25 años que llevo en Renfe nunca había visto una situación así”, ha lamentado el director de Rodalies, Antonio Carmona. “Son actos que no toleraremos y que no representan a los trabajadores de Renfe en Catalunya”, ha apuntado la que sigue siendo la cara visible de la compañía cuando hay un problema aunque se le haya retirado la capacidad de decisión operativa para dársela a un nuevo fichaje que aterrizó en las oficinas de Sants la semana pasada.
Lee también
Renfe coloca un director operativo para controlar Rodalies
David Guerrero
Los sindicatos minoritarios que han mantenido la huelga evitan asumir la acción y atribuyen los problemas que Renfe considera un sabotaje a la “incompetencia de las personas responsables de Renfe y Adif”, según el sindicato SF-Intersindical. A través de un comunicado, los trabajadores de esta agrupación sin representación en el comité de empresa han lamentado que se intente responsabilizar a la plantilla de la situación que vive el ferrocarril en Catalunya “en unas condiciones de mínimas inversiones y mínimo personal”.
Alferro y la CGT, junto a SF, mantuvieron la huelga desconvocada por los sindicatos mayoritarios tras alcanzar un acuerdo con el Ministerio de Transportes, Renfe y Adif a pocas horas de empezar la primera de las jornadas de huelga el 16 de marzo. Estos sindicatos consideran que el punto del acuerdo en el que se emplaza en un futuro a replantear el reparto de la nueva empresa mixta entre Renfe y la Generalitat es una patada adelante que volverá a envenenar el traspaso en un futuro no muy lejano.
