El déficit de transporte público en Catalunya es noticia, mientras políticos y técnicos intentan enmendar un problema crónico desde hace décadas. Si hay una característica que define la gestión en este ámbito es la lentitud. Es el caso de la T-Mobilitat, una tarjeta de transporte presentada hace trece años y que todavía no está desplegada. Una de las ventajas que debía tener esta tarjeta era que los usuarios pagarían por kilómetros recorridos y por frecuencia de utilización.
Se quería poner fin así a la injusta distribución por zonas tarifarias que es poco apropiada porque el mapa de zonificación se hizo con un tiralíneas, parecido a cómo se dividieron las fronteras en África, sin considerar criterios de población, cercanía o frecuencias del servicio. Por eso, los pasajeros de un pueblo pagan una tarifa y los del pueblo de al lado abonan otra más cara porque alguien les puso en otra zona tarifaria. Se prometió que la T-Mobilitat nacía para acabar con este sistema y aplicar el pago por recorrido real efectuado. El chasco ahora es que esa idea queda aparcada sine die.
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido…