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lunes, abril 7, 2025

Radiografía del binomio Milei-Trump: ¿política o espectáculo?

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El cantante y librepensador argentino, Facundo Cabral, decía que para domar al caballo primero había que acariciarlo. Es decir, que para doblegar a alguien, los mimos son el camino más rápido. Otros, los psicólogos, por ejemplo, sostienen que el nombre de esa técnica no es otro que el de la manipulación. Y eso puede ser muy redituable en una era en la que las líneas que dividen a la política del espectáculo se han difuminado tanto que resultan imperceptibles.

En momentos así, en los que esas fronteras se han diluido in extremis, cada caso merece especial atención: uno de los más relevantes, mediática y, geopolíticamente hablando, ha sido el de la relación entre la versión Trump 2.0 de Donald Trump con Javier Milei. Apenas ha comenzado la gestión del primero, y la del segundo solo lleva un año; sin embargo, ante ese panorama, son tantas las interrogantes que ya han surgido a raíz de este nuevo binomio americano de la política internacional. No obstante, para analizarlo, hay que tomar en cuenta el contexto en el que ha nacido y algunos de sus antecedentes.

«Milei, pese a no ser el primero, sí que ha sido el caso más exitoso por su estilo estrafalario y rupturista y el crítico contexto económico argentino»

Para comenzar, cabe destacar que el actual presidente argentino no es el primer líder radical latinoamericano que ha capitalizado políticamente las polémicas propias de los discursos incendiarios: recordemos el caso de Jair Bolsonaro, por ejemplo, que tuvo una importante cercanía con Donald Trump (durante su primer mandato). Sin embargo, Milei, pese a no ser el primero, sí que ha sido el caso más exitoso. Y son dos razones las que sostienen esta hipótesis: su estilo estrafalario y rupturista ante el statu quo de la vieja política; y, sobre todo, el crítico contexto económico debido al injustificable legado de pobreza que dejaron los gobiernos anteriores de la Argentina.

En pocas palabras, hablamos de un timing perfecto en términos políticos, y las claves son: la coincidencia de la vuelta de Trump a la Casa Blanca con el primer año de Gobierno argentino de La Libertad Avanza; y que las escandalosas formas de Milei, que representan un aire nuevo para la pauperizada Argentina, maridan perfectamente con el discurso populista y radical de Trump. Ahora bien, ¿será esta idílica relación entre Washington y Buenos Aires, flor de una sola primavera, o estaremos ante un cambio de paradigma en la tradición política argentina (que siempre estuvo más ligada a Europa que a Estados Unidos)? Aún es pronto para responder con exactitud a esta pregunta, pero hay varios elementos ya en el aire que nos permiten advertir que estamos ante una de las relaciones políticas más intensas y complejas de la actualidad en el continente americano.

¿Es una relación recíproca?

Al teléfono está Rodrigo Peña, investigador del Colegio de México, y profesor de América Latina del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Para él, otra de las claves del éxito que ha tenido Milei con Trump es «el desmantelamiento del estado en Argentina, y su libertarismo tan individualista«.

Para comenzar a desmenuzar la complejidad de esta relación, es imprescindible tomar en cuenta la similitud en los discursos incendiarios y extremistas de ambos líderes, en donde en no pocas ocasiones los derechos humanos se han visto disminuidos o ensombrecidos por el exaltamiento nacionalista y la liberalización económica. Eso, definitivamente, ha generado la simpatía ideológica entre ambas partes. Y es que el discurso tanto de Washington como el de Buenos Aires es el típico de los ultrapragmáticos: el fin justifica los medios; y, para ellos, el fin siempre es (debe de ser) los beneficios económicos para el sector privado.

«Trump y Milei utilizan como arma principal el espectáculo para dominar la agenda pública»

Ahora bien, es cierto que el presidente estadounidense ya tenía simpatía por otros líderes globales, entonces ¿qué es lo que hace tan especial a Javier Milei para él? Para Peña, otro factor decisivo es la afinidad de Milei con Elon Musk: lo estrafalario, así como las firmes ideas sobre la disminución del Estado frente al crecimiento económico sin restricciones, son condiciones que funcionan como un imán entre ambos. Y qué mejor imagen que la del anarcocapitalista y el magnate juntos, con la motosierra deluxe que el primero le obsequió al segundo, hace tan solo unas semanas. En pocas palabras, las formas —porque las formas, tanto en la Casa Rosada como en la Casa Blanca, son imprescindibles— extravagantes e irreverentes, que vertebran el discurso político incendiario del libertarismo, compaginan a la perfección con la agenda del binomio Trump 2.0 y Musk. Sólo cabe destacar que de acuerdo con la revista Politico (catalogada ideológicamente como centro -una rara avis en estos tiempos-), Musk abandonará pronto el círculo del poder de la Casa Blanca (un artículo de la CNN destaca que esa decisión quizá tenga en su origen la pérdida de 100 billones de dólares que el magnate ha tenido en estos últimos tres meses, gracias a sus diversas polémicas).

Pero, ante un fenómeno aún naciente como este, surge la siguiente interrogante: ¿se trata de una relación recíproca? Rodrigo Peña opina que no es así: para Estados Unidos, Argentina, de seguir como va, podría convertirse en un aliado importante, pero insiste en que aún es pronto para hacer pronósticos lapidarios. Sin embargo, sí que considera que Javier Milei tiene grandes oportunidades de afianzarse a largo plazo con el proyecto político-económico de Donald Trump. Y es que, para el experto, todo dependerá de los resultados macroeconómicos (y la continuidad de la popularidad interna) que tenga el Gobierno de Milei en los próximos meses y años. Por otro lado, prueba de que aún queda mucho por ver en esta relación son las negociaciones que el mandatario argentino sostendrá con el estadounidense para evitar que el 10% de aranceles impuestos a toda América Latina le afecten drásticamente (al menos 50 productos argentinos intentan quedarse sin ese gravamen).

El espectáculo: un arma para recuperar la agenda pública

Otra cuestión importante es: ¿está Milei siendo presionado por la oficina de Donald Trump (un caso concreto sería el del comportamiento del presidente argentino durante la criptoestafa de $LIBRA)? «No. Es difícil saberlo con exactitud, pero definitivamente sí que está influenciado. Milei tiene grandes capacidades para la política-espectáculo, tiene una dimensión teatral casi de performance, y eso le vale la simpatía en Washington«, sostiene Peña. Además, agrega que el presidente argentino recurre al espectáculo con el objetivo de construir narrativas y relatos políticos que le valgan tanto en el extranjero (como lo ha hecho con Estados Unidos, Italia, o con Vox —en España—) como en su país. «En pocas palabras, es difícil saber si Trump mueve los hilos en la Casa Rosada, pero definitivamente sí que inspira a Milei para desarrollar su agenda política», cierra el académico.

«Los cimientos de la nueva relación entre Washington y Buenos Aires son dos: el ultra liberalismo económico; y el uso del ‘show business’ como herramienta política»

Por último, ¿cuál es la gran diferencia entre el Donald Trump de 2016 y el actual? «Entonces, también hubo quienes emularon su discurso y postura: Austria, Holanda, Brasil… el rasgo característico era la polarización política, el debate sobre los derechos de las minorías, etcétera. Y el nuevo Trump conserva esa esencia, sólo que el espectáculo, al momento de definir su agenda, ha tomado un papel preponderante: desde allí se genera mucho contenido político. Y ese es justo el punto en el que se amalgama Milei con la Casa Blanca: ambos utilizan como arma principal el espectáculo para dominar la agenda pública«, sentencia Peña.

Por lo tanto, los cimientos de la nueva relación entre Washington y Buenos Aires son dos: el ultra liberalismo económico; y el uso del show business como herramienta política para construir discursos y agendas. Ambas armas son bien conocidas tanto en Estados Unidos como en Buenos Aires. Solo que, al final, quizá Javier Cercas tenga razón con la hipótesis que planteó en aquella dura columna publicada en el diario argentino La Nación, el 8 de enero de este año, titulada Nacionalpopulismo vs democracia liberal: es decir, que, si en 2017 Trump había consolidado el divorcio entre la política y la ética, ahora, en su versión 2.0, estaría declarando abiertamente la guerra a la democracia liberal desde su proyecto más exitoso, es decir, el nacionalpopulismo. Y, si eso es cierto, entonces los ecos de Washington definitivamente seguirán resonando con más fuerza en Buenos Aires.

¿Cómo serán los próximos cuatro años de esta relación? Aún es pronto para hacer pronósticos lapidarios, pero lo único seguro es que la nueva era de Trump funciona como un casino: establece las reglas del juego, las hace atractivas para que todo el mundo juegue, pero, como ya se sabe, la casa siempre gana.

Redacción

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