En Rondonia, uno de los estados amazónicos más deforestados de Brasil, una comunidad aislada prospera. Son expertos en la caza con arcos largos y en proteger sus tierras de visitantes indeseados con trampas de púas ocultas.
Nadie sabe cómo se llaman a sí mismos. Los Massaco son el nombre que reciben del río que atraviesa su territorio cerca de la frontera de Brasil con Bolivia. Los Massaco son una de las 28 comunidades aisladas confirmadas en Brasil.
El impactante hallazgo fue posible gracias a cámaras ocultas instaladas en 2021 en la selva. Algunas imágenes obtenidas son del 2024. El proyecto fue dirigido por el organismo local de Protección Territorial de la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas (Funai). Y publicado en exclusiva por el diario británico The Guardian. Y por la BBC.

Según el informe, la tribu es experta en cazar con arcos largos y en proteger sus tierras de visitantes no deseados con trampas de púas de madera dura ocultas, tan resistentes que pueden arrancar una cubierta de tractor.

Los indígenas se acercaron y tomaron unas hachas y machetes que el equipo de la Funai había dejado en un sendero en 2021.
“El equipo fotográfico estaba a la vista y, aun así, permaneció intacto. Los indígenas no se acercaron a él ni siquiera por curiosidad”, señala en un comunicado la Funai.

El dispositivo captó a un grupo de nueve indígenas, todos hombres, de edades estimadas entre los 20 y los 40 años. En su mayoría eran jóvenes.

Según la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas de Brasil (Funai), la población massaco se duplicó como mínimo desde principios de la década de 1990, a pesar de la presión de la agroindustria, los silvicultores, los mineros y los narcotraficantes. Ahora se cree que son una comunidad de 200 a 250 personas.
La Funai colocó las cámaras en la selva tropical con la intención de cuantificar a la población sin correr el riesgo de tener contacto. Las imágenes fueron tomadas en 2019 y 2024, y publicadas por primera vez por The Guardian y el diario brasileño O Globo.

Las observaciones realizadas por Funai apuntan a un aumento significativo en la población de los Massaco. En la década de 1990, se estimaba que vivían entre 100 y 120 personas en la región. Hoy, según Altair Algayer, veterano agente de Funai responsable de proteger el territorio Massaco, el número podría haber alcanzado entre 200 y 300 individuos. Este crecimiento es consistente con tendencias similares observadas en otras comunidades no contactadas de la Amazonia.

“En nuestras expediciones más recientes y en imágenes de satélite hemos visto más tapiris (chozas de paja) nuevos, así que no me sorprendería que haya 300 individuos”, agregó Altair Algayer, el responsable de supervisar la protección del territorio.
Las imágenes y los años de expediciones de monitoreo lideradas por Algayer dejaron en evidencia que los habitantes del río Massaco son cada vez más numerosos, una tendencia que se observa en muchas comunidades no contactadas de la Amazonia.

Para los Massaco, este es un marcado cambio de suerte desde la década de 1980, cuando su tierra estaba llena de madereros y recolectores de caucho. En ese momento, el mandato de la Funai era intentar establecer un contacto pacífico con los pueblos indígenas que obstaculizaban la construcción de carreteras, nuevos asentamientos y la extracción de recursos. En 1987, los agentes se prepararon para establecer contacto atrayendo a la gente a lo largo de un sendero de regalos tradicionales: herramientas, ollas de metal, utensilios y espejos.
Sin embargo, en 1987, los especialistas de la Funai en Brasilia concluyeron que las enfermedades y la miseria resultantes del contacto pacífico eran catastróficas para los pueblos aislados e instauraron la actual política de no contacto de la agencia. Massaco –el primer territorio de Brasil protegido exclusivamente para poblaciones no contactadas– se convirtió en un experimento de localización y seguimiento de una comunidad aislada sin establecer contacto.
Fuentes: The Guardian y FUNAI.