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sábado, abril 19, 2025

Incertidumbre en América Latina a pesar de ser la menos gravada por Donald Trump

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Son más que inciertas las ventajas que disfrutaría América Latina al sufrir el menor gravamen en el terremoto arancelario impuesto al mundo por el presidente estadounidense, Donald Trump, en los primeros 73 días de su actual gobierno, informa Mario Osava (IPS) desde Río de Janeiro.

Por lo menos en Brasil, el presidente de la Asociación de Comercio Exterior (AEB), José Augusto de Castro, ve escasas posibilidades de aprovechar la diferencia entre los aranceles adicionales anunciados por Trump el 2 de abril, de diez por ciento para casi todos los países latinoamericanos y más elevados para otros grandes exportadores.

A China se le asignó 34 por ciento, que se suma a 20 por ciento de otras medidas anteriores, mientras a Japón le tocó 24 por ciento y a la Unión Europea 20 por ciento, además de aranceles exorbitantes de 49 por ciento a Camboya, 46 por ciento a Vietnam y 37 por ciento a Bangladés, y niveles similares a algunos países africanos como Lesoto y Botsuana.

Como el criterio básico fue el superávit en el comercio de bienes con Estados Unidos, países de bajo consumo, por la pobreza que limita importaciones, sufrieron el castigo arancelarió más duro. El comercio de servicios, en que Estados Unidos tiene amplio superávit no entró en el mapeo comercial bélico de Trump.

«Nada para celebrar» de esas discrepancias, porque Brasil seguirá siendo poco competitivo con sus  elevados costos de producción, tributarios, de transportes ineficientes y energía, según Castro.

Podrá incrementar sus exportaciones de calzados a Estados Unidos, pero es un caso aislado y limitado a algunos tipos de calzados más sofisticados, acotó en entrevista a IPS en Río de Janeiro.

También se habla de mayores ventas de productos primarios, agrícolas y mineros, en sustitución a las exportaciones estadounidenses gravadas por la retaliación china en el mismo 34 por ciento.

Pero habrá reducción de la demanda y por ende de los precios, contrarresta Castro, que trabaja en comercio exterior desde 1969 y preside la AEB desde 2012.

Dudas dificultan evaluaciones

Todas las previsiones, incluso estudios, sobre los efectos de la guerra comercial desatada por Trump son «meras conjeturas», porque las medidas no son definitivas ni hay datos concretos. «Hay que esperar mejores definiciones para negociar con Estados Unidos», sostuvo.

«Todas las medidas anunciadas, por ahora son más políticas que económicas», arguyó.

«En mi opinión, son amenazas de carácter político para sentarse a negociar acuerdos en posición de ventaja, que permitan recuperar la posición de líder que tenía la economía de Estados Unidos, pero no creo que se logre», corroboró Pablo Ruiz, profesor del posgrado en Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam).

México es el país latinoamericano más vulnerable a las medidas comerciales de Estados Unidos, ya que cerca de 80 por ciento de sus exportaciones van a su vecino del norte.

Por eso prefirió negociar y no adoptar retaliaciones como hizo Canadá, el otro socio del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (Tlcan), que entró en vigor en 1994 y que el propio Trump renegoció en 2018, durante su primer mandato (2017-2021), cuando pasó a llamarse Tratado de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Trump anunció el 21 de enero un arancel de 25 por ciento sobre las importaciones de México y Canadá, luego suspendió su vigencia hasta el 2 de abril. Canadá decidió reaccionar con aranceles en el mismo nivel sobre vehículos y autopartes de Estados Unidos. Con sus dos socios continentales, Trump actúa separadamente, sin sumarlos al «arancelazo» universal.

Todo está en negociación y «es posible que se revise el T-MEC completo», comentó Ruiz a IPS desde Ciudad México.

Recesión en México

El ataque arancelario de Trump afecta en México principalmente los vehículos y autopartes, que representan 30 por ciento de las exportaciones nacionales, los equipos de computación y aparatos electrónicos, que alcanzan cerca de 20 por ciento de las ventas externas, y el sector extractivo de petróleo y minería, que participan con más de 10 por ciento, estimó.

Un estudio de Eduardo Moreno, exalumno de Ruiz en la Unam, firmado con tres colegas de la italiana Universidad de Macerata, estimó que la vigencia de los aranceles impuestos por Trump reduciría el producto interno bruto (PIB) de México en 1,74 por ciento y el de Estados Unidos en 0,21 por ciento.

El artículo de los cuatro investigadores, próximo a publicarse por la Unam, destaca que el efecto proporcional es mayor en México, pero al revés en términos reales, ya que el PIB estadounidense equivale a 15 veces el mexicano.

«México está muy integrado a la economía estadounidense comercial, financiera y laboralmente» y no podría negociar otros acuerdos de libre comercio, con China por ejemplo, porque «no lo permite el T-MEC y menos aún Trump», reconoció Ruiz.

El comercio con Estados Unidos le asegura a México un abultado superávit, que alcanzó 171.809 millones de dólares en 2024, con exportaciones de 506.000 millones de dólares, 82 por ciento del total nacional.

Por esos datos, si se aplican a los aranceles, habrá una probable recesión económica en México, admitió el profesor de economía.

A largo plazo, la alternativa es acelerar el llamado Plan México, lanzado en enero por la presidenta Claudia Sheinbaum, de estímulo a los sectores que producen para el mercado interno, «sin apoyo hace décadas» aunque responden por 85 por ciento de los empleos nacionales, apuntó.

Crisis reaviva integración

«Lo que más afecta a Brasil y otros países latinoamericanos no son los aranceles impuestos por Trump, sino su impacto en la economía global, con la caída de los precios de los commodities (materias primas) y del crecimiento económico y el desorden internacional», evaluó la economista Sandra Rios, especialista en integración económica.

«La integración regional debería ser el camino, pero América Latina está muy fragmentada políticamente, con la inestabilidad en países como Perú, Ecuador y Bolivia, división entre dos grandes, Brasil y Argentina, y falta de liderazgo», lamentó la directora del Centro de Estudios de Integración y Desarrollo, con sede en Río de Janeiro.

Con ese cuadro, lo más viable y prometedor seria una mayor integración entre Brasil y México, que ya avanzaron mucho en acuerdos del sector automotor, pero con preferencias arancelarias aún limitadas a cerca de 800 productos en un universo de 9000, observó en entrevista a IPS.

Por lo menos el acuerdo de libre comercio entre el Mercado Común del Sur (Mercosur, compuesto de Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay) y la Unión Europea, negociado desde el inicio del siglo, parece estar finalmente en su fase conclusiva.

Los riesgos generados por la guerra comercial desatada por Trump surgen como un estímulo adicional y «una gran oportunidad» para ultimar el acuerdo, razonó Rios.

Pero por ahora reina la incertidumbre, ampliada por la amenaza de Trump de responder a la retaliación China con un arancel adicional de 50 por ciento.

«Paralizaría el comercio mundial», sentenció Castro. «Un empresario que tiene que lidiar con las cadenas de producción internacionales no logra adoptar decisiones en medio a tanta incertidumbre», acotó Rios.

En Brasil, además de dificultades para exportar a Estados Unidos, se teme una nueva invasión de bienes industriales de China, que en las últimas décadas ocupó buena parte del mercado interno, en desmedro de empresas nacionales.

La balanza comercial brasileña es superavitaria, gracias a los productos básicos como petróleo, soja y mineral de hierro. En 2024, el país obtuvo un superávit de 74 552 millones de dólares, con exportaciones totales de 337 030 millones de dólares.

Estados Unidos ocupa el segundo lugar, superado por China, entre los mayores importadores de productos brasileños. Petróleo, acero y maquinaría están entre los más exportados al gran mercado del norte, que es importante para Brasil por comprar bienes industrializados, en contraste con China que adquiere casi que únicamente productos primarios, como soja, petróleo y mineral de hierro.

Un detalle del «arancelazo» de Trump en América Latina es que no ha hecho distingos entre gobiernos aliados o contrarios. Sus dos mayores amigos en la región, el argentino Javier Milei y el salvadoreño Nayib Bukele, han visto sus ventas a Estados Unidos gravadas con la misma tarifa de 10 por ciento que los demás.

Redacción

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