De acuerdo a una prestigiosa consultora, el 44 por cientos de los empleados globales experimentaron síntomas de agotamiento al menos una vez en 2024. El estrés laboral o burnout es cada vez más frecuente en el ámbito de trabajo.
Tareas pendientes, llevar el trabajo a casa, falta de sueño y malas condiciones salariales, entre otras cuestiones, son caldo de cultivo para la fatiga y el agotamiento.
El burnout aparece cuando se experimenta un sentimiento de ausencia de logro y una pérdida de la identidad personal vinculada al trabajo. Se trata de un estado constante estrés que además de agotamiento mental y fatiga física, provoca un desapego del trabajo.

La disminución de la competencia, pérdida de energía, aumento de la irritabilidad, pérdida del sueño y problemas de concentración son otros de los síntomas que pueden padecer las personas cuando atraviesan este síndrome.
Ante este panorama caótico, surgen hábitos concretos de la cultura japonesa que puede ayudar a afrontar los desafíos no solo del trabajo sino también del día a día. Técnicas como el ikigai, kaizen o wabi sabi pueden ayudar a reducir el estrés laboral.
Principios japoneses milenarios contra el estrés laboral
En Japón, el concepto de ikigai aparece como una guía práctica para encontrar sentido en lo cotidiano. De acuerdo con el especialista en bienestar laboral Fer Niizawa, «el ikigai no es un objetivo final, es descubrir eso que te mueve cada mañana y da coherencia a todo lo demás».
Para el autor del libro «Ikigai, felicidad y sabiduría japonesa para transformar tu vida” (2024), «no hay dos vidas: si estás mal en tu trabajo, estás mal en tu día cotidiano».
En este sentido, no se plantea realizar grandes cambios como buscar un nuevo trabajo o mudarse. Se trata de reencontrar pequeñas tareas que se puedan disfrutar al incorporarlas de forma consciente en el día a día.
Aplicado con el Gambatte, que significa «dar lo mejor de uno mismo» o «hacer el máximo esfuerzo», se busca el compromiso en cada tarea cotidiana, sin importar su magnitud. Este principio subraya que el bienestar no depende tanto de qué actividades se realizan, sino de cómo se las llevan a cabo.

Otra técnica es el Wabi Sabi, que de acuerdo con la cultura japonesa implica no solo a aceptar, sino también apreciar la belleza de lo incompleto, lo transitorio y lo imperfecto.
Malena Higashi, especialista en ceremonia del té y referente en estética japonesa, lo explica de la siguiente manera: “Es difícil dar una definición cerrada y concreta de qué es el wabi-sabi. Diría que es algo que se percibe, una cuestión estética».
Para Higashi, es «una concepción de la belleza», o «una forma de encontrar la belleza en lo sutil, en lo que no es perfecto ni eterno”. Aplicado al mundo laboral, este principio implica dejar de luchar contra cada error y empezar a ver valor en lo que simplemente es.
Shikata ga nai, en cambio, se vincula con aceptar lo que no se pueda cambiar y concentrarse solo en lo que sí. Aplicado al trabajo, este principio libera el estrés inútil que generan situaciones fuera de control, como decisiones gerenciales o crisis externas.

Otro principio es Gaman, que representa la resiliencia activa y se vincula con la capacidad de resistir y superar desafíos con serenidad y dignidad.
Mientras que el Kintsugi es la antigua práctica japonesa de reparar objetos rotos con oro para realzar sus imperfecciones. Estas ideas proponen aceptar las propias fallas y equivocaciones como parte valiosa de la identidad.
Estos principios son hábitos y perspectivas que pueden adoptarse de forma gradual, desde el escritorio o la casa. “El bienestar no es un privilegio, es una necesidad diaria. Y vivir con propósito no es solo para unos pocos: es una elección disponible para cualquiera”, concluyó Niizawa.