Horacio Saravia, párroco de la iglesia San Jerónimo, ubicada en barrio Alberdi, de la ciudad de Córdoba, expresó su profunda preocupación por la situación de inseguridad en la amplia barriada del noroeste de la ciudad, que incluye barrios como Alberdi, Alto Alberdi, Villa Páez, Marechal, Bajo Alberdi y Villa Siburu, con una población estimada de 50.000 habitantes.
Su denuncia se produce tras el violento ataque sufrido por Agustina González, una joven de 18 años, baleada en el tórax al intentar robarle su teléfono móvil en la puerta de la casa de una catequista de su parroquia. El agresor aún no ha sido identificado ni detenido.
El sacerdote, visiblemente afectado, señaló la proximidad de la seccional policial al lugar de los hechos: “Hay que hablar a las claras, a seis cuadras está la seccional, no un precinto sino la mismísima seccional”, dijo.

Saravia, quien lleva más de 40 años trabajando en la parroquia, sostiene que este incidente de inseguridad es una consecuencia del profundo arraigo del narconegocio en la zona.
En declaraciones al diario Perfil Córdoba, afirmó estar convencido de que “al estar organizado el narconegocio, no hay un desborde pero es una realidad peligrosísima y mortal cuando se instala de esta manera”.
Acusaciones de connivencia policial y ayuda social del narco
Consultado sobre la presencia de la fuerza policial antinarcotráfico y fiscales especiales en la zona, Saravia recordó que hace unos 15 años ya había expresado la misma opinión. Relató que, en esa ocasión, la policía antinarcotráfico, por orden de un juez, le solicitó información sobre la ubicación de los puntos de venta de droga (“kioscos”), pero él se negó a proporcionarla por temor a las posibles consecuencias para personas vulnerables.
En relación a la posible connivencia policial, el párroco fue contundente: “Si, hay connivencia policial con el narconegocio. No hablo de la institución sino de policías corruptos”. Describió un modus operandi donde existiría un intercambio entre policías corruptos y narcotraficantes: “vos me liberas el terreno, yo te entrego delincuentes”, supuestamente para justificar su trabajo u obtener reconocimiento.
Saravia también se refirió a la forma en que el narco ejerce una forma de “ayuda social” en el barrio, aprovechándose de la vulnerabilidad de algunas personas: “La que recibe ayuda a cambio de vender droga es toda gente pobre, vulnerable. Se aprovechan de eso. El narco les paga el alquiler, les llenan la garrafa, pagan el gas o la luz, los servicios domésticos”. Sin embargo, aclaró que esto no sucede con todos, sino en casos concretos que él conoce.
Ante la consulta de Perfil Córdoba sobre a quién interpelaría hoy, Saravia señaló directamente a “los responsables de las políticas públicas, sobre todo a la gente de Seguridad”. Anticipó que tras esta denuncia, probablemente se le pedirá que señale los puntos de venta de droga, algo a lo que se niega por “compasión” hacia la gente pobre que se dedica a vender, siendo ellos las víctimas del sistema.
El párroco concluyó que son las autoridades quienes deben “ponerse a trabajar en serio” para desarticular las redes de narcotráfico más grandes.