En los 90, Linda Evangelista ocupó las pasarelas, tapas de revistas y campañas más glamorosas. Su porte invencible, las cejas arqueadas, los ojos felinos y los afilados pómulos le dieron las condiciones para ocupar esos estratos.
En ese momento de esplendor llegó a decir “yo no me levanto de la cama por menos de 10.000 dólares”.
Pero casi tres décadas tuvo un cambio rotundo y desapareció por completo de los ámbitos de la moda.
¿Qué pasó? En 2016 decidió recluirse en su casa y pocas personas supieron qué le estaba pasando.

Hasta que en 2022 ella misma se ocupó de aclarar su situación en una nota para la revista People en Español.
En esa entrevista especificó que entre agosto de 2015 y febrero del 2016 se realizó siete sesiones de un procedimiento estético no invasivo en la papada, los muslos y alrededor del busto que estaba muy promocionado en ese momento y catalogado como muy seguro. El método utilizaba una aparatología que aseguraba congelar la grasa corporal a través del frío.

Tres meses después comenzó a notar la aparición de cúmulos rígidos y entumecimiento en esas zonas. También probó con dos cirugías correctivas fallidas que tampoco dieron frutos.
Para contrarrestar estos cambios, buscó hacer dieta e intensificar el ejercicio. Pero nada tenía efecto. «Pensé que estaba perdiendo la cabeza», recuerda sobre su estado de desesperación.
También contó, con mucha franqueza, que el cambio no fue únicamente estético. «No podía ponerme un vestido sin usar una faja, porque el roce podía provocar un sangrado».
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Así está hoy la modelo Linda Evangelista
Después de ese primer sinceramiento, llegó un posteo en su cuenta de Instagram que tuvo una inmensa repercusión.
Allí escribió que el tratamiento que siguió tuvo el efecto totalmente contrario al buscado.
Esto la llevó a una profunda depresión y al alejamiento de su ámbito, mientras el resto de las consideradas súper modelos -el grupo que ella también integra- seguían vigentes.
Afrontar el diagnóstico de cáncer
Dos años más tarde la vida le puso una nueva prueba. Como contó en una entrevista para la revista The Wall Street Journal en una mamografía anual de control encontraron que era maligno.
Siguió todos los pasos sugeridos y, a pesar de eso, en 2022 la enfermedad volvió.

«Quería dejar la enfermedad atrás y entonces opté por una mastectomía bilateral. El cáncer de mama no iba a matarme», dijo en esa nota.
También admitió que mantuvo en secreto por un tiempo el diagnóstico porque no se sentía con fuerzas para enfrentar a la opinión pública.
Un tiempo después sintió que abrirse a sus seguidores la ayudaría a superar los problemas y acompañar a otras personas en la misma situación u otras similares.

«Voy a continuar compartiendo mi experiencia para quitarme la vergüenza, para aprender a quererme de nuevo y poder ayudar a quienes estén en el proceso», explicó en una nota.
Ahora, a punto de 60 años, asegura que lo que más disfruta es compartir con su hijo Augie, fruto de su relación con el multimillonario François-Henri Pinault.
“Volví a terapia. Y ahora soy la madre más divertida que existe. Si algo hago bien es eso, ser mamá. Creo que mi hijo es genial, y si él es genial, entonces yo soy una mamá genial”. También se retractó de la actitud preponderante que tuvo en su apogeo.
El año pasado, además, volvió a pisar las escaleras del Museo Metropolitan para la archi famosa Met Gala.
Porque en la vida muchas veces hay espacio para sanar, transformarse y volver a empezar.