El arzobispo Mario Cargnello presidió este domingo la tradicional misa de Ramos que marca el comienzo de la Semana Santa. La celebración inició con una procesión hacia la Catedral Basílica, donde los fieles, entre cantos y oraciones, recordaron la entrada de Jesús a Jerusalén.
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El arzobispo Mario Cargnello presidió este domingo la tradicional misa de Ramos que marca el comienzo de la Semana Santa. La celebración inició con una procesión hacia la Catedral Basílica, donde los fieles, entre cantos y oraciones, recordaron la entrada de Jesús a Jerusalén.
Durante su mensaje, Cargnello llamó a los salteños a «caminar cantando y glorificando a Dios, unidos por el vínculo de la paz». Con tono esperanzador pero también interpelante, pidió a la comunidad que abra las puertas del corazón y de la ciudad para recibir al Señor en estos días santos.
“Salta, abre las puertas al Señor en esta Semana Santa”, expresó, en lo que pareció también una invitación a dejar de lado divisiones y reencontrarse como sociedad. Habló también de la importancia de mantener el vínculo entre los ciudadanos, de no encerrarse en la indiferencia, y de reconocer al otro como hermano.
“La Palabra de Dios alimenta nuestra esperanza y enciende en el corazón la alegría de sabernos salvados”, dijo, dejando entrever que, aun en tiempos difíciles, hay caminos posibles si se vuelve a poner en el centro la solidaridad, la humildad y el amor por el prójimo.
Sin hacer alusión directa a recientes temas políticos , como ha ocurrido en otras homilías, su mensaje tuvo un fuerte componente cívico: habló de abrir el corazón, de no dejarse vencer por el miedo ni el egoísmo, y de acompañarse mutuamente en un tiempo que definió como desafiante. “La Palabra de Dios alimenta nuestra esperanza y enciende en el corazón la alegría de sabernos salvados”, dijo, en otro pasaje significativo de su prédica.